EL DINERO NO HACE LA FELICIDAD

LA HUMILDAD ANTE TODO

Érase una vez en un pueblito muy lejano en el que había una familia pobre y humilde conformada por Juan Valle el padre de familia, María de Valle la mamá y su único hijo Mario Valle de 14 años. Era una familia de muy buen corazón, a pesar de que no podían gozar de lujos se conformaban con lo que tenían agradeciendo a Dios en todo momento. Todos los sábados sacaban a Mario al parque para que se divierta ya que no le podían comprar los juguetes que el quería por su situación económica, a pesar de eso la pasaban de lo mejor juntos, siempre apoyándose el uno al otro especialmente a su hijo. Eran reconocidos en el pueblo por ser amables y muy carismáticos con cada persona, sin preocupaciones ya que tenían auténticos amigos.

Por otro lado en el colegio, Mario era un buen estudiante, tenía a sus dos mejores amigos Paula y Juan que siempre andaban juntos y lo apoyaban en todo, así mismo él les ayudaba en cualquier tarea que ellos no podían o en cualquier otra cosa que estaba a su alcance, se veía como una persona sencilla, humilde y normal.

El resto de sus amigos tenían de todo: libros, videojuegos, pelotas, bicicletas...pero él tenía que conformarse con otras cosas y se divertía jugando al escondite, con la cuerda, a las carreras o a cualquier otra cosa que no fuera material , ciertas veces su amigo Juan le prestaba uno de los pocos juguetes que el tenía pero la mayoría del tiempo prefería que no y optaba por los juegos que él se inventaba.

Algunos niños se reían de él por ser pobre:

NIÑOS: - ¡Yo tengo de todo!, ¡Tu no tienes nada! - le decían cantando.

PAULA: Vamos Marío no les hagas caso no saben lo que dicen, vamos a jugar al escondite con Juan yo contaré.

JUAN: Sí Marío vamos no tienes que ponerte triste por sus comentarios, nosotros estamos contigo.

MARÍO: Gracias chicos los aprecio mucho, gracias por apoyarme.

Con el pasar del tiempo la Familia de Mario se ganó la lotería y de pronto apareció con ropa elegante, bicicleta, guantes de portero de fútbol, gorras deportivas, elementos finos de toda clase de juegos y videojuegos.
El resto de niños al ver que Mario poseía varias riquezas empezaban a acercarse a él por interés integrándolo a todas las actividades que ellos hacían y él se dejaba llevar alejándose así de sus dos mejores amigos, Paula y Juan.

PAULA: Hola Mario como te va? Te gustaría jugar a las cogidas conmigo y Juan?

MARIO: No gracias, jugaré con los chicos un videojuego nuevo que tengo en mi celular, ya deberían de actualizarse chicos ese juego es muy aburrido para mí asi que chao los dejo.

JUAN: Que cambio tan pesado que ha hecho Mario espero algún día se de cuenta de quienes son sus verdaderos amigos que lo querían por lo que él era y no por lo que tiene..

PAULA: Espero que sí, vamos a jugar Juan.

Mario seguía con la misma actitud cada vez empeoraba más, ya no se fijaba para nada en sus amigos. Si antes les ayudaba a hacer las tareas, ahora ni siquiera las de él hacía. Sus antiguos amigos quisieron hablar con él pero no les hacía caso, su preocupación ya no eran las personas sino las cosas ya nadie tenía confianza en él, pensaba que todo se arreglaba con dinero creyéndose el más importante de la clase.

Al terminar el año escolar como era de esperarse no aprobó los exámenes, así que les pidió a sus padres que sobornaran a los profesores para que lo pasaran en algunas materias. Pero ellos, rectos como eran, no sólo no lo admitieron sino que lo tomaron como falta de respeto; estaban muy decepcionados de su hijo porque no había servido de nada todos los valores y la humildad que siempre le habían inculcado.

Así, mientras los compañeros de Mario salían contentos de vacaciones, él se quedó triste y solo... Sin darse cuenta, se había creído más y mejor, simplemente porque tuvo dinero, sin entender que las personas valemos por nuestros buenos actos y sentimientos que por los bienes materiales que poseamos. ¡EL DINERO NO HACE LA FELICIDAD!