Amaba a Jeno, deberás que sí. Su corazón le pertenecía por completo, pero a veces, el hecho de que tuviera tanto dinero lo hacía sentirse abrumado. No se media con los regalos que le daba y aunque sabía que no lo hacía con mala intención, Jaemin no podía dejar de pelear con él por la misma razón.

   —Jae, escucha, entrarás a la universidad, ¡Y vas a necesitar moverte! —Jeno intentaba convencerlo, mientras Jaemin buscaba sus manos y le regresaba la caja—. Jae, por favor...

   —Hemos hablado mil veces sobre esto —Jaemin se pasó las manos por el cabello rosado, frustrado—. Me encanta estar contigo. Te amo, pero no puedo aceptar esto. Simplemente es demasiado. Tú me llevas siempre a todas partes. Incluso si no tienes tiempo me pagas un taxi, ¿Por qué cambiarlo todo tan repentinamente con un auto?

  —Hay lugares a los que a veces tienes ganas de ir solo, como a comprar tacos a media noche, por ejemplo.

   Jaemin no se pudo quejar contra eso. Tenía toda la razón. Pero es que, ¡el hambre no entendía de horarios! Y a Jeno el sueño lo tenía sometido. Cuando quería ir a comer en la madrugada su novio se quejaba y le decía que se fuera a la cocina a comerse un aguacate, lo cual era terriblemente absurdo, ¡el odiaba el aguacate!

   —A visitar a tus padres, ir a la biblioteca, entras otras cosas —Jeno continuo—. En tu propio auto puedes ir a dónde quieras, bebé, sin depender de mí.

   — ¿Ya no quieres llevarme?

   — Jae, ese no es el punto —Jeno suspiró—. A mí me encanta ir contigo a todas partes. No hay cosa en el mundo que me haga más feliz. Sólo creí que te gustaría tener más autonomía. Y un auto me pareció una buena opción.

   —Nosotros nacimos para estar juntos —Jaemin se acercó hacia él, tomando su mandíbula entre los dedos—. Agradezco tu atención, cariño, pero de verdad me parece innecesario.

   —Vamos a dejarlo para ambos —Jeno siempre estaba buscando la forma de salirse con la suya—. Y si con el tiempo decides que te gusta entonces te lo quedas, ¿está bien?

   Jaemin sabía que esa conversación ya estaba perdida. Dijera lo que dijera no iba a hacer cambiar de opinión a Jeno, porque le estaba ofreciendo un trato justo. 

   —De acuerdo, terco —Jaemin sonrió, rozando sus narices lentamente—. Ahora vamos de regreso que de seguro mi madre ya le está contando a la tuya que no recojo mi ropa interior de la habitación cuando voy de visita. Ya sabes como le gusta exhibirme.

   Jeno soltó una carcajada y asintió.

   —Vamos.

   Pero no lo hicieron sin antes volver a besarse hasta dejarse los ojos brillantes y los labios rojos.

 A medida que caminaban de regreso a la entrada principal en donde estaban todos los invitados, Jaemin menos podía esconder su felicidad. Se sentía completo y amado. Le gustaba ver a todos sus amigos y familiares acompañándolo en un día tan importante como lo era su cumpleaños.

   — ¡Jae! —Dahyun llegó corriendo hacia ellos en cuanto los vio llegar al recibidor, sosteniendo una enorme caja rosa entre las manos—. ¡Hasta que por fin te encuentro!

   —Dae —Jaemin la saludo con alegría, abriendo sus brazos pero terminando por bajarlos cuando ella le hizo un gesto en dirección a la caja—. ¿Es para mí?

   — ¿Y para quien más? —Dahyun puso los ojos en blanco y sonrió, pasándole la enorme caja—. No es la gran cosa, pero creo que te va a gustar mucho.

   Jaemin entrecerró los ojos. Dahyun no iba intentar regalarle otro auto, ¿verdad?

   —Muy bien —Jeno le soltó la mano para que pudiera abrir mejor la caja, y se colocó detrás de él, pasando los brazos por su abdomen mientras recargaba la barbilla en su hombro—. ¡Dios! ¿Cómo supiste que esto me encanta? ¡Voy a subir como diez kilos! ¡Te odio y te amo por partes iguales!

   Dahyun le había regalado una enorme tarta de chocolate de su pastelería favorita. Y cuando decía enorme, en realidad era muy enorme. Fácilmente todos los invitados podían tener una rebanada.

   —Como yo sé que no tienes llenadera —Dahyun se burló— y que mañana te vas a estar quejando por no comer suficiente pastel, te doy este para ti solito.

   —Eso no es cierto —Jeno comentó mientras le besaba la mejilla—. Me va a dar, ¿verdad?

   —No, soy envidioso.

   — ¡Hey!

   —Awww, ¡son tan lindos! —Dahyun chilló, llevándose ambas manos al pecho— que creo que yo salgo sobrando aquí.

   — ¡Alguien que me entiende!

   Mark apareció detrás de ella, llamando la atención de los tres. Su amigo ya le había dado su regalo, pero todavía no sabía que era porque lo había puesto en la mesa con los presentes de los demás invitados. Jeno y él habían conversado muy poco, pero Jaemin esperaba que lo entendiera. Después de todo era su cumpleaños y merecía un poco (o un mucho) de la atención de su novio.

   —Mark, Dahyun —Jaemin los apuntó para que se conocieran, pues esa era la primera vez que se veían— Dahyun, Mark.

   —Encantado de conocerte —dijo Mark, mostrando una sonrisa educada.

   Jaemin naturalmente esperó que Dahyun lo saludara y que luego le diera igual. A lo largo de los años se había dado cuenta de que para su amiga todos los hombres eran lo mismo; unos idiotas sin corazón. Pero, en ese momento no pudo evitar sorprenderse cuando ella repentinamente enrojeció, desviando la mirada.

   ¡Se había puesto nerviosa!

   —Lo mismo digo —Dahyun sonrió, mordiéndose el labio inferior— ¿Eres amigo de Jeno?

   —Y de Jaemin, pero a veces —Mark hizo una mueca, tratando de sonar gracioso—. La música es genial, ¿te gusta?

   — ¡Sí! Amo todas las canciones que han puesto.

   —Yo puse mi lista personal.

   — ¿Crees que deberíamos dejarlos solos? —Jeno susurró en su oído, haciéndolo estremecer. Todavía estaba sensible por todos los besos que habían compartido en el jardín—. Creo que pueden llevarse muy bien sin nosotros aquí.

   Jaemin asintió, quería que Dahyun conociera a un chico que la hiciera tan feliz como Jeno lo hacía con él. Mark era un tipo agradable, con suerte y hasta terminaba gustándole.

   Disimuladamente, poco a poco Jeno y él comenzaron a caminar hacia atrás, lo cual fue una terrible idea, pues como seguían abrazados no podían coordinarse o mantener el equilibrio, así que terminaron tropezando con los pies del otro. Cayendo al suelo mientras no paraban de reír. Por suerte la caja del pastel estaba intacta. 

   — ¡Tienes muy mala coordinación! —Jaemin trató en vano de controlar sus carcajadas.

   — ¡Eres tú el que me pisó! Dios, ¿estás bien?

   —Si ¿y tú?

   —Creo que me rompí la espalda.

   Sumergidos en su propio mundo lleno de risas y felicidad, ignoraban que la mayoría de los invitados veían la escena con ternura. Pero, entre todas ellas había una que no estaba en sincronía, una mirada tan llena de odio y envidia que en ese momento, por el bien de su relación, debieron notar.


Move On |NoMinWhere stories live. Discover now