|Capítulo 1|

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Mis ojos pesan; joder estoy cansado, exhausto. La noche fue horrible y justo ahora estoy en esta oficina moviendo papeleos como un idiota. Necesito una copa de vino, urgente.

El reloj se mueve y entra mi hermano sonriendo, un nuevo caso en mis manos y aun no he podido terminar con esto. Si me hubieran dicho que me encontraría en un lugar tan importante hace algunos años, y me hubieran explicado como sería todo, los hubiera mandado a la mierda.

—Sasuke, nuestra madre esta en la entrada — tras esas palabras se marcha y yo me arreglo el uniforme con pereza

Hace tres años que trabajamos en la policía, mi padre es el jefe desde antes de que naciera. Podría decirse que de nuestra familia entera, al menos un miembro ha trabajado para las oficinas de la central de Policía de Los Ángeles. Tras recoger mi maletín, cierro el portátil y salgo, ¡escapo de esta prisión!

 Los primeros años era un trabajo que nos mantenía demasiado ocupados. Ahora no hay tanto peligro en las calles, nuestro hogar es tranquilo. Por lo que los casos se han convertido en cosas absurdas como buscar quien roba galletas de una panadería.

Al salir, los oficiales armados me dan un saludo con la cabeza, ellos me conocen, saben que mi hermano y yo dirigimos este lugar. Sin embargo, a mi me otorgan las misiones mas estúpidas que se les puedan ocurrir. Al atravesar las rejas y oficinas, llego a recepción y me encuentro a la mujer que me dio la vida vistiendo un lindo vestido liso color blanco, maquillaje que parece natural y el cabello recogido con un hermoso sombrero de sol. Tras acercarme, lo compruebo, huele a daisy  buena fragancia, suave y discreta. 

Ella me da sonoro beso en la mejilla y tras mancharme de lápiz labial rosa pálido mira a mi padre a unos metros de nosotros,  hace un ademan para que se acerque, él ni voltea.

—Es la hora de el almuerzo, necesito una comida con mis hijos y mi esposo ¿se puede? — las miradas viajan y hablan por si solas, ella se pone triste.

Mi madre siempre dice que no tenemos tiempo para ella, su familia prácticamente esta todo el rato alejada. Mi hermano, mi padre y yo trabajamos en el mismo lugar, y nunca nos deja de hacer saber cuanto nos hecha de menos, la amo, la adoro, pero el tiempo libre no es algo que dispongamos seguido.

Cuando veo que nadie habla, se me caen las manos solas. Es tan obvio que se ha arreglado para que almorcemos juntos y me estoy comportando como un idiota.

—¿Qué almorzaremos? — su mirada cambia, ahora sonríe y nos abraza efusiva para después salir como niña pequeña a la calle y sin decir nada le seguimos. 

Tras montarnos todos en la camioneta, mi madre con la sonrisa mas grande que puede tener, arranca y pone su disco de Norah Jones, en el vehículo suena don't know why,  y mientras tararea, cruzamos las calles sin prisas.

Bajamos en Vivace, un restaurante de comida Italiana que nuestra madre adora y visitamos con frecuencia. Tras sentarnos, entre platicas la comida es traída a nuestra mesa y compruebo que su sabor, como siempre, es exquisito. Al finalizar, mi madre pide postre y tras mirarnos pone una tierna sonrisa y se inclina para hablar con nosotros.

—¿Qué tal el trabajo?, ¿Es necesario abandonar a su madre mucho tiempo? —mi padre ríe entre dientes y da un sorbo a su copa, yo suspiro distraído. El calor es infernal.

—Cielo, sabes que la estación siempre esta llena de trabajo — habla mi padre con paciencia. Cada día tenemos trabajo, no hay día en que no, algunas veces mayor que otro, y aunque es pesado, reconozco que es lo que me gusta.

—Vale. Pero me siento sola, se van todo el día. A veces no los veo, es horrible y aburrido. ¿Saben que necesito?

—¿un perro? —pregunta mi hermano, ella niega y me mira directamente

𝑨𝒏 𝒐𝒍𝒅 𝒔𝒕𝒐𝒓𝒚 𝒊𝒏 𝑳𝒐𝒔 𝑨𝒏𝒈𝒆𝒍𝒆𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora