Capítulo seis

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Capítulo seis

Capítulo dedicado a Valeria19702

El almuerzo fue bastante incómodo. Samuele evitaba a toda costa a Marianette, pero retomaba la conversación con viejas anécdotas.

Por otro lado, la anciana empezó a fortalecer los vínculos el pelinegro, ya ahora estaban en un entorno más íntimo y agradable. Eso, de cierta forma, ayudaba a Samuele para olvidarse de su problema con Marianette y Fabuleux. Sin embargo, sentía que le tiraban un balde de agua fría cuando la pelirroja mencionaba el tema.

El almuerzo se vio interrumpido cuando Marianette recibió un llamado por parte de su padre y eso la obligó a abandonar la mesa.

Sus invitados entendieron la situación y ellos también decidieron irse del pequeño restaurante. Recorrieron un poco las tiendas de moda, cuando a Madame Julianne abrió la boca para empezar a interrogar a su acompañante.

—¿Qué estábamos festejando? —Samuele pareció ahogarse con su propia saliva e intentó evitar el tema.

—Mire, Madame Julianne —El pelinegro señaló un vestido—. Con este vestido quedará de infarto, quedará mejor con esta cartera.

La anciana arrugó la nariz, en señal de que le desagradaba la vestimenta; inmediatamente volvió a su seriedad, dejando en claro que el joven no iba a escapar del tema.

—Mire, Julianne. Ya sabe, me cuesta expresarme, ya tenía un guion en donde escribí lo que iba a decirle, llegó Marianette y complicó todo —dijo, Samuele al borde de las lágrimas, le costaba mucho expresarse, siempre tuvo ese problema y su familia no lo ayudó.

Madame Julianne parecía no entender, pero como si un foco encima suyo se hubiera prendido, comprendió todo.

—Ay, muchacho, no me digas que... —Julianne estaba al borde de las lágrimas. Sin embargo, abrió sus brazos, en señal de querer abrazar al joven.

Y lo hizo.

Se fundieron en un abrazo con sentimientos muy mezclados, ya que no sabían cómo reaccionar con la gran noticia. Luego de varios minutos abrazados, se separaron, la nariz del joven estaba roja de tanto llorar. La anciana se dedicó a sacar las lágrimas de su cara.

—Eso es maravilloso, Sam, hubiera sido muy incómodo dar la noticia enfrente de Marianette.

Él asiente con la cabeza y se proponen a volver al departamento para descansar.

...

Durante toda la tarde, Samuele se la pasó en su dormitorio con su nuevo cuaderno; haciendo nuevos diseños que tal vez podrían a que le dejen un puesto más seguro en la empresa.

La noche se acercaba y el olor a salsa de tomate empezó a recorrer por todo el lugar, abriendo el apetito del pelinegro, que se dirigía a la cocina para ver el manjar que Madame Julianne, que estaba preparando pasta con la respectiva salsa.

El pelinegro estaba preparando la mesa cuando la anciana le comenta que ya les dio la noticia a sus hijos y que estos lo iban a buscar para ir a festejar en una discoteca.

Hizo una mueca, en señal de desagrado, a Samuele no le gustaba la fiesta, el ruido, peor se sentía cuando la sensación de sofocamiento por las personas juntas le recorrió todo el cuerpo.

Además, ¿qué iba a hacer él con dos cuarentones? Sin embargo, no sabía cómo podría decirle que no a la señora y a su tono de voz dulce.

Así que la única respuesta que tuvo fue una sonrisa falsa y se dirigió a su habitación para arreglarse.

...

El timbre del departamento resonó por todo el lugar, Samuele fue a atender con unos vaqueros negros y una camisa blanca, saludó a Marco y Antoine y salieron del edificio para ir a Le Verre, un bar a unas cuadras de la torre.

Se sorprendió ver el bar vacío y con una música suave. Automáticamente, la cara de él cambio radicalmente, así que se propuso a intentar pasarlo bien.

Al encontrar un lugar en el cual pudieran ver el escenario con claridad, ordenaron una botella de cerveza y empezaron de hablar temas triviales. El pelinegro se sorprendió de conocer más sobre los hijos de Madame Julianne, ¿quién iba a pensar que alguien tan derecho como lo es Antoine fuera bailarín de tango? O que Marco fuera ayudante en una concesionaria.

El tiempo pasó tan rápido que Samuele no se dio cuenta de que el bar ya estaba lleno y que la cerveza se había reemplazado por shots de vodka y tequila.

El pelinegro se sentía eufórico y acalorado, así que se separó de sus acompañantes para buscar un poco de aire fresco, pero una rubia de un vestido negro se apegó a Samuele y empezó a mover sus caderas, frotándose contra la pelvis del chico.

Estaba a punto de caer en pánico, no sabía qué hacer, pero varios gritos de personas que estaban felicitando al joven y animando más a la chica a moverse con más sensualidad, hicieron que Samuele lleve sus manos a la cadera de la rubia, haciendo que los movimientos de ella sean más precisos y fuertes.

La música dejó de sonar, haciendo que todos dejarán de bailar y empezaran a quejarse. Samuele aprovechó la oportunidad y se separó de la rubia para intentar salir del bar, le estaba faltando el aire y tarde o temprano, se iba a desmayar por la cantidad de alcohol que su cuerpo no estaba acostumbrado.

Entre empujones e insultos logró salir, encontrándose a Marco y Antoine, estaban fumando un cigarrillo.

—Samuele, ¿te sientes bien? —preguntó Marco luego de una colilla.

—Sí, solo estaba..., ya sabes, bailando.

Marco asintió y Samuele se unió a la conversación, pidiendo un cigarrillo. No era la primera vez que agarraba un cigarro, pero habían pasado años desde que dejó la secundaria. Sin embargo, se sorprendió al no toser. El sol ya estaba apareciendo y la gente empezaba a salir del bar; estaban por irse al departamento de la anciana cuando Samuele logró visualizar a la rubia del vestido negro.

Sus manos empezaron a temblar y pudo sentir su cara ruborizar al ver que la rubia era su próxima compañera de trabajo.

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⏰ Ultimo aggiornamento: Aug 09, 2020 ⏰

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