✔1: La emoción de todo🌹

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No logro ver más que azul y nubarrones teñidos de blanco a través de la ventanilla del avión

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No logro ver más que azul y nubarrones teñidos de blanco a través de la ventanilla del avión. Me incordia que mi madre nos esté arrastrando a un nuevo país; empezar desde cero. Es difícil para mí decir adiós a tantas cosas, pero lo más doloroso es que me despido de los restos de mi padre y de los abrazos consoladores de Nashia, mi mejor amiga.

Intento dormir, pero me es imposible. Observo las ojeras en el rostro de mi progenitora, ha viajado a esta isla la semana anterior y dice que la casa es gigantesca, nos vemos obligados a abandonar todo en Madrid meses después de la muerte de papá. Mamá ha tenido que hacerse cargo sola de mí y Martina. Por eso ha tomado la oferta de trabajo que le ofrecen en Redland, la capital de un país llamado Eygray, del que nunca había escuchado nada. Nos mudaremos para que pueda cocinar en la casa de una familia de ricos que no consiguen prepararse ellos mismos de comer, me ofrecí a trabajar tiempo completo en la librería en la que acostumbraba a laborar luego de clases, se opuso de manera rotunda, alegando que la educación es lo principal y que mi sueldo no podría cubrir ni una tercera parte de los gastos de la casa. Martina tiene catorce años, no puede trabajar, aunque así lo quiera... es una consentida. Pero en el fondo, sé que lo dijo porque teme a que nos separemos.

Después de lamentarme varios minutos, logro conciliar el sueño en los cansados hombros de mi madre. Siempre hemos sido unidos, no sé lo que haría si también la perdiera, pero es fuerte como un roble... ambos lo somos, nos reponemos de la desgracia a pasos firmes.

Los trámites tras bajar del avión logran desesperarme más de la cuenta, mi hermana menor no deja de hacerme preguntas todo el tiempo. Me cuestiona sobre como imagino que será la mansión, aun teniendo todas las informaciones que mamá nos ha brindado. Me limito a darle vueltas a la cadena de oro que mi padre me regaló un mes antes de mi último cumpleaños, es ahora mismo mi objeto más preciado en este mundo. Mamá vuelve con una sonrisa, intentando disimular su agotamiento, Marti le cree todo, pero nosotros hemos desarrollado un vínculo tan estrecho que me permite darme cuenta de que está cansada de todas las desdichas que nos han venido pasando en cadena. Pronto me percato que detrás suyo viene un hombre con un esmoquin y un cartel con nuestro apellido en él.

Felicia Soler, esa es mi madre, la mujer que hasta para trabajar en casa de otros, sigue siendo elegante.

— Pablo, este es mi hijo mayor, Lyham —me abraza antes de presentarme al señor —, ella es la pequeña Martina.

Pronto nos damos cuenta de que este tal Pablo no es más que un prisionero de la jaula a la que mamá nos ha traído. En España éramos felices antes de todo esto: antes de los cobradores, de las personas vestidas de negro y de los que nos acompañan en nuestros sentimientos.

— Un placer conocerle, señorito Lyham —saluda quitándose el sombrero, tiene un acento muy marcado y mi nombre que es desmesuradamente común, suena extravagante.

— Igual, pero no tiene que decirme señorito —su cordialidad me deja avergonzado, pocas personas me hablan con tanta seriedad, hasta tal punto de incomodarme.

Mi Mejor Complicación ✔️Where stories live. Discover now