6. Actuar con madurez

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   Jaemin cerró los ojos, se apartó el teléfono y soltó una palabrota.

   —Humm, no sabía que los burros producían leche, creo que la voy a probar, ¿esta buena?

   —Seguro, es muy buena para la salud —internamente le rezó a todos los Dioses para que dejara de decir tantas incoherencias. Era imposible que su suegra se las creyera todas— ¿quiere que le deje algún recado?

   —En realidad hablaba para hacerles una invitación y dado a que mi hijo no me toma las llamadas como de costumbre, entonces te lo hago saber a ti —la señora Lee aunque se escuchaba indignada, también parecía muy emocionada—. En una semana es la boda de Jungwoo, como recordarás, y quería estar segura de que ambos van a venir.

   ¡Mierda! La boda de Jungwoo. La había olvidado por completo y a juzgar por la manera en como la señora Lee dijo que no se había podido comunicar con Jeno, suponía que a él igual.

   Jungwoo era el hermano mayor de su ex y se iba a casar con Yukhei, un hombre excéntrico y agradable que los invitaba de vez en cuando a tomar whisky a su casa en las montañas. Que no asistieran entonces a su boda, sonaba algo así como impensable. Sobre todo por la buena relación que mantenían. 

   —Supongo que sí —no quería hablar por él, pero ¿Y Jeno? Era obvio que asistiría a la boda de su hermano, no lo creía capaz de faltar—. Le voy a preguntar a Jen de todas formas, ¿le parece si le regreso la llamada en un par de horas?

   —Seguro. Sólo no me hagan quedar mal hijo, de verdad estaba esperando que ambos pudieran venir. Son como la cerecita del pastel, ¡los extraño tanto!

   Jaemin soltó un largó suspiro, tratando de no echarse a llorar por las palabras tan dulces de su ex suegra.

   —De acuerdo señora Lee, la llamó en un rato.

   —Claro cariño, cuídate. Y también a tu culo, no dejes que te hagan más bromas sobre él, ¿de acuerdo?

   —Hum, seguro.

   Con las mejillas ardiendo por la vergüenza, despegó el teléfono de su oreja y colgó. Listo para tirarse por la ventana.

   Acababa de meter la pata.

   ¿En qué mundo Jeno y él iban a poder asistir juntos a la boda de su hermano? Entendía que llevaban poco de romper, pero ya había pasado tiempo suficiente para que les dijera a sus padres que entre ellos ya no había absolutamente nada.

   No obstante, una parte suya, una que por supuesto nunca iba a reconocer en voz alta, se emocionó porque Jeno precisamente todavía no decía nada. Como si estuviera temeroso de enfrentar la realidad. Como si aún lo quisiera...

   Descartó sus sentimientos positivos ahí mismo.

   ¿Qué debía de hacer? Le quedaba claro que el único medio de comunicación entre sus padres y su ex novio, era él. No podía simplemente pasarse el recordatorio de la boda de su hermano por el arco del triunfo sólo porque en ese momento odiaba tanto a Jeno como para vender su desprecio por kilo. Necesitaba actuar.

   Actuar con madurez.

   Pero no era fácil, menos en una situación tan comprometedora como la suya. Jaemin se mordió el labio inferior y por media hora pensó en lo que se iba a convertir en su siguiente movimiento.

   Tomó el teléfono y buscó el contacto de Jeno, cuando no lo encontró recordó que había borrado todo. Pero por desgracia, sus dedos se movieron solos y teclearon su número al instante. Porque se lo sabía de memoria.

   Francamente esperaba que Jeno tampoco le tomara el teléfono, tal y como su madre le había dicho que hacía con ella, sin embargo, sólo pasó el primer timbre antes de que su voz ronca resonara por la línea, haciéndolo temblar.

   — ¿Jae?

   Trató de no emocionarse por ser el único al que le contestaba las llamadas a la primera.

   —Lamento molestarte Jen... Jeno, pero tú madre me ha llamado.

   —Ugh, ¿ella te está molestando? Me estuvo llamando toda la mañana pero no creí que fuera importante.

   Jaemin miró su mano temblorosa sobre su regazo. Intentado no quebrarse.

   —No me molesta, Jeno —Dios, decir su nombre completo era difícil y extraño— . Ella puede llamarme cada vez que quiera. En realidad intentaba comunicarse contigo para saber si asistirías a la boda de Jungwoo.

   —Mierda —lo sabía, Jeno al igual que él ni siquiera lo recordaba—. Lo olvidé por comple... espera, ¿has dicho "asistirías? ¿Ella no te ha invitado?

  Sabía que tenía dos opciones; mentirle a Jeno y evitar la situación, corriendo el riesgo de que la señora Lee se fuera a molestar por pisar sus verdaderas intenciones, o decirle la verdad y pasar un momento tremendamente incómodo con él.

   Pero... la señora Lee siempre había sido tan buena con él. Lo protegía como si fuera uno más de sus hijos. Jaemin no quería entrometer a sus padres porque para empezar, no tenían nada que ver en su historia de mierda. Ellos eran punto y aparte.

   Tenía dos opciones. Pero no sabía cuál elegir.

   —Ella también me ha invitado. Obviamente le dije que te lo iba a preguntar antes.

   Otro silencio sepulcral en la línea y Jaemin pudo jurar que Jeno estaba negando con la cabeza mientras se rascaba el cuello con nerviosismo. Aquel era uno de sus gestos más frecuentes.

   — ¿Tú quieres ir?

    ¡Pues por supuesto que no! ¿Con que cara iba a mirar a los padres de Jeno? ¿Cómo podría pasar un día de diversión en la boda de su hermano? Lo que menos quería era arruinarle la felicidad a Jungwoo con su actitud fría y distante. Él era un chico tan dulce que de solo pensarlo le causaba escalofríos.

   Pero, ¿Qué otra opción le quedaba? Seguro que en la fiesta preguntaban por él, y, ¿luego? ¿Cómo se sentirían todos al saber que ni siquiera había tenido la delicadeza para decirles que había cortado con su hijo mayor después de tres años?

   —No tienes que ir sino quieres, pero Jae... —él seguramente de nuevo se estaba rascando el cuello— A mi familia le hace mucha ilusión verte.

   — ¿Y crees que no lo sé? —respondió con amargura—. Esto es una mierda Jeno.

   Y no se refería exactamente a la fiesta, sino en general. A su ruptura, ¿Por qué demonios lo había terminado si su vida era tan perfecta? ¿Por qué?

   —Lo siento, Jae —sonaba sincero y hasta un poco melancólico, lo cual no le ayudaba en nada a ser objetivo. Jeno siempre ha sido su mayor debilidad—. No te preocupes, le diré a mis padres que...

   —Iré —Jemin afirmó, seguro de que estaba condenándose de la manera más absurda y cobarde—. El sábado te veo en la casa de tus padres, no tenemos por qué irnos juntos.

   Jeno suspiró. 

   —De acuerdo.

   —Bien.

   —Adiós.

   Adiós, mi amor.

   —Nos vemos.

   No dejó que el deseo lo traicionara así que solo colgó. No tenía derecho de llamarlo de ninguna manera que no fuera su nombre.

   Después de todo, ellos ya habían terminado.

Move On |NoMinWhere stories live. Discover now