9. Propiedad del Príncipe Mestizo

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La mano de Hermione volvió a ser la más rápida.

-Es poción multijugos, señor -dijo.
Annie también había reconocido la sustancia, que borboteaba con lentitud y tenía una consistencia parecida a la del lodo.

-¡Excelente, excelente! Y ahora, esta de aquí… ¿Sí, querida? -dijo Slughorn mirando con cierto desconcierto a Hermione, que volvía a tener la mano levantada.

-¡Es Amortentia!

-En efecto. Bien, parece innecesario preguntarlo -dijo Slughorn, impresionado-, pero supongo que sabes qué efecto produce, ¿verdad?

-Es la poción de amor más potente -respondió Annie esta vez.

-¡Exacto! La han reconocido por su característico brillo nacarado, ¿no?

-Sí, y porque el vapor asciende formando unas inconfundibles espirales -agregó Hermione con entusiasmo-. Y se supone que para cada uno tiene un olor diferente,
según lo que nos atraiga. Yo huelo a lluvia y a pergamino nuevo y a… -Pero se sonrojó un poco, miró de reojo a Theo y no terminó la frase.

-¿Puedes decirme tu nombre, querida? -le preguntó Slughorn sin reparar en su bochorno.

-Me llamo Hermione Granger, señor.

-¿Granger? ¿Granger? ¿Tienes algún parentesco con Héctor Dagworth-Granger, fundador de la Rimbombante Sociedad de Amigos de las Pociones?

-No, me parece que no, señor. Yo soy hija de muggles.

Annie observó cómo Malfoy se inclinaba a otro Slytherin, se susurraban algo y reían.

Slughorn sonrió radiante y miró a Harry, sentado al lado de Hermione.

-¡Aja! "Una de mis mejores amigas y mi novia son hijas de muggles y son las mejores alumnas del curso", supongo que hablabas de la señorita Granger, ¿no? Y también de Black, he de suponer.

Malfoy levantó la mirada al escuchar el apellido. Observó como Annie sonreía un poco.

-Sí, señor.

-Vaya, vaya. Veinte bien merecidos puntos para Gryffindor, señorita Granger y Black -concedió afablemente Slughorn.

Annie le sonrió a Harry y él tomó su mano por debajo de la mesa.

-Por supuesto, la Amortentia no crea amor. Es imposible crear o imitar el amor. Sólo produce un intenso encaprichamiento, una obsesión. Probablemente sea la poción más peligrosa y poderosa de todas las que hay en esta sala. Sí, ya lo creo -insistió, y asintió con gesto grave hacia Malfoy, que sonreía con escepticismo-. Cuando hayan vivido tanto como yo, no subestimarán el poder del amor
obsesivo… Bien, y ahora ha llegado el momento de ponerse a trabajar.

-Señor, todavía no nos ha dicho qué hay en ése -dijo Ernie Macmillan señalando el pequeño caldero negro que había en la mesa de Slughorn. La poción que contenía salpicaba alegremente; tenía el color del oro fundido y unas gruesas gotas saltaban como peces dorados por encima de la superficie, aunque no se había derramado ni una partícula.

-¡Aja! -asintió Slughorn. Annie intuyó que al profesor no se le había olvidado esa poción, sino que había esperado a que algún alumno le preguntara para lograr un efecto más impactante-. Sí. Esa. Bueno, ésa, damas y caballeros, es una poción muy curiosa llamada Felix Felicis. No tengo ninguna duda, señorita Granger -añadió dándose la vuelta, risueño, y mirando a Hermione, que había soltado un gritito de asombro-, de que sabes qué efecto produce el Felix Felicis.

-¡Es suerte líquida! -respondió ella con emoción-. ¡Te hace afortunado!

-¿Por qué no la bebe todo el mundo siempre, señor? -preguntó Terry Boot.

Annie y el Misterio del PríncipeNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ