—Escucha, Jungwoo —Jaemin suspiró, buscando las palabras correctas para decírselo. No quería ser brusco porque sabía lo sensible que podía llegar a ser con temas delicados como ese—. Esto es algo complicado de decir...

   Pero cuando estaba a punto de hablar para terminar con aquella tortura, Haechan, su supuesto mejor amigo que ya no lo era por ser un hijo de puta egoísta, se asomó por la puerta, abriéndola más para apartarlos de un empujón y entrar a su apartamento. 

   — ¿Qué demonios hace Jeno allá afuera? Creí que ya no lo querías volver a ver por puto traidor...  Ah, ¡Hola Jungwoo! Es triste ¿verdad? Tu hermano lo dejó, supongo que ustedes ya no van a verse nunca más. Ni modo, que triste ese esto. Pero bueno, la vida sigue. A menos que Jaemin tenga ganas de suicidarse por amor. Como en Romeo y Julieta. Que oso, si eso pasa voy a hacer como que no lo conozco. Lo humillación sería demasiada.

   Jaemin cerró los ojos, suspiró y luego, soltó una palabrota.

   — ¿Qué? —Jungwoo preguntó con angustia, sin entender nada—. ¿Eso es cierto Jae? ¿Ustedes terminaron?

   —Gracias, Haechan —Jaemin dijo con ironía, lanzándole una mirada asesina al susodicho que se había dejado caer sobre uno de los sillones de su casa, con tanta naturalidad como si fuera suya—. Jungwoo lo mejor será que entres, algo me dice que esto no va a ser fácil de explicar.

   Jungwoo asintió, todavía con preocupación dibujada en su mirar. Jaemin se mordió el labio inferior y cerró la puerta, tratando de dejar de maldecir su mala suerte.

   —Yo pensé que sólo habían tenido una palea sin importancia —Jungwoo suspiró, dejándose caer sobre uno de los sillones—. ¿Qué pasó?

   —Eso es lo mismo que nosotros quisiéramos saber —Haechan puso los ojos en blanco, contestando por él—. No puedo creer que no lo supieras. ¿Jeno no te dijo nada? Eres su hermano, no me vengas entonces con el cuento chino de que no te lo dijo.

   Sabía que Haechan estaba siendo cruel e irracional con alguien que no tenía la culpa de nada de lo que estaba pasando, pero Jaemin no pudo evitar poner atención, deseoso de escuchar una respuesta. Odiaba tener que darle la razón a Haechan, pero él ciertamente tenía un punto válido. Jungwoo era su hermano y parecía imposible que no supiera nada.

   — ¡No sé nada! ¡Lo juro! —poco a poco la presión estaba haciendo estragos en él. Jaemin abrió la boca para decirle que se tranquilizara porque nada de eso era su culpa, pero Jungwoo ya tenía los ojos húmedos—. Ustedes siempre fueron mi ejemplo a seguir. Su relación era tan estable y sólida... Nunca me hubiera imaginado que su amor llegaría a terminar. 

   Jaemin se mordió el labio inferior con fuerza. 

   ¿Estaba mal si de repente tenía ganas de llorar con él?

   —No, Jungwoo, no te sientas mal —Jaemin trataba de calmarlo—. Acabas de casarte, deberías estar feliz porque vas a estar con él amor de tu vida.

   —Ugh no, déjalo que sufra —Haechan aportó con crueldad— sino lo hace el estúpido de su hermano quien fue el que te dejó sin razón, entonces que lo pague él.

   Jungwoo suspiró con tristeza. 

   — ¡Haechan!

   — ¿Qué? ¡Es la verdad!

   — ¿Fue mi hermano el que te dejó? —Jungwoo susurró con pena—. ¿Por qué?

   —Ya te dije que es lo mismo que nosotros quisiéramos saber —más enojado que antes Haechan se cruzó de brazos—. ¡Nada de esto tiene ningún sentido!

   Jaemin no tenía ni idea de que hacer o de que decir para que su ex cuñado se sintiera mejor y que Haechan no se mordiera la lengua a la hora de soltar comentarios mordaces tampoco lo estaba ayudando mucho.

   —Ustedes se veían tan felices —Jungwoo agregó, sin deshacerse de la pena—. La última vez que estuvieron juntos en la despedida de Yukhei mi hermano te llevó flores y un enorme oso. No puedo creer que terminaran después de ese regalo tan tierno. 

  Jaemin frunció el ceño y miró a Jungwoo con extrañeza. ¿Flores y un oso de peluche? ¿La despedida de Yukhei? No entendía nada, la última vez que vio a Jeno como su novio fue un día antes de la graduación. A la despedida de Yukhei no había podido asistir porque estaba ocupado visitando a sus padres. Jeno en cambio sí había asistido, pero cuando Jaemin regresó por la noche para ver si cenaban juntos él no le había contestado el teléfono. Y al día siguiente ¡Bom! Ya habían terminado. Nada de lo que le estaba diciendo entonces tenía algún sentido.

   Además, ¿Cómo por qué Jungwoo había asistido a la despedida de soltero de Yukhei? ¿Eso era normal?

   Haechan también lo miró desde el sillón con desconcierto, seguramente pensando lo mismo que él.

   Era extraño que Jungwoo diera una información tan errónea, Jaemin no quiso darle más vueltas al asunto y se dijo a sí mismo que Jungwoo estaba confundiendo las cosas. A lo mejor recordaba mal. Después de todo Jeno habitualmente le regalaba chocolates y osos de peluches en las fiestas a las que iban, o en las citas. 

   — ¿Qué has dicho? ¡Explícate bien! —Haechan casi se lanza sobre el pobre para interrogarlo— ¿De qué estas hablando?

   — ¡Basta, Haechan! Déjalo tranquilo —Jaemin riñó entornando los ojos, limitando a su amigo con sus comentarios mordaces—. Jungwoo así es como fueron las cosas —lo miró a los ojos y suspiró, tratando de parecer fuerte aunque por dentro se estuviera muriendo del dolor—. Pero nada de esto tiene porque afectar nuestra relación. Jungwoo yo sé que esto sonara absurdo, pero... tus padres no lo saben todavía.

   — ¡Claro que no lo saben! Me dijeron precisamente que cuando te viera te invitara a comer, ¿ahora que les voy a decir?

   —Diles que estoy ocupado o que Jeno tiene cosas que hacer —Jaemin se apresuró a contestar—. No quiero que se enteren de esta forma. Al menos déjame decírselos en persona. Te lo estoy pidiendo como un favor, ¿podrías hacerlo?

   Jungwoo asintió despacio, tal vez no muy convencido. Jaemin sabía que no estaba acostumbrado a ocultarle nada a sus padres. Aquello lo hizo sentirse muy mal. Estaba orillándolo a que les mintiera.

   Un teléfono comenzó a sonar y Jaemin palpó sus bolsillos al igual que Haechan para verificar, sin embargo era el de Jungwoo el que estaba sonando.

   — ¡Es mi hermano! —gritó, como si en lugar de decir "es mi hermano" dijera "es el diablo"—. ¿Hola?

   Jaemin reprimió el descomunal deseo de pegarse al teléfono para escuchar la voz de Jeno. Debía ser fuerte, él era mucho mejor que eso. No se iba a humillar tan fácil.

   —No, no hace falta que me recojas —Jaemin y Haechan pegaron un brinco en sus lugares por la voz fría y rencorosa de Jungwoo—. ¿Por qué me trajiste aquí si tú y Jaemin ya no son novios? ¡Me haces quedar como un tonto, Jeno! Él no merece nada de lo que le estás haciendo. 

   Y luego le colgó.

   —Jungwoo, no hacía falta que...

   — ¡Cállate! En este momento estoy muy sensible —Jungwoo arrojó el teléfono sobre el sillón de enfrente, casi matando a Haechan en el proceso y luego, hizo un puchero—. ¿Tienes helado? ¿Galletas? ¿Un bolillo? ¿Algo que me calme esta depresión? ¡Lo que sea!

   Jaemin suspiró. La había regado. Ahora no sólo debía cargar con su propia tristeza, sino también con la del hermano del tipo que le había roto el corazón. 

   Y que además, ahora maldecía por su culpa.

   Jeno, ¿por qué demonios terminamos si hasta tu hermano me amaba tanto?


Move On |NoMinWhere stories live. Discover now