—Estoy bien —murmuró tras respirar varias veces, controlándose.

—¿Según el punto de vista de quién? —insistió Kei impasible.

—No me había lesionado —continuó Julian irritado, molesto por la manera que Kei se negaba a escucharlo—. No tenía ninguna herida, sólo era...

—¿Una manera de buscar dolor? —le ayudó Kei fríamente, moviéndose frente a él.

Julian respiró con fuerza y trató de sacudir la cabeza, demasiado tenso, tratando de seguir sus movimientos de reojo, apretando la hoja con fuerza en la mano, prácticamente fuera del bolsillo.

—No es verdad —sollozó desesperado—. Ya no lo hago, ya no lo necesito. De verdad...

Julian escuchó como Kei suspiraba, de nuevo deteniéndose frente a él.

—Es suficiente, Julian. Levántate.

Hizo ademán de volver a tocarlo pero Julian lo apartó de nuevo, dándole un manotazo.

—¡No quiero, Kei! —gritó sintiendo como las lágrimas se deslizaba por sus ojos e inconscientemente su espalda se inclinaba de nuevo hacia delante. ¿Por qué no podía entenderlo?—. No me hice nada, sólo me había mordido el labio.

—He dicho que es suficiente, Julian.

Julian apretó los labios con fuerza un segundo, incapaz de hacer verdadera presión por el temblor que notaba en todo su cuerpo.

—¿Es que tú nunca te has mordido el labio? —insistió dolido, irritado, incapaz de encontrar una forma de llegar hasta él, desesperado por conseguir que lo entendiera, por conseguir que dejara de verlo como un enfermo al que había que atender y cuidar las veinticuatro horas del día, alguien completamente dependiente.

—No.

La respuesta de Kei lo desinfló completamente y Julian sintió como se derrumbaba, como cedía y sepultó la mirada en las zapatillas de Kei, derrotado.

—No todos... —sollozó— somos como tú.

—Ni planeo que lo seas.

No, claro que no. Él era inservible, un inútil y nada de lo que hacía aportaba nada bueno. Le había destruido la vida, había arrebatado con sus acciones la vida de muchos y era el chico rubio quien arrastraba esas muertes en sus hombros. Él sólo era una carga pero aún así... Apretó la hoja en la palma de la mano hasta que sintió dolor, dejando que las lágrimas descendieron por su rostro silenciosas, únicamente acompañadas por débiles sacudidas que agitaban su cuerpo.

—Dijiste... —susurró apenas en un susurro, humedeciéndose los labios— ¡Dijiste que me ayudarías! —explotó sacando junto a la hoja toda la rabia que sentía, tirándole el papel a Kei que lo cogió antes de que cayera al suelo y Julian se permitió hundir los hombros de nuevo, reprimiendo mal un sollozo cuando Kei tras un escaso minuto volvió a acuclillarse dejando caer sobre sus piernas la hoja arrugada.

—¿Por qué no pruebas a leérmelo tú?

—¿Qué...?

La vocecilla que salió de su garganta quedó ahogada cuando una mano de Kei le cubrió los ojos y con la otra tiró de su brazo, obligándolo a enderezarse antes de sentir la calidez de sus labios, la humedad de la boca de Kei entreabriendo sus labios suavemente, besándolo con cuidado apenas unos segundos antes de apartarse de él, privándole de la suavidad de aquella caricia tan rápido que Julian estuvo a punto de tambalearse.

—¿No habías escrito que esto era una de las cosas que querías probar? —Julian se estremeció al escuchar la voz de Kei, el aliento sobre su rostro incapaz de responder—, pero de hecho, es muy simple, si no tienes que mirarme, puedes hacer cualquier cosa, ¿no te parece?

Kei liberó de improviso su brazo, dejándolo caer, apartando la mano de sus ojos y Julian bajó la cabeza inconscientemente, dándose cuenta un segundo después lo que había hecho y lo que significaban las palabras del chico rubio.

—Eso no es...

—Deberías ir a descansar un poco —le interrumpió Kei moviéndose hacia el escritorio.

Julian parpadeó un par de veces, mirando la hoja que seguía sobre sus rodillas y la cogió despacio, mirando las letras sin llegar a leerlas.

—Ya he dicho que me quedo —dijo despacio, sin energías—. ¿O vas a quitarme la vigilancia que me has puesto para que no intente cortarme las venas?

Escuchó como Kei suspiraba y se encogió un poco más, apretando sin darse cuenta la hoja en la mano.

—¿Si digo que la quitaré te irás?

Oh. Julian reprimió un sollozo. ¿Así que después de todo sí era una molestia? Intentó controlar el temblor de los labios, tomándose su tiempo antes de responder.

—Tal vez... —susurró— tal vez no tendría motivos para...—se le trabó la voz y apretó con un poco más fuerza la hoja, prácticamente estrujándola en el puño— querer cortarme las venas si me hicieras un poco más de caso —su voz terminó siendo sólo un murmullo apenas audible e inclinó un poco más los hombros hacia delante, abochornado, sintiendo los fuertes latidos del corazón palpitando en su pecho y el intenso calor que teñía sus mejillas alcanzando hasta sus orejas—, si... me trataras con más cariño.

—¿Qué?

Julian se encogió completamente, alterado y por un momento estuvo a punto de decir precipitadamente que no lo había dicho en serio. Sabía que no estaba siendo justo. Desde que había salido de ese tiempo de oscuridad, Kei había sido condescendiente con él, lo había consentido y hasta mimado la mayor parte del tiempo, incluso lo había hecho por alguien que lo había llegado a traicionar. Cerró los ojos un segundo, con fuerza. Sí, no estaba siendo justo pero terminó cerrando los labios con fuerza y se arrastró hacia atrás, apoyando la espalda en la pared y se acomodó en el suelo, sin mirar hacia la dirección donde se encontraba el chico rubio.

—No me pienso ir —dijo al final mirando fijamente la hoja antes de arrugarla completamente en una bola.

Durante unos instantes, Kei no respondió y cuando Julian creyó que no lo haría, escuchó la voz tranquila del chico rubio desde el otro lado del escritorio.

—Bien, quédate, veamos cuanto tiempo tardas en aburrirte de esa actitud.

-----------------

Uffff, ya sabéis, cualquier cosa en facebook, blog... (links en el perfil ^^)

https://www.facebook.com/Mayura-294130544045735/

https://mayuura.blogspot.com/

Gracias por leer, votos y comentarios :)


Cuando habla el corazón 3 (chico x chico)Where stories live. Discover now