Pasan cinco minutos y finalmente el autobús aparece. Subo, muestro mi credencia de estudiante y me voy hasta el último asiento, el que queda junto a la ventana. No tengo acompañante y eso me da la libertad de hacer eso que tanto quiero desde que el director me palmeó la espalda y me dijo con voz cálida que tomara asiento. Que estaba tomando una decisión acertada.

   Todavía tengo el volante de la universidad entre las manos, y es casi compulsiva la manera en que lo doblo en una, dos y cuatro partes. Como si con eso redujera las posibilidades. Lo miro una vez más, y ahí, justo ahí, en un bus con un montón de desconocidos y el sonido del escape haciendo eco en mi cabeza, me dejo llevar.

   Escondo la cabeza en la mochila y lloro, porque ya no puedo más.

   No entiendo que estoy haciendo mal, cada paso que doy hacia adelante es como si retrocediera veinte. He intentado salir del hoyo negro en el que constantemente la vida se empeña en sumergirme, pero por más que soy optimista y trato de llegar a la luz, algo sale mal en el camino. Y entonces tropiezo, y vuelvo al inicio, ese mismo en donde ya me cansé de tanto estar.

   Irme de aquí significa escapar de mis problemas, actuar de manera cobarde al no hacerles frente. Eso lo sé, lo entiendo, pero es que... ya no tengo motivos para quedarme. La única persona que me mantenía cuerdo me dejó. Como todos lo hacen.

   Sin sentido, sin explicación.

   ¿Cómo puede alguien quererte y luego ya no? Jaemin parecía sincero cuando me decía que me quería. Cuando me decía que era feliz. Lo más fácil sería echarme la culpa y señalar que el único que estuvo inventándose cosas fui yo. Pero lo cierto es que lo sentí. Sentí el cariño en sus ojos y el consuelo en sus palabras. El sentimiento era el correcto, creí que podía aferrarme a él, que después de vivir años cometiendo errores, por fin había acertado en algo.

   ¿Acaso me equivoqué? ¿Acaso el me mintió?

   Lo tenía todo, pero por una cosmovisión equivocada, el sueño se desvaneció y no me quedó más que aceptar sus palabras y huir de sus confundidos ojos que tanto daño me estaban provocando. A lo mejor debí pedirle una explicación más certera, para que así yo no tuviera que ingeniármelas en el futuro tratando de entender qué demonios salió mal. Pero, el dolor fue tan concluyente y certero, que no pude pensar en nada más. Me debilité y dejé que esos miedos, esos que ilusamente creí erradicados, volvieran a atacarme y a tomar el control de mis sentimientos.

   A la lejanía, siento que alguien toma asiento a lado de mí, pero ni siquiera una presencia evita que continúe llorando sin consuelo. No me importa lo patético que pueda lucir llorando en un espacio público. Me siento tan roto por dentro que no me interesa en lo más mínimo lo que refleje en el exterior.

   Cierro el puño contra el folleto y lo arrugo, deseando destruirlo. Por un momento imaginé que las cosas podían mejorar, que Jaemin y yo enfrentaríamos los problemas juntos y que después de una ardua batalla se quedaría tranquilamente a mi lado, para disfrutar de lo que ambos estábamos construyendo. Los miedos y todas las cosas malas que mi madre dijo habían quedado sepultados bajo capas de valentía y seguridad. Porque si antes tenía pocas dudas, ahora ya no tenía ninguna. Apoyaría a Jaemin sin rechistar. Enfrentaría a sus padres, hablaría con Renjun y le demostraría a Jungwoo y a Yukhei que no estaba equivocado, que finalmente había encontrado a la persona correcta.

   Ingenuo de mí al pensar que sería tan fácil.

   No esperaba que todo saliera conforme a mis intenciones, pero tampoco esperé a que las cosas cambiaran tan drásticamente. Un día lo tenía entre mis brazos y al otro me decía en la cara que no me quería. Que prefería a Renjun antes que a mí.

Extraño |NoMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora