Ingresé directamente a la cocina, saqué un gran tazón donde vacié toda una bolsa de papas fritas y saqué una botella de litro de Coca-Cola.

Tenía hambre y no tenía ganas de cocinar.

Iba directo a la sala cuando miré que encima de la mesa estaban todos los sobres de correo, fui directamente a ellos dejando de lado mi comida chatarra buscando ansiosamente.

Mi corazón se sintió decepcionado cuando no encontré la carta que tanto anhelaba, la carta de aceptación de la prestigiosa escuela real.

Desde que era pequeña siempre soñé con ser médica, pero no cualquier médica, sino una especializada en mi raza.

Médica de hombres Lobos.

Y la única universidad en el mundo donde enseñaban esa especialidad era la universidad real, que se encontraba en la isla escondida de hombres lobos.

Pero el año pasado entrando a la página oficial de mi universidad de ensueño, me tope que unos de los requisitos era haber llevado mínimo dos años escolares en una escuela de hombres lobos, mi familia no pertenecía a ninguna manada, así que no podía asistir a una escuela especializada, y la única escuela donde te reciben estando en una manada o no era la escuela real, la más moderna y prestigiosa escuela de hombres lobos.

—¿No te llegó nada verdad? —no me había dado cuenta cuando Cristina ingresó a la sala—. No me sorprende.

Dejé las cartas sobre la mesa y agarré mi comida chatarra dispuesta a ignorarla.

—¿Te puedo dar un consejo Leia? —Cristina me sonreía—. Deberías renunciar de una vez a ese sueño estúpido que tienes de ser aceptada en esa escuela, ahí solo ingresan lo mejor de lo mejor y tu querida —me miro de pies a cabeza—. Eres una ballena horrorosa, una vergüenza para nuestra raza, eres basura.


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Suspiraba mientras restregaba el suelo, las palabras de Cristina me atormentaban y aunque una parte de mi intentaba pensar que no tenía razón, de que solo lo decía porque estaba enojada de que su padre la había comparado conmigo en la mañana.

Otra parte de mi pensaba que no estaba equivocada.

Cristina maldita bruja.

—¡Leia! —Manyi grito sorprendiéndome mucho—. Ese piso ya está demasiado limpio mujer, si sigues restregándolo le harás un agujero.

—Lo siento —dije sonriendo y tapando mi dolor.

—Leia querida —usó su voz dulzona—. ¿Te puedo pedir un favor?

—¿Qué pasó?

—Tú crees que puedas suplirme en el turno nocturno —me miraba con ojos de cachorrito—. Tengo una cita con el chico que te platique y tendría que irme ya , ¡mañana que es mi día libre vendré en tu lugar!

—Está bien Manyi —dije asintiendo—. ¿Para eso están las amigas no?

Lo dice alguien que no las tiene

—¡Gracias! —me abrazó y me dio un beso en la mejilla—. ¿Más tarde te llamo sí? para hablar de mi cita y de lo que te tiene tan triste.

—Está bien, suerte con tu cita.

—¡Gracias Leia!

Ya eran las ocho de la noche y como siempre a esta hora, el cafetín comedor de unas de las firmas de abogados más prestigiosos de la ciudad estaba vacío ya que la mayoría había acabado su jornada laboral.

THE RETURN OF KINGDOM (En edición)Where stories live. Discover now