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-CAPÍTULO 1-

El tren disminuía la velocidad progresivamente. Conocía esa sensación, ese olor. Estaba cerca de Hogwarts. Estaba cerca de mi hogar.

Este año había tenido que hacer un gran esfuerzo porque mis padres no me enviaran a un colegio muggle. Nunca les ha gustado demasiado eso de que mi hermana y yo no seamos “normales”, y a diferencia de los demás padres, se tomaron muy bien eso de que este colegio ya no fuera tan seguro como antes. Cualquier excusa es buena para que nos quedemos con ellos en Gales.

Cuando el tren paró, di una pequeña sacudida, pero no me moví en absoluto. Mi hermana me avisó de que ya hemos llegado. Lo sabía.

La gente nos miraba cuando salimos. Yo llevaba la túnica de Slytherin, verde, plateada y negra. Ella tenía la de Gryffindor. Físicamente no nos parecíamos, casi se podría decir que éramos polos opuestos, así que como nadie sabía que éramos hermanas, a la gente se le hacía raro que camináramos juntas. Casas rivales, ¿Quién lo diría?

Caminamos en silencio hacia el arroyo, sólo con la banda sonora de los murmullos a nuestro alrededor. Las dos sabíamos que muchos hablan de nosotras, pero fingimos que no lo sabíamos Ya nos habíamos acostumbrado.

Cuando llegamos, me separé un poco de ella para buscar una barca.

-          Ynallel, ¿a dónde vas?- inquirió.

-          A buscar una barca para montarme- respondí, como si fuera lo más obvio del mundo.

-          Pero… ¿para las dos?

-          Uhm…- no me parecía muy buena idea compartir barca, porque a pesar de la sangre, cada una tenía amistades distintas. Arrugó la nariz al ver mi expresión.

-          Oh… Vale- me dirigió una sonrisa pequeña  y se fue.

Di media vuelta para buscar una barca libre. Me sentía un poco mal por Lea, pero sabía que en el fondo no le había molestado. Es más, apostaba a que estaba deseando irse con sus amigos.

Hagrid me vio andando sin rumbo un par de minutos más tarde. En los cinco años que llevaba allí, no habíamos cruzado más de cuatro palabras, pero se ofreció a buscarme una barca muy amablemente. Incluso me preguntó que qué tal el verano.

-          Bien…- respondí, dubitativa- estuve en Cardiff y en Italia con mis padres.

-          ¿Hija de muggles?

-          Sí.

Me miró extrañado, contemplando mi túnica.  Luego alzó la mirada y sonrió.

-          ¡Mira! Ahí hay una barca.

Me giré, pero la sonrisa se me borró al instante. Era Draco Malfoy el que estaba ahí, con sus amigos Crabbe y Goyle.

Malfoy era un chico insufrible. Llevaba aguantándole desde que empecé en Hogwarts. Estaba en contra de que los “sangre sucia” como yo pudieran estudiar magia, y mucho menos entrar en Slytherin. Simplemente se creía el mejor del mundo por venir de una gran familia de magos, y tenía el ego más grande que había visto en mi vida. Es más alto que el año pasado.

Pero no tuve más remedio que poner los ojos en blanco y encaminarme hacia la barca.

Cuando me subí y me quedé en un rincón, Malfoy me miró de soslayo. Supe que no iba a tener un viaje tranquilo justo cuando abrió la boca.

-          Vaya… Hola, Maddoll, ¿qué haces aquí?- dijo, arrastrando las palabras. Crabbe y Goyle remaban con los cuatro remos de la barca.

Lost in the darkness.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora