Le di vueltas en mi cabeza ayer y sé que esto es lo único que puedo hacer ahora.

Toco el timbre de su puerta recordando la última vez que estuve acá luego de vendar la herida de Sebastián. La herida que sufrió por mi culpa.

Trago saliva ruidosamente mientras espero a que se abra la puerta y cuando lo hace mi pecho se agita ante la vista de él, con su cabello oscuro despeinado y una camiseta blanca junto con unos pantalones sueltos.

— ¿Qué haces aquí? – Dice fríamente. Sus ojos no me miran directamente y mi estomago se aprieta con temor.

Aun en la puerta me armo de valor y le pregunto – ¿Puedo pasar?

— No creo que sea una buena idea – Murmura.

— Por favor, solo será un momento.

Aun con sus ojos fuera de mí, se mueve hacia un lado para dejarme pasar.

Obligo a mis pies a moverse aunque quieren quedarse plantados allí mismo donde están y camino con piernas temblorosas dentro de su casa. 

Aunque más bien parece una mansión. 

Suspiro profundamente y me preparo para decir lo que debí haber dicho hace mucho.

— Tenías razón – No responde nada y continuo – Jamás se trato solo de un beso, por alguna razón encajamos juntos. Es natural y terriblemente fácil, y estaba asustada, asustada de lo que eso significaba, asustada de pensar en ti como guapo y divertido cuando jamás te vi de esa manera antes. Pensé que me estaba volviendo loca, así que mentí. Mentí sobre que no había sentido nada cuando nos besamos y mentí sobre…

Mi respiración se atasca en mi garganta, pero hago todo lo posible por hacer que las palabras salgan de mí– Sobre tener novio.

Me mira entonces, buscando mis ojos para que me explique — ¿De que estas hablando?

Sé que él podría odiarme después de decir esto, pero tengo que hacerlo.

Tomo un gran respiro y lo dejo salir – Cristian, el nunca fue mi novio.

— No entiendo.

— El día en que nos viste en el local, era el primer día que yo lo veía.

— Pero yo lo vi, el te estaba mirando como si fueras de él – Su voz fue casi un gruñido y lo miro esperando ver esa chispa de calidez en sus ojos cada vez que me ve. Pero no está por ninguna parte. 

— Solo estaba coqueteando un poco conmigo, yo lo iba a mandar a freír monos, pero entonces llegaste tu y creí que si pensabas que él era mi novio tal vez dejarías de hablar sobre el beso y no creerías que estaba muerta por ti como todas tus fans.

— ¿Mis fans?

Suspiro – Si, ya sabes, todas esas chicas que andan detrás de ti suspirando por los rincones. No quería ser una de ellas, no quería ser una más.

Él parece aturdido por un segundo, pero entonces se pasa la mano por el cabello                    desordenándolo aun más viéndose un poco aliviado, pero rápidamente sus ojos se vuelven serios y su expresión tensa de nuevo – Eso ya no importa. 

 Me trago la bilis con el conocimiento de que ya es demasiado tarde, que tardé demasiado en decirle, pero no puedo dejar que quede así.

— ¿Por qué golpeaste a Miguel? – Veo su mandíbula endurecerse, pero continuo – Si fue por mí culpa, no tenias que…

— Ese idiota se lo merecía – Ríe sin humor, una risa que jamás había escuchado salir de sus labios – Pero ahora entiendo porque seguías alejándote de mí, sabias que yo terminaría haciéndote lo mismo que él. 

Sacudo mi cabeza con fuerza – Eso fue hace mucho tiempo, él fue mi primer beso – Sus manos se endurecen en puños y miro al suelo avergonzada – Pensé que yo era especial para él, ya que él lo fue para mí, pero unos días después lo vi besando a otra chica de un curso superior – Sacudo mi cabeza y lo miro sonriendo tristemente – Supongo que desde ese momento me volví un poco más cuidadosa en el departamento de los chicos, pero tu me hiciste volver a creer otra vez.

— No – Su voz nuevamente captura un tono serio, casi de negocios y me estremezco — Tenías razón, tengo problemas. Me había prometido a mi mismo que no volvería a golpear a nadie más y entonces ¡Puf!, lo hice de todas formas.  Mereces a alguien en quien puedas confiar, porque no puedes confiar en mí, no con todos mis problemas de ira. Tal vez ese  chico nunca fue tu novio, pero estoy seguro de que él sería perfecto para ti, mereces a alguien como él.

El dolor se arrastra hasta mi pecho y se instala allí. Lo miro suplicante– No puedes saberlo y no puedes tomar esa decisión por mí. Yo confió en ti.

– No Rose, no lo entiendes, no puedes estar cerca de mí, aun tengo toda esta rabia dentro de mí que pensé que ya se había ido, pero aun está ahí. Tu misma lo dijiste el día de la fiesta.

Mi corazón se contrae en mi pecho. Quiero decirle que si no hubiera sido por él que estuvo allí cuando más lo necesité no sé lo que habría hecho, pero las palabras no son suficientes. No ahora. Él está mirando hacia la ventana tan lejos de mí como puede, sus manos metidas en los bolsillos de sus pantalones y esta matándome verlo así. 

Me acerco lentamente y me paro delante de él, pero aun así no me mira, mi corazón             repiquetea con fuerza. Dejo escapar un suspiro y pongo cada mano al lado de su cara, lo que logra que finalmente me mire. Y hay tanto dolor allí que si no lo estuviera viendo yo misma tal vez no lo creería.

Me aprieto contra él, nuestros cuerpos tan juntos que puedo sentir su olor y me encanta. Dejo salir el aire por mis labios entreabiertos y paso mi pulgar por su labio como él hizo la última vez. Sus manos salen de sus bolsillos y se instalan a cada lado de mi cintura.

 – ¿Qué estas haciendo? – Susurra y el recuerdo de la vez que dije lo mismo cuando nos             encontramos en el restaurant y él estaba a segundos de besarme antes de que llegara Cristian hace semanas viene a mi mente y me hace sonreír a pesar de que estoy tan nerviosa que podría desmayarme.

– Hoy es el último día de la semana de amigos y… De nuestra apuesta – Digo y lo miro. Veo el entendimiento pasar por sus ojos azules, pero es solo un segundo antes de que me eleve en mis pies y lo bese.

Es un simple roce de labios, pero siento como si mi corazón se fuera a salir de mi pecho. La calidez de sus labios se arrastra hasta mi pecho extendiéndose por todo mi cuerpo.

Me aparto con dificultad y lo miro. Él solo está allí mirándome, su mirada azul estudiando mi rostro como si estuviera intentando descubrir que estoy pensando.

Cruzo mis brazos en mi pecho y frunzo los labios haciendo una mueca hacia él – ¡¡¡Pfff!!! Ahora voy a tener que ir a una cita contigo.

Sus labios se curvan un poco en las esquinas, pero pone una expresión seria en su rostro rápidamente como si no quisiera atreverse a sonreír – Rose, no creo que…

Lo silencio poniendo un dedo en sus labios– Shhh…Será mejor que no sea en una montaña rusa, porque sabes que les tengo terror y no quiero morir tan joven.

Esta vez sonríe sin ocultarlo y le sonrio devuelta.

– ¿Estas segura? – Pregunta y entiendo que no solo lo está diciendo por lo de la montaña rusa. Me acerco y rodeo su cuello con mis brazos.

 – Estoy segura.

¿Solo una Cita? - #2 ¿Solo un beso?Where stories live. Discover now