Capitulo 10

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Se suponía que íbamos a juntarnos en la plaza principal de la ciudad, Sebastián me iba a pasar a buscar. Eso iba a ser a las 3 de la tarde. Son las 5: 56 y aun estoy sentada en el sillón de la sala, cambiando de canales en la televisión con el control, parándome cuando no puedo soportar estar más sentada. Príncipe esta recostado en el sillón a mi lado, observando mientras me paro y camino de un lugar a otro, levantándome sobre mis dedos para mirar por la mirilla de la puerta, moviendo la cortina de la ventana hacia un lado disimuladamente para que no se note que estoy mirando hacia afuera en busca de un auto lujoso y negro.

Príncipe ya no me gruñe como antes y ya no peleamos cuando se pone a jugar con los                   cordones de mis zapatillas o cuando quiere agarrar mi cabello. Estamos en una especie de tregua.  O eso creo.

Después de una hora finalmente reúno el coraje suficiente para llamar a Sebastián solo para ser mandada al buzón de voz. 

Sigo llamándolo, dejándole mensajes preguntándole si está bien, pero nunca me responde.

Estoy a punto de desistir e irme a mi habitación cuando el timbre suena haciéndome                sobresaltar. Abro la puerta pensando que puede ser la pizza que pedí hace unos minutos cuando me di cuenta de que probablemente iba a tener que comer sola, pero entonces me quedo congelada cuando veo a Sebastián allí, con la cabeza agachada.

– ¿Sebastián? – Pregunto en un susurro, no muy segura de que hacer.

El mira un segundo hacia arriba y se encuentra con mi mirada, pero la aparta rápidamente mirando hacia un lugar encima de mi hombro.

– Siento no haber llamado, algo sucedió.

Lo deja ahí y aunque estoy esperando a que diga algo más, no lo hace.

– Esta bien – Digo mirándolo. ¿Por qué no me mira? El dolor que había estado sintiendo                      desde ayer se maximiza con cada segundo que pasa.

Aprieta su mandíbula con fuerza y entonces sus ojos se centran en mí, pero no hay nada de la calidez que siempre estaba en sus ojos azules al mirarme.

– Solo vine para decirte que tenías razón.

– ¿Sobre qué? – Pregunto confundida. Mi corazón latiendo con fuerza.

– Es mejor que nos olvidemos de esto, ser amigos fue una mala idea. Tenías razón desde el principio y no debí seguir presionándote.

– ¿Qué? No Sebastián, yo…

– No, está bien. Solo vamos a ser como si esto jamás hubiera pasado y todo estará bien.

Aspiro el aire que le está faltando repentinamente a mis pulmones para poder decir algo, cualquier cosa, pero no puedo antes de que el mire nuevamente hacia el suelo y murmure.

– Adiós Julieta.

Y entonces se aleja. Se aleja dejándome parada en la puerta de entrada viéndolo subir a su auto e irse sin una sola mirada hacia atrás. Estoy tan pasmada al principio que solo me quedo parara allí sin hacer nada en por lo menos unos minutos, pero cuando siento mi  pecho contraerse de dolor, cierro la puerta y corro por las escaleras hasta mi habitación, me abalanzo sobre la cama agarrando una almohada de mi cama y abrazándola justo en el momento en que las lágrimas se apresuran a mis ojos.

Estoy bastante segura de que mi corazón se va a salir de mi pecho por la forma en la que está golpeando dentro de mí como si estuviera peleando por poder escapar. No pude dormir ayer, fue peor que las otras veces. Ni siquiera pegué un ojo pensando en todo lo que había pasado, en las palabras de Sebastián, en su expresión fría y distante. 

¿Solo una Cita? - #2 ¿Solo un beso?Where stories live. Discover now