La Despedida

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Después de muchas horas seguidas de trabajo, ella sigue fervientemente hasta altas horas de la noche. Luego de revisar los informes Gabriela se quedó sola en el viejo almacén supervisando el cargamento que llego, las horas pasaban y ella quedo sola en el lugar. La tranquilidad era tal que para que era un placer trabajar ahí, pero todo fue interrumpido cuando; ella escucho fuertes golpes de unos de los lugares donde ya nadie había.

- ¡¿quién anda ahí?!- Y el silencio responde a sus gritos - ¡¿Qué, QUIEN ESTA AHI?! - grita ella, ya poseída por el miedo, dejando caer sus apuntes. Al oír que el silencio roto por un fuerte golpe, procedente de la parte más oscura del almacén.

El miedo consumía rápidamente a Gabriela al oír los ruidos y ver como las cosas caían al suelo sin motivo aparente, los gritos frenéticamente que ella emitía eran vilmente calladas por el miedo, aunque esto no impidió que corriera hacia la salida del almacén, el aumento de los ruidos era abrumador y más violento cada vez. Cada vez estaba más cerca de ella haciendo que la desesperación la obligué a correr más y más rápido. El miedo al consumirla la forzó a cerrar los ojos, haciendo que ella tropiece y caiga al suelo violentamente.

- ¿Estás bien? -dijo él, mientras entraba. Ella lo miro desde el piso y se arrastró hacia atrás más por la sorpresa que por el miedo.

-Cálmate, te vine a buscar -dijo él, mientras ella alzaba la mirada cuando se levanta, para abrazarlo mientras sollozaba.

-cálmate, y ya vámonos.

-Es que, tuve tanto miedo - dijo ella con los ojos llenos de lágrimas, mientras miraba hacia atrás. Para su sorpresa que todo estaba correctamente ordenado -no entiendo que paso.

- Es porque estas cansada... -susurro él, mientras la abrazaba.

La oscuridad de la noche era sofocada por el brillo de la luna, el viento soplaba fuerte a la salida de aquel almacén, las luces opacas de los postes eran simples adornos comparadas al brillo de aquella noche de luna llena. Ella aun temblando más por el miedo de lo ocurrido que por el mismo frio de la noche, camina y buscan entre sus cosas nerviosamente al llegar a la puerta de salida.

- Señorita, su credencial por favor. - dijo el hombre de la seguridad, que la miraba con curiosidad.

-Si ahí tiene.

-Gracias, una firma aquí por favor. -dijo el hombre, mientras la miraba con mucha extrañeza.

-Bien... listo - dijo ella, mientras se despedía del guardia de seguridad y su incomoda forma de verla.

-Qué tipo para extraño -dijo él, mientras sonreía y la miraba tiernamente -vamos a beber algo-dijo, mientras ella lo miraba con una sonrisa que se escondía detrás de sus labios.

Bajo la luz de la luna, ella baila de felicidad con una sonrisa que ya no puede ocultar ignorando el frio de la noche y el miedo que experimento momentos atrás. La felicidad era al punto que ella lo lleva a uno de sus lugares preferidos en una de las más viejas calles de esa ciudad lóbrega.

-Siempre me gustaste. - dijo él, mientras tomaba un sorbo de su trago y la miraba.

-Tú también, pero te fuiste -dijo ella, mientras evadía la mirada.

-Por eso vine, a corregir mi error, Te amo. -dijo él, mientras mostraba una sonrisa coqueta.

-Lo siendo, ya tengo novi... - antes de que termine la frase, él la beso impidiéndole continuar...

-no importa, solo quiero que lo sepas. - dijo él, mientras cambia su mirada alegre a una triste.

-Pero, pero... - Ella trataba de hablar, pero él la interrumpía con sutiles besos.

-No digas nada, yo te esperare en la otra vida donde te amare... - dijo él, mientras ella lo observaba sus labios para besarlo una y otra vez.

- ¿Porque dices eso?

-Porque quiero que seas feliz, con tu novio.

-Idiota -dijo ella molesta, el, la observaba con ternura y tristeza a la vez.

Al abrazarla, ella lo perdona y los besos son un tan sinceros que no tienen fin, ya camino a casa, el, la abraza y sin soltarla la lleva susurrándole versos de amor y perdón a la vez. Ella al oírlo lo observa y lo acaricia con ternura, como si ella entendiera todo lo que él dice, mientras caminan una decisión ya es tomada en la cabeza de Gabriela.

Tras la fría noche de luna llena, Gabriela da el último beso apasionado a su acompañante antes de entrar a la casa. La sonrisa de ella se borró al estar al frente de la puerta de la casa luego de respirar profundo varias veces, abre la puerta y al entrar para su sorpresa alguien se le acerca rápidamente y la abraza fuertemente.

- ¿Estas bien amor? - dijo el joven que estaba dentro de una habitación con la luz tenue.

- ¿sí? ¿Qué ha pasado? - dijo confundida mientras lo alejaba de ella.

-lo siento amor, ¿recuerdas a Damián? él que se fue al extranjero. - dijo él, que llevaba una mirada triste fija hacia ella.

-Sí que tiene...-dijo ella, aun confundida por la situación.

- sé que estabas perdida enamorada de, él, y lamento decirte que murió hace dos días...

- ¡QUE!... -dijo ella, mientras que su corazón se aceraba y sus ojos se abrían más de lo habitual.

- lo siento amor, fui a tu trabajo, pero me dijeron que te estabas muy ocupada haciendo un inventario. - dijo el muy preocupado. La respiración de ella se volvió violenta mientras se descontrolaba por el pánico.

En la tenue iluminación de aquella habitación, las lágrimas recorrían por el rostro de Gabriela mientras caía en uno de los asientos al recordar que esta con él hace unos momentos.

Terror NocturnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora