Soy Athanasia, hija de Claude.

6.5K 360 134
                                    

Hambre, hambre, hambre.

Me duele la espalda.

Tengo hambre.

Comida, comida, comida.

Diablos.

Abrí los ojos con pereza, no tengo idea de en dónde estoy, lo último que recuerdo es que el emperador me mando a llamar. Pero supongo que me dormí.

Dormí tranquilo y sin interrupciones por primera vez.

Esperen, ésta no es mí torre de magia, ¿En dónde diablos estoy?

Todo se ve más limpio y claro, incluso tuve que parpadear muchas veces para poder acostumbrarme a la luz.

Ay, que hambre.

Por la posición del sol probablemente son cerca de las cinco de la tarde, o menos. Me entretuve viendo el cielo, hoy en particular hay pocas nubes, ¿acaso eso es raro? Pocas veces presto atención a esos pequeños detalles; ahora que lo pienso, ¿no se siente algo extraño en el ambiente?

Da igual, cerré los ojos una vez más en el momento que la brisa se intensificó un poco más. Ah, refrescante.

En eso, escuché lo que parecía ser un susurro proveniente del arbusto. Me quedé para poder escuchar mejor.

¿Qué es eso? 

Vi un pelaje negro escondido entre la yerba. 

¿Qué es? ¿Polvo? Esa bola de pelos se movió hacia mí. Ah, tengo curiosidad... poco a poco me acerqué a esa cosa, paso a paso, silencioso, no hay que asustarlo. Levemente moví el arbusto para ver qué era.

—Vaya, vaya, ya tenemos la cena de hoy.

Ojos grandes y redondos me miraron. Eres tan peludo y negro, ah qué hambre tengo. Y se nota que eres un animal místico, me preguntó sí eres mejor a la parrilla o barbacoa.

—Te daré comida, ven, ven.—Escuche una voz infantil pero no le presté atención. Aunque sentí una gran fuente de mana desbordante.

¿Cómo es que llegó aquí? ¿Siempre ha vivido este animal aquí? Ah, estoy demasiado hambriento. Necesito recargar mi mana.

Esa cosa peluda comenzó a correr hacia los árboles, desde aquí podía escuchar sus pensamientos, no es tan estúpido cómo pensaba.

—¡Blackie!—volví a escuchar la voz infantil.

Tomé a esa cosa peluda y la escondí detrás de mí espalda, ah no hermano consíguete el tuyo.

—“¡Suéltame bastardo!"—escuche perfectamente en mí mente los pensamientos del animal.

—No, eres mí cena ahora.

—“Atrévete a comerme idiota!"

Estaba a punto de reír por la mala suerte de éste animal, definitivamente tiene agallas, pero yo tengo hambre y uno de los dos tiene que salir victorioso de éste encuentro. Pero de pronto, mí cabeza fue jalada hacía un lado, el dolor y molestia llegaron pronto a mí, ¡¿Qué carajos?!

—¡Te tengo!

—Aghhk.

Me quejé en voz alta, me levanté tomando al animal por su pelaje, vaya... Tengo las piernas entumecidas. Así que me volví a sentar un rato.

—¡Aaaaah!

El grito infantil de una pequeña niña rubia me hizo fijarme en ella, se iba a caer así qué en un acto de generosidad con magia provoqué que las hojas de los árboles retuvieran su caída. Sin embargó, no olvidó que ella me fastidió en mí acto de sueño, no señor es imperdonable. Así que hice un remolino de hojas para levantarla pero note que algunas tenían espinas, unas pocas lograron rasguñar su piel.

The reincarnation of two loversWhere stories live. Discover now