Lo que me dejaste

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La cortina rosa que colgaste en la ventana de nuestra habitación está harta de mi mirada de tristeza arrastrándose por las paredes desde el martes maldito en que dijiste que me amabas también, que soñabas también con mi sonrisa, que luchabas también por nuestras metas, a tus maneras que no son como las mías.

Suena tu voz en el comedor y miro al suelo porque sé que lo inventó el deseo de que estés.

Lloro inmediatamente porque sé que ya no estás ahí sonriendo, viéndome de lejos... Esperando que devuelva desde la hornilla la risa que a todos contagias, mientras hago dos panquecas para ti, para esperarte en esa mesa que aún se tambalea porque nunca me haces caso.

Suenan tus botas mojadas en el pasillo y reclamo en voz alta que he limpiado el suelo no sé cuántas veces. No sé cuántas veces, quién sabe hasta cuándo pelearé contigo mientras tú estás riendo. Y yo aquí tendido en el suelo borracho.

Ya no quiero este cigarro que trajiste de tus viajes. Ni la cama que compraste en nuestro tercer mes. Ni soñarte y despertar acelerado, confundido de recuerdos, sin saber qué nos sucede ni qué estuviste pensando cuando te abriste los brazos en mi balcón sin pensar en el tú que se despertaba los domingos besándome tanto, cantando baladas en mi oído, sobando mi ombligo y prometiéndome "quieto, que yo me encargo, este día es tuyo", y yo perdí el miedo a perderlo todo y tú me dejaste caerme al suelo, desde tan alto.

Flores AzulesWhere stories live. Discover now