𝟬𝟬. ❛ MITAD DE UN CORAZÓN. ❜

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Las rejas fueron brutalmente abiertas por el hombre, llamando la atención de Peter, quien alzó la mirada y dejó de esconderse detrás de June. Ella miraba con curiosidad al hombre, tratando de ocultar el terror.

Él simplemente miró a ambos, con atención, como si tuviera que hacer una elección rápida. June se espantó incluso más por ello, técnicamente los alienígenas los habían raptado, y ella tenía la imagen de Andrew en su mente, quien estaría solo, cuando se suponía que serían los tres para siempre, pues su mamá se había ido. Habían hecho una promesa.

—¿Algún problema, jefe? —cuestiona uno de los hombres con rojiza vestimenta.

—Creí que los dos serían varones, y también idénticos —le responde, viendo a June fijamente.

Aquél acto logró inquietarla mucho más de lo que ya lo estaba. Los ojos del sujeto estaban puestos en ella, y ligeramente miraba a Peter, quien de repente fue capaz de mostrar un semblante un poco más rígido, al notar que el terrorífico hombre azul miraba a su hermana de manera despectiva.

De repente, se acercó velozmente a tomar del brazo a June, con una fuerza que logró levantarla desde el suelo en que estaba sentada. Pero Peter no soltó su mano, gritó con fuerza y peleó, tratando de que su hermana permaneciera a su lado. June peleaba de igual manera, trataba de no soltar la pequeña mano de su mellizo.

Uno de los hombres se aproximó a tomar a Peter, a cargarlo para apartarlo de la niña, pero ellos jamás habían peleado con tantas fuerzas como lo habían hecho en ese momento, tratando de permanecer con sus manos entrelazadas, tratando de permanecer juntos.

Y las pequeñas manos comenzaron a deslizarse, lentamente, provocando los gritos más estruendosos en los pequeños, logrando molestar más a Yondu, quien simplemente dio un tirón más fuerte del cuerpo de la niña.

Y sus manos se soltaron.

June apenas vio como uno de los hombres aventó el pequeño cuerpo de su hermano dentro de la celda, con fuerza e intención notoria de encerrarlo para que no fuera detrás de ellos. Eso la molestó mucho, ella era técnicamente su hermana mayor por ocho minutos.

Al salir de la nave, ella sintió un ligero dolor en su cabeza al darse cuenta de que había muchas luces apuntándola, con otras naves fuera, como si estuvieran esperando su llegada. A este punto de los acontecimientos, comenzaba a marearse.

El suelo era una especie de tierra, o arena incluso, pero algo oscura. Al mirar a sus alrededores, solamente divisó montañas, y parecían estar en medio de la nada. Las únicas luces eran irradiadas por la luz de la luna y las naves. Ella continuaba creyendo que eran ovnis, cosa en la que siempre había creído.

Miró hacia el cielo, y era azul, estrellado aquella noche, de una manera coruscante y, en cualquier otra situación, hermoso. Por un momento creyó que había estado en la Tierra todo ese tiempo... hasta que miró a personas con vestimenta y apariencia bastante extraña. Eran muy altos, con trajes exactamente iguales, color azul oscuro, a excepción de una mujer, quien tenía puesto un traje más llamativo, aunque era color blanco, con logos que parecían insignias doradas en su traje, su cabello era también blanco, casi plateado, suelto y liso. Ella logró mirar sus enormes ojos, que por dos segundos fueron brillantes y dorados, para después volver a la normalidad, y se sintió increíblemente aterrada por ello.

La mujer la miró fijamente, para después dirigir su mirada hacia el malo hombre azul.

—¿Una niña? —cuestiona la mujer. Su voz era suave, elegante y con una pizca de impresión.

—Es lo que acordamos. Es sangre. Podrás entrenarla —le dice, mientras June continúa forcejeando. Ella lograba escuchar los gritos de Peter.

—Edmirg —pronuncia ella, con la misma suavidad.

Uno de los hombres se acerca en seguida, con firmeza hacia June, quien se pone a lloriquear nuevamente cuando la levanta entre sus brazos, sin necesidad o intención de lastimarla.

—La transferencia está hecha —le hace saber a Yondu, quien no despega la mirada de la niña—. Buena suerte.

Casi con clemencia, June mantiene contacto visual con el hombre, tratando de pedirle con aquellos enormes ojos persuasivos, que la dejara volver con su hermano, que los dejara libres y en la Tierra, donde ellos tenían la nueva responsabilidad de hacerse cargo de alguien más. Nunca había querido tanto regresar a casa.

—Puedes irte —finaliza.

Yondu decide no mirar más a la niña, quien terminaba por hacerle creer que venderla era una pésima idea, y que se iba a arrepentir. Prefirió marcharse antes de considerarlo mejor, y quedarse con el chico. Esa niña iba a estar bien, nadie podría explotar sus habilidades tanto como esa mujer, esos guerreros. Ella iba a estar bien.

Y así, definitivamente, cuando la nave siguió su camino, los separaron, y rompieron el que era un corazón, a la mitad.

—No hay por qué llorar, pequeña —le indica la mujer—. Confía en mis sabias palabras: estarás a salvo.

June observó a la mujer. Ella tenía el semblante más relajado y pacifico que jamás había visto, aunque todos sus amigos parecían estar listos en devorar a quien fuera en cualquier momento.

—¿Quién eres tú? —le pregunta.

—Yo soy Aryda, ¿y tú? —le regresa la pregunta, tratando de ser cálida, buscando señales en ella de algún poder celestial.

—June —murmura.

—June, yo voy a enseñarte todo lo que no sabes sobre ti.


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HOLY REVIVAL  ✵  STEVE ROGERSWhere stories live. Discover now