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Al llegar a casa y no ver el auto de Juho afuera suspiró aliviado, sacó las llaves de su mochila y las introdujo en la puerta, iba a girarlas pero un claxon y un deportivo azul brillante estacionándose frente suyo lo sacaron de su tranquilidad. Se apresuró a abrir la puerta, luego la llave no quería salir. Juho se bajó del auto y con varios papeles y su maletín se acercó al pequeño quien aún batallaba por sacar sus llaves.

– Parece que se atoraron. Déjame ayudarte. – Chani apartó su mano de las llaves y dejó que Juho con solo un suave movimiento las sacara, su corazón quería salirse de su pecho. – Aquí tienes. Parece que las estabas forzando. – Chani extendió sus manos para recibirlas e hizo una pequeña reverencia con la cabeza.

– Gra-Gracias. – No dijo nada más y entró a la casa corriendo hacia las escaleras. El estudio de Juho quedaba en la primera planta, si tenía suerte no subiría en toda la tarde.

– ¡Espera! – Su profunda voz lo detuvo con un pie en el primer escalón. Se giró y sonrió dulcemente como habitualmente lo hace.

– ¿Sí? ¿Necesitas algo?

– No, pero si llegas a necesitar algo yo estaré en mi estudio, quizá tengas alguna pregunta haciendo tu proyecto. – Dijo amablemente mientras sonreía.

– Amm... sí, eso haré, gracias. – Sonrió y subió un escalón. – Me iré a mi habitación. – Hizo una leve reverencia con la cabeza y subió rápidamente. Al entrar en su habitación cerró la puerta y se recargó en ella tocando su pecho que subía y bajaba con rapidez. – Eres un tonto Kang Chani. Olvídalo, no haremos nada, te quedarás en tu habitación y dejarás que Juho trabaje en su estudio. No te metas en problemas innecesariamente. –

Se separó de la puerta y se quitó el saco del uniforme, sacó unos libros y cuadernos dejándolos encima de su escritorio abiertos en cualquier página, puso encima de ellos varios lápices y notas adhesivas, prosiguió a quitarse los zapatos y las medias, se tiró encima de su cama y cerró los ojos, la imagen de Juho sonriéndole en el desayuno apareció en su cabeza, abrió los ojos y tomó uno de los pequeños cojines colocándolo en su rostro suspirando.

– Por qué tienes que gustarme tanto Baek Juho... – Quitó el cojín de su rostro y sacó su teléfono del bolsillo. – Le hablaré a Hwiyoung. –

Chani

-¿Estás ahí?

Hwi

-Sí, aquí estoy.

-¿Ya pasó algo?

Chani

-No, idiota y no va a pasar nada

-Solo te escribo porque estoy perdiendo la cabeza

-De verdad quiero ir a su estudio y hacer que algo pase

Hwi

-¡Pues ve!

-Ya te lo dije, tienes una oportunidad, no la dejes pasar

Chani

-No lo sé Hwi...

Hwi

-O si no quieres que algo malo pase, según tú,

haz lo que siempre haces en las noches

que te sientes abrumado por querer estar con él

Chani

-No me masturbaré con él allá abajo en su estudio,

puede subir o puede escucharme

Hwi

-Solo hazlo, será adrenalina pura

-Al menos pasará algo subido de tono

mientras estén ustedes dos solos

Chani pensó por un momento y asintió, no se metería en problemas y solo tendría que actuar normal cuando fueran a cenar. De todos modos no era la primera vez que se masturbaba pensando en su guapísimo padrastro. No era una mala idea después de todo.

Ya no respondió más a su amigo, asomó la cabeza debajo de su cama y de una caja pequeña sacó su juguete sexual; un vibrador mediano y grueso en forma de miembro y una botellita de lubricante sin sabor. Quitó su pantalón y en su teléfono buscó su álbum de fotos de Juho, fotos que robó de sus redes sociales y otras que sutilmente ha podido tomarle cuando considera que se ve guapo. Empezó a verlas imaginando una situación en la que subiera, abriera la puerta y que lo hiciera suyo. Sus manos pasaban por su pecho de manera sensual, gemía en voz baja y cerraba los ojos, soltó todos los botones de su camisa y seguía pasando sus manos por su cuerpo. Se concentró en sus pequeños y rosados pezones, logró ponerlos duros pellizcándolos y apretándolos un poco.

Se arrodilló en la cama mirando hacia la cabecera, sacó sus bóxers y abrió sus piernas. Apoyó su mano izquierda sobre la cama para inclinarse hacia delante. Con la mano libre quitó la tapa del lubricante y ensució un poco sus dedos, los pasó por su estrecha entrada asegurándose de que estuviera bien lubricada, luego ubicó el vibrador en medio de sus piernas y bajando el trasero lentamente logró introducir gran parte del juguete.

– Ah... creo que sí debí prepararme. Ngg... –

Con una pequeña mueca empezó a moverse hacia arriba y hacia abajo sosteniendo el vibrador con la mano derecha. En su cabeza, la idea de que Juho era el que estaba llenándolo lo hizo excitar aún más. Bajó su camisa dejando descubiertos sus hombros, sus mejillas ya se han tornado con un rosa adorable que lo hacía ver aún más vulnerable. Pequeños gemidos se escapaban de sus labios entreabiertos y algo rojos debido a las mordidas sutiles que hacía para no gemir más fuerte.

Juho seguía en su estudio trabajando en un informe en su computadora, para poder terminarlo necesitaba una carpeta con los archivos del mes pasado que se encontraba en su mesa de noche. Se encontraba bastante relajado, no quería subir pero quería acabar el informe antes de que su esposa llegara. Ya no tenía puesto su saco ni su corbata, los puños de la camisa se encontraban enrollados en sus codos y los primeros cuatro botones del cuello estaban separados.

Con los pocos ánimos de subir, se levantó de su silla y salió del estudio. Le llamó la atención pequeños quejidos que se oían en el segundo piso. 'Chani', pensó.

Mientras subía las escaleras los extraños quejidos se hicieron más fuertes a tal punto de poder oírlos con total claridad. Juho supo enseguida que no eran quejidos por algo que estuviera pasando incomodando a su hijastro, eran gemidos y oh por Dios, que deliciosos se oían.

Caminó por el pasillo hasta la habitación del pequeño y acercó la oreja para poder oír mejor, se mordió el labio inferior y negó rápidamente. No podía pensar de esa manera del hijo de su esposa, además de que es menor de edad y sería algo como pedofilia o pornografía infantil, pero quería echar un vistazo, quería verlo gimiendo.

Se alejó de la puerta en silencio pero a los tres pasos que dio se detuvo por un gemido fuerte que se filtró en sus orejas, se mordió el labio inferior nuevamente y suspiró sintiendo como ese gemido logró despertar a su amigo allá abajo. Quiso seguir alejándose de la habitación pero más gemidos retumbaron en el pasillo. Olvidó todos sus cabales y se acercó en silencio nuevamente, excitado por lo dulce y jodidamente sexy que gemía aquel niño. Tomó el pomo de la puerta y lo giró lentamente para no hacer ruido, no iba a hacer nada malo, luego iría a calmar a su amigo. De todos modos... ¿Qué es solo dar un vistazo?





MI PADRASTROWhere stories live. Discover now