Las calles se encuentran solitarias para ser un jueves excepto por algunas familias dejando a sus hijos en la escuela cerca. Por suerte, logré hablar con mi director para hacer mis exámenes finales antes de diciembre así que solamente sufí tres días y ahora estoy libre como una jodida paloma para poder iniciar el proceso de admisión de las universidades.

Sin darme cuenta, llego a Candem Town, mi corazón se encoje al tamaño de un grano de sal. El precioso edificio negro me saluda con descaro, mis pies se adhieren al suelo con tan solo pensar en que quizás exista la mínima posibilidad que él se encuentre ahí.

-Necesitas moverte- hablo conmigo misma.

Quizás sea verdad, necesito moverme antes de que termine congelada hasta los pensamientos. Trago de manera abrupta para intentar calmarme pero siendo sincera dudo que sea capaz de regresar a la normalidad.

La puerta del café resuena al entrar, busco con la mirada una mirada verde pero ninguna llega a parecerse a la que busco solamente un mar de ojos.

Quito el abrigo de mi cuerpo, el calor lentamente inicia a llegar a mis extremidades.

-¡Al fin te dignas a llegar!- grita Elena, llamando la atención de todas las personas- Llegas dos horas tarde-

Reviso el reloj para confirmar que son las nueve en punto.

-Elena..- espero no morir- Llegue a tiempo-

Sus ojos me ven con furia y me preparo para lo peor pero nada sale de sus labios.

-El bebé se está moviendo- llevo una de mis manos a su vientre para sentir las pequeñas patadas- Odio que me toqueteen-

Intento quitar la mano pero la mano de la pelinegra sujeta la mía con fuerza.

-Ahora no, que me incomoda el cambio de temperatura- gruñe de manera extraña- Gabriel va a llorar cuando se entere-

Imagino la tierna escena y por tercera vez en la mañana, mi corazón se estruja.

-Quita la mano-

Tal como dice, no dudo en cumplir la orden.

-El cariño humano siempre me ha parecido asqueroso- la sonrisa que pude haber tenido desaparece de mi rostro- Hoy tenemos que iniciar las decoraciones para Navidad- suelta una risa extraña- Solo el estúpido de nuestro jefe decora a finales de Noviembre-

Diría algo pero desde que tengo memoria siempre he decorado a inicios de Noviembre así que mejor no decir nada.

-Como estoy embarazada- sus manos viajan hasta su estómago- No puedo levantar cosas pesadas y esas mierdas- ya se como va a terminar esto- Es tu problema todo el tema de la decoración y eso-

Ni una palabra más, se da la media vuelta dejándome sola con demasiadas dudas.

-¡Elena!- corro a su dirección- ¿De donde voy a sacar todo?-

Una llave aterriza en mi frente.

-¡En la bodega!- no digo nada- Desearía ayudarte pero no te preocupes-

Sostengo las llaves con horror, necesito poner mi mente en otro lugar así que quizás sea buena idea decorar todo el café.

Con pereza, camino hasta llegar a lo que supongo es la bodega o cuarto oscuro con posibles ratas. Al prender la luz, puedo ver las millones de cajas con etiquetas extrañas saludandome pero diablos necesito concentrarme y no entrar en pánico.

-Mierda-

Inhalo con fuerza pero mis pulmones se llenan de polvo haciéndome toser con demasiada fuerza.

Mi Caos RusoWhere stories live. Discover now