Querida Soledad

César

Era un 6 de febrero y nunca antes en mis 18 años había "amado" a una persona, ¿cómo logras querer a alguien si no puedes quererte a ti misma?.
  Estaba sentada en una banca de la plaza mirando como todos los chicos salían de la iglesia, una iglesia en la que yo no creía: -"lo siento soy atea" pensé mientras un tipo se acercaba a mí, me miró fijamente y se sentó a mi lado: - ¿fanny? ¿Eres tú?- me dijo sorprendido tratando de ocultar sus emociones.
-sí, creo que sí- contesté algo  sarcástica- ¿y tú? ¿quién eres?
-soy César ¿de verdad no me recuerdas?...
[[César él fue un novio de secundaria, él juraba que me amaba pero al salir de la secundaria nunca más volví a saber de él, qué bien que yo no lo idolatraba, qué bien que no fue para mí alguien importante, porque si no, hubiera quedado en aquel tiempo como me encontraba hoy;
"Decepcionada de la vida por alguien que no me quería", resulta que al cruzar la preparatoria conocí a José, un tipo alto, moreno, con ojos color miel, con labios gruesos y manos ásperas; como todo un buen tipo trabajador.
Nos conocimos y al poco tiempo empezamos una relación, pasaron dos años aproximadamente y todo terminó, estábamos en el quinto semestre y yo ansiaba terminar la preparatoria.
El decidió que ya no quería nada conmigo y eso desbarató a mi alma. Mirarlo tan guapo y simpático como siempre, mirarlo como si el universo girara alrededor de él, lo miraba y me perdía en el tiempo, yo lo miraba y él ni siquiera me volteaba a ver.]]
Después de una charla con César me contó que estaba de pasada por la ciudad y que había pasado a la iglesia para pedirle a Dios que todo le fuera bien, yo me reí con tono de burla mientras bajaba la mirada y me mordía los labios evitando que mi risa fuera notada, se notó en su semblante la molestia que esto le causó pero no dijo nada al respecto, sólo me pidió que por favor lo acompañara a la central, accedí sin más remedio en realidad no tenía nada importa que hacer.