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Freak show.
—Buenas noches, señor Jones.—saludaron los hombres en la puerta a Coco.
Ellos asintieron con sus cabezas en mi dirección solamente, dejándonos pasar sin problemas. Me llamaba mucho la atención que todo el mundo supiera quién era Coco, como si su presencia fuera imposible de pasar por desapercibida.
Cuando pusimos un pie dentro de aquel lugar de las puertas doradas, supe que se traba de un gran salón, un salón de baile, donde la decoración era aún más perfecta y habían mesas en una sección del lugar con velas sobre estas y un escenario que parecía una pasarela. Todo el mundo reía y hablaba entre ellos con copas de champaña en sus manos, como una película de los 20's.
—Bienvenida a Nueva York, dulzura—Coco dijo a mí lado sin mirarme, observando a la gente alrededor.
Reí levemente—Soy de Nueva York, si lo conozco.
Coco se giró a verme esta vez—No conoces este Nueva York.
No entendí completamente a qué se refería con aquello, ya que me imaginaba que este lugar no podía ser peor que el Bronx. Al menos la gente de aquí tenía clase, y estaba segura que no me iban a amenazar con un arma en la cabeza si me robaba un canapé.
Coco avanzó lentamente conmigo, con la cabeza en alto y mirando a todo el mundo sobre su hombro. Deseé derrochar aquella confianza y desdén que él tenía, pero sentía que me veía como Bambi en el medio del bosque observando todo con mera cautela y asombro. Estaba claro que yo no encajaba aquí, pero quería hacerle pensar a toda la gente presente que sí lo hacía, no quería demostrar mi incomodidad. Generalmente había dominado muy bien cómo esconder mis emociones y tratar de mantener un semblante neutro ante situaciones que me incomodaban o me molestaban, pero en situaciones como esta sentía que no podía ser ajena a lo que ocurría.
—¿Una copa de champaña?—Coco se dirigió a mí.
Observe a la chica que traía una bandeja en su mano llevar un maquillaje extravagante, con pestañas que podían tocar su frente si miraba hacia arriba y un color de sombra azul y púrpura llamativo. Me distraje con su maquillaje y casi no me percato que llevaba puesto un traje de perlas que me hizo abrir la boca en forma de "O".
—¿Por qué están usando esos trajes?—murmuré en dirección a Coco, notando como cada chica que llevaba bandejas en sus manos estaba usando un traje extravagante.
—La familia Lottus es conocida por sus inversiones en el Met. Esta vez el Met ha invertido en la causa y ha prestado esos vestidos para su demostración—me explicó. Él seguía observando todo con el semblante serio, escaneando el lugar—Me han dicho que hay un desfile de modas más tarde.
Fruncí el ceño. No veía la coherencia entre una gala benéfica en busca de la cura para una enfermedad y un desfile de modas, pero supongo que así es como llevaban a cabo las cosas los ricos de Manhattan.
