Me haría la insultada pero siendo realista, tiene razón aunque me niego a llorar. Quizás en otro momento pueda pensar en cómo reaccionar mejor pero ahora solo quiero enterrarme bajo la tierra por un par de días.

-No quiero ir-

-No te estoy preguntando hija, tienes que plantarle cara a tu padre- su mano se dirige a su bolsillo, puedo ver un pequeño cilindro rosado- Gas pimienta, por si las cosas se ponen feas-

Inmediatamente lo guardo en mi bolsillo, quizás lo utilice en un par de horas, nunca está de más tener un arma.

-Vete a cambiar-

Me paro con aburrimiento, la camisa blanca de Xav y mi ropa interior es una combinación muy buena en mi opinión pero algo atrevida para ver a mi querido padre. En el cuarto, intento encontrar algo decente hasta que me topo con un vestido rojo de manga larga con pequeñas perlas, regalo de mi abuela hace un par de años, el material me da un poco de picazón pero es lo más decente que tengo también; saco mis botas negras para mi mayor comodidad.

El celular suena, genial quizás cancele.

-¿Campanita?- una parte de mi se alegra al escuchar su voz sin embargo la otra se desanima- Sigo en práctica creo que llegare despues de cena-

-No te preocupes, solo mantente alejado de los problemas y recuerda siempre tener los puños en alta-

-¿Anne se quedará contigo?- siento la agitación en su voz- No quiero que te quedes sola-

-En realidad- me despido de Anne con la mano- Voy a salir un rato guapo-

Salgo del apartamento con pereza, necesito llegar antes de que me arrepienta.

-¿Campanita, todo bien?-

-Mi padre, quiere que cenemos juntos-

-¿Necesitas ayuda?-

-Xav, no te preocupes, estaré bien-

-Tengo que regresar hermosa- escucho unas voces en el fondo- Llamame cuando llegues y si necesitas algo no dudes en escribirme-

-Te amo- susurro antes de finalizar la llamada.

-Te amo-

La calle está en completo silencio, lo cual es extraño para un viernes en la tarde. El bus luce normal aunque el asiento está realmente helado pero no lo culpo, debí de traer medias para no morir congelada. Si bien recuerdo, la cafetería debe de estar a unas dos cuadras más arriba que mi colegio lo que significa que debo de bajar ahora.

Joder, momento de correr.

Salgo disparada de mi asiento, me despido del conductor antes de correr al otro lado de la calle. Puedo ver la hermosa entrada con las letras plateadas, vaya continúa siendo exactamente igual aunque ahora tiene pequeñas flores blancas.

Siento como mi voz se atraganta, aún podría darme la vuelta y correr a casa pero no creo que sea lo correcto aunque la idea de cenar comida italiana con mi hermoso novio, mis amigos y una velada deliciosa en cambio tendré gritos con pastelitos de fresas rellenos de crema.

No se como pero mis piernas se mueven hasta la entrada, al llegar mi cuerpo se queda estancado al visualizar a la chica que está en la entrada sujetando los menús.

-¿Nombre?- dice sin siquiera verme.

Ya recuerdo porque odio los restaurantes.

-Evans, Steve-

Hace una seña con la mano para indicarme a donde tengo que ir, necesito correr de aquí antes de que sea tarde.

-Segunda mesa a la izquierda-

Mi Caos RusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora