Capítulo final.

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   Jaemin tomó sus brazos y los envolvió sobre su cintura, sintiéndose ridículo.

   —Abrázame.

   —No tienes que pedirlo dos veces.

   Jeno volvió a apoyar la barbilla sobre su hombro y lo contempló en completo silencio. El impulso de inspiración que tanto había estado esperando le llegó como un relámpago al inicio de una tormenta. Espontáneo y luminoso. Jaemin dibujó una línea y luego otra y luego otra, hasta que se perdió sobre el lienzo y sólo era ligeramente consiente del movimiento de su muñeca derecha y los suspiros de Jeno contra su piel.

   En el pasado, cuando ambos iban en el Instituto, a Jaemin le gustaba hacerle cuadros en su tiempo libre, sobre cualquier cosa que creyera digna. Pensaba que era un lindo y original detalle, pero, al ver que Jeno pegaba en las paredes de su habitación literalmente todo lo que hacía (así fuera una carita feliz) comenzó a cuestionarse a sí mismo. ¿De verdad valía la pena?, ¿Realmente era bueno dibujando?

   Y una vez más, Jeno había estado ahí para quitarle los miedos con simples y seguras palabras. Nunca dejaba que dudara de sus capacidades y siempre lo motivaba a seguir intentando y mejorando. Así fuera un sueño tonto como pintar cualquier cosa que se le viniera a la cabeza, él estaba ahí. 

   Dio un último pincelazo, salpicando pintura roja por el aire y luego, con el dorso de la mano se secó el sudor de la frente. Ni siquiera se había dado cuenta de cuando había comenzado a sudar. Contempló el resultado final con una sonrisa de satisfacción y después, al verlo detenidamente, ladeó la cabeza.

   —Creo que no es tan bueno...

   Jeno, que había olvidado por completo estaba pegado a él, se rió juguetonamente contra su cuello. En ningún momento dejó de abrazarlo y Jaemin no sabía si era su imaginación o si realmente se le habían dormido las extremidades, pues sentía que las piernas le hormigueaban. Su novio debía estar mucho peor, abrazándolo con tanta fuerza seguro que tenía los brazos adoloridos.

   — ¿Cuánto tiempo tardé haciendo eso?

   —No sé, supongo que un par de horas.

   Jaemin se volvió a lamentar.

   —No puedo creer que me pasara tanto tiempo haciendo esto —con un puchero se separó de él y lo miró a los ojos, deseando ser repentinamente invisible, ¡se sentía tan avergonzando!—. ¿En qué demonios estaba pensando?

   —En mí —una sonrisa llena de arrogancia le decoró el rostro mientras su pecho se inflaba con orgullo—. Claro está.

   Jaemin lo golpeó en el hombro, dejando escapar todo el aire que había estado reteniendo en su boca.

   — ¡Te odio!

   — ¿Y a mí por qué? —falsamente indignado, Jeno se llevó una mano al pecho—, ¡Yo no he hecho nada!

   — ¡Todo el tiempo estás en mi mente! ¡Deberías dejarme tranquilo al menos por algunos segundos!

   Era un reclamo muy estúpido, Jaemin lo sabía. Pero de alguna manera tenía que defender su dignidad. Además, Jeno parecía ser el blanco más adecuado y cercano para desatar su furia.

   —En mi opinión creo que quedó muy bien —Jeno hizo una cuadro con las manos y miró a través de él, ladeando la cabeza—. De hecho creo que es tu mejor obra hasta ahora.

   Intentaba no burlarse pero una sonrisa traviesa se le escapó y Jaemin volvió a golpearlo. Indignándose de verdad.

   —Olvídalo, no te lo voy a dar.

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