Capítulo cinco

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Capítulo cinco

Capítulo dedicado a Bella_singularity

A pesar de haber pasado una semana, el llamado por parte de la empresa no hizo presente en el móvil del pelinegro y eso le asustaba, ya que eso implicaba tener que irse del hogar de Madame Julianne.

Samuele se negaba a preguntarle a la anciana si a Marianette le llegó el llamado, tenía vergüenza de no ser aceptado. Ni siquiera la cuenta oficial de Instagram de la empresa dio comentarios al respecto.

Habían noticias por parte de la prensa amarillista, que comentaban las decisiones que Fabuleux tomaba, pero eran innecesarias, no eran interesantes. Estaba harto, triste y desilusionado, no tenía ganas de salir de la cama, mucho menos de salir del apartamento.

Ese día, tomó el valor de acercarse al supermercado más cercano para realizar las compras del mes, también estaba enojado y frustrado, puesto que era un mantenido, Madame Julianne no permitía que el pelinegro abandonara el hogar por más de que él se negara.

Tarde o temprano, Samuele moriría por el frio que poseían las calles parisinas.

Mientras que la anciana moriría de soledad.

Las ojeras debajo de sus ojos resaltaban muchísimo, contrarrestando el brillo de sus ojos verdes, seguía como un robot a Julianne. Estaban en la hora silenciosa del supermercado, el muchacho no tenia con que distraerse.

—Tienes que superar esto, porque la vida es así, nunca te va a dar lo que quieres. Eso se llama madurar —Madame reprochó la actitud del pelinegro, pero él sentía que no lo entendía, estaba entrando en agujero negro y ella, ni nadie lo podía ayudar.

El pelinegro le regaló una sonrisa triste y dirigió el carrito a la caja, pagaron y regresaron a casa. Ya estaban por ser las dos de la tarde y Julianne empezó a cocinar, mientras Samuele se encargaba de la lavandería; él creía que esa era una forma noble de ayudar a la señora, ella ya estaba vieja y ya poseía dolores de cadera y de columna.

El pelinegro escuchaba música con sus auriculares mientras cargaba la cesta de ropa, pero la melodía se vio interrumpida por una llamada. Respondió, mas no pudo hablar ya que la voz femenina se adelantó.

—Fabuleux ha visto su diseño y ha sido aprobada por la diseñadora Gabrielle Auriant. Esta llamada ha sido pregrabada, por favor, presentarse el día viernes del corriente mes. Fabuleux, más que una marca.

La respiración del pelinegro empezó a ser mas rápida, apenas podía tragar saliva; se agarró del barandal por un pequeño mareo que le agarró, su piel comenzó a ser mas blanca, una presión en su pecho se hizo insoportable, sus piernas flaqueaban y toda su fuerza la gastaba con el brazo con el que sostenía el celular.

Al final no soportó más y cayó desplomado en el suelo.


Luego de varios llantos y lamentos por parte de Madame Julianne, Samuele logró despertarse, no estaban en casa, sino en el hospital.

El golpe no fue tan grave. Sin embargo, no se salvó del vendaje alrededor de su cabeza. Según el doctor, fue un insignificante bajón de azúcar causado por alguna acción o noticia brusca.

Samuele sabía la causa, pero la anciana no, así que al regresar a casa, se aseguró de que el pelinegro no se levantara de la cama y, prácticamente obligó al joven a tomar la sopa de pollo y rúcula.

Recién comenzaba la semana y Samuele estaba impaciente para que el viernes llegara. Al día siguiente del golpe, ya se sentía mejor y decidió gastar el poco dinero que tenía ahorrado para invitar a cenar a Julianne, con el motivo para festejar algo importante.

Al principio, la anciana se negaba, pero la súplica del joven fue mayor y ella accedió de mala gana.



Apenas eran las once de la mañana cuando los dos se preparaban para salir, cuando Marianette los visitó, estaba triste, pero trataba de negarlo con una sonrisa.

—No me creo tu excusa, busca otra más creíble —Dijo, Samuele dándole un pequeño apretón en el hombro a la pelirroja—. ¿Por qué no vienes a almorzar con nosotros? Eso, tal vez, te levante el ánimo.

—No me apetece nada, esto es una mierda —los ojos de Marianette empezaron a cristalizarse—. Me rechazaron en Fabuleux, Sam. Estoy destrozada por dentro, no sé qué haré ahora, era mi sueño trabajar ahí.

No se contuvo más y empezó a llorar. Samuele no era especialista en dar apoyo tanto moral, como emocional, lo único que pudo ofrecer fue un abrazo, que la muchacha aceptó con efusividad.

—Tranquila, Marianette, es un lugar muy difícil de acceder. Tal vez tengas una oportunidad más adelante, como me dijo Madame Julianne: se te cierra una puerta, para que otra mejor se abra.

Le sabia mal mentirle a Marianette, peor se sentía al involucrar a la anciana. ¿Cómo iba a decirle a Madame Julianne que fue aceptado en frente de la pelirroja que, justamente, no fue aceptada?

—¿Qué pasó, niña? —la anciana se hizo presente en la sala, ya arreglada y lista para salir. Su cara se transformó al ver a Samuele abrazando a Marianette, era obvio que no aceptaba esa cercanía que estaban teniendo los jóvenes.

La pelirroja parece que olvidó en donde estaba, por lo que reaccionó tarde, parecía no querer separarse del varón que la abrazaba.

—¡Ay, nana! ¡No sabes lo que me pasó! —ahora las lágrimas y abrazos iban para la anciana, que las recibió con afecto—, ¡Me rechazaron en Fabuleux!

Inmediatamente, Julianne se separó de la joven y la miró sorprendida.

—¡Dios mío! ¿Por qué te rechazaron?

—No dijeron mucho, solo que la vacante a la que iba ya estaba ocupada por un chico —Comentó la chica, que pareció ser lo más penoso del mundo, pero para Samuele, sonaba como si hubiera presenciado un asesinato, haciendo que la piel de él se hiciera blanquecina.

—Samuele, ¿a ti ya te dieron noticias?

El muchacho comenzó a sentirse sofocado y nervioso, sus labios empezaron a resecarse. Entre tartamudeos y toqueteos a la corbata, comenzó a negar, argumentando que le fue pésimo en la presentación y que, talvez, le hicieron descarte inmediato.

Eso pareció emocionar a Marianette, ya que ella cambió su actitud y comenzó a sonreír. Por otro lado, Samuele pudo ver la decepción de Madame Julianne, él no sabía si su mentira habría colado en la anciana, pero se sentía mal en mentirle.

Los planes cambiaron repentinamente, gracias a que Marianette era la que invitaba el almuerzo de hoy.

El viernes se acercaba, eso significaba que el tiempo se acababa, tarde o temprano tendría que darle la noticia a la anciana, sin que la pelirroja se enterara.

El vagabundo de la modaWhere stories live. Discover now