24. Por las miles de veces que pienso en ti

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Quitó una capa de papel y se encontró con una caja de 200 lápices de colores y tres blocs de dibujo. La chica levantó la vista, asombrada.

-Harry..

-Todavía hay más.

Annie siguió con su regalo mientras Harry la observaba con una sonrisa boba. Ron y Hermione sonreían al ver a sus mejores amigos.

Más fotografias fueron pasando haciendo sonreír más a Annie. Al llegar al último nivel, una caja del tamaño de una de zapatos apareció. Annie frunció el ceño y la sacó con cuidado, escuchando el tintineo de cristales en el interior.

Abrió la caja con manos temblorosas. En la tapa, en la parte interior, tenía algo escrito.

Por las millones de veces que he pensado en tí, y las millones de veces que lo seguiré haciendo. Te amo, mi recuerdo para mi patronus.

Annie se tapó la boca con ambas manos mientras lágrimas se acumulaban en sus ojos. Se obligó a sacar la caja con varios tubitos diminutos en los que habia algo plateado.

Esto no es ni la cuarta parte de mis pensamientos dirigidos hacia tí, porque son demasiados como para reunirlos.

El tubito tenía una mini etiqueta. Tomó uno y leyó.

Baile de navidad, 1994.

Sala de menesteres, 1996

Primer beso, 1993

Dijiste sí, 1993

Nos conocimos, 1991

La otra cajita resultó ser como un artefacto extraño que tenía la función como un pensadero, sólo que lo recuerdos se proyectaban en una especie de pantalla.

A esta altura, Annie lloraba mucho. Era el mejor regalo que alguien le había dado en la vida. Se había girado hacia Harry y besado, intentanto transmitirle lo que ella estaba sintiendo.

-¿Cómo.. cómo lo hiciste? -le preguntó cuando se pudo calmar lo suficiente.

-Tomé la idea de los recuerdos con las clases de Dumbledore. Hermione me ayudó a copiarlos para que no los perdiera, y me encontré ese mini pensadero en Hogsmeade -le explicó sonriéndole.

-Es lo más hermoso que alguien me ha dado -susurró volviendo a abrazarlo- te amo, Harry.

-Te amo, Ann.

(...)

Annie pasaba por un corredor después de haber ido a cenar sola. Hermione había ido con la profesora Vector a comentarle de un error que habia cometido en su última redacción y Ron se sentía muy indispuesto por el partido que era en pocos días. Harry se había desaparecido (cosa que comenzaba a hacerse costumbre) y a ella le tocaba estar sola una vez más.

Caminaba tranquilamente hasta que escuchó sollozos, lo que la hizo detenerse. Creyó que era Myrtle la Llorona así que decidió hablar un rato con ella. Abrió la puerta del lavabo con cuidado y se llevó una tremeda sorpresa.

Draco Malfoy estaba de pie, de espaldas a la puerta, agarrado con ambas manos a la pila y con su rubia cabeza agachada.

-No llores... -canturreaba Myrtle la Llorona desde un cubículo-. No llores... Dime qué te pasa... Yo puedo ayudarte...

Annie y el Misterio del PríncipeWhere stories live. Discover now