“No haré ni enviaré una lista al polo norte para San Nick, ni siquiera me quedaré despierto para escuchar el mágico sonido de los renos.
Porque sólo te quiero aquí esta noche, abrazandome fuerte,
¿qué más puedo hacer?
todo lo que quiero para Navidad eres tú. ”

Se abrazó a sí mismo mientras se acurrucaba entre las mantas del sillón, las horas pasaban y luego de hacer las galletas navideñas, decidió que ya era hora de cocinar.

Hizo la comida para aquella noche, todo estaba perfectamente limpio en la casa y los familiares comenzarían a llegar en un par de horas más.

Nuevamente se sintió sólo y triste.
Ahora mismo llevaba un pantalón holgado rosa y un crop top gris de manga larga, junto a sus medias de Santa Claus y unas pantuflas de gatito.

Tomó una de las galletas en forma de árbol navideño y se dispuso a cambiar la televisión en busca de algo que lo entretuviera.

“Todas las luces resplandecen  brillantemente por doquier y el sonido de la risa de los niños inunda el aire.
Todos están cantando, oigo las campanas del trineo,
Santa
¿no me traeras lo que realmente necesito?
¿podrías por favor traer a mí bebé conmigo?”

Emilio estaba con Niko y Diego en el centro comercial terminando de comprar los regalos de Joaquin.

—¿Creen que él no sospeche nada realmente?—preguntó el castaño a sus amigos, quienes de igual manera eran amigos de Joaquin.

Diego sólo lo observó y luego estalló en carcajadas.

—Amigo, amo a Joaquin, de verdad que sí lo quiero pero debe estar tan deprimido que de seguro no estará pensando en otras posibilidades. —murmuró el rubio siendo seguido por Nikolas.

—Totalmente de acuerdo, sabes que le encanta el drama y en lo que a mí respecta, dudo que tenga en mente que puedes estar por ir.

Emilio se quedó pensándolo y asintió.

—Bien, vamonos antes de que decida tirarse por el balcón. —murmuró entre risas y con todas las bolsas en mano, se dirigieron a la salida del centro comercial para así llevar al rizado a su casa.

“No pediré mucho en ésta Navidad, ésto es todo lo que estoy pidiendo.
Sólo quiero ver a mí bebé de pie justo afuera de mí puerta. ”

Joaquin estaba tan sumido en la tristeza y sus propios pensamientos que no notó cuando el mayor abrió la puerta de entrada, quedando parado debajo del muérdago.

El corazón de Joaquin comenzó a latir con demasiada fuerza y rapidez cuando escuchó aquella voz que era música para sus oídos.

—¿Me extrañaste?—el rizado preguntó siendo interrumpido por los brazos de su pequeño bebé que ahora rodeaban su cuello mientras que sus labios estaban sobre los del rizado, moviéndose lentamente en un beso suave y necesitado.

Al separarse ambos por falta de aire, el mayor tomó a su pequeño por la cintura haciendo que enredara sus piernas en la cadera del más alto.

—¿Eso responde a tú pregunta, papi?.

El más alto sin despegarse ni un segundo de su bebé, cerró la puerta con llave y de un rápido movimiento ambos ya estaban en el sillón.

Emilio sentado y joaquin en su regazo, besándose desesperadamente y toqueteando cada parte libre de sus cuerpos, necesitando más tacto uno del otro como si no se hubiesen tocado en años.

Que la ropa de cada uno terminara en el suelo fue cuestión de cortos minutos, ambos ahora se encontraban completamente desnudos chocando piel con piel, besándose y tocándose como si su vida dependiera de ello.

Emilio al instante penetró a Joaquin, el pequeño ante aquella acción, comenzó a dar pequeños y lentos saltos sobre su miembro, sintiendo aquel grande miembro taladrar su interior.

—joder papi, como extrañaba esto. —susurró entre agudos gemidos sin detener sus movimientos.

—también yo, princesa.
no te imaginas como extrañaba escuchar tus agudos gemidos y los chillidos de placer que sólo yo puedo obtener de tú linda boquita.—Emilio emitió un leve gruñido mientras movía su cadera en círculos al ritmo de los saltos de su bebé. 

Bastaron tan sólo unos minutos más para que ambos se corrieran entre gritos de placer, gemidos y suspiros.

Joaquin manchó parte de su abdomen con su semen, mientras que Emilio se corrió dentro suyo.

Permanecieron así por un rato mientras joaco colocaba su cabeza en el hueco entre el cuello y hombro del rizado.

Todo lo que quiero para Navidad eres tú. —susurró el pequeño castaño antes de caer dormido en los brazos de su novio.

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all I want for Christmas is you. -emiliaco. Where stories live. Discover now