Capítulo II

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En el otro lado del portal, Miku estaba esperándoles con su katana en una mano y el arma selladora de portales de Nick en la otra. Cuando cruzaron, Nick rápidamente recogió el arma de su mano y cerró el portal. Suspiró aliviado. Carrie seguía de rodillas, asimilando todo lo que había sucedido en tan poco tiempo. Había visto cómo ella misma moría. En manos de Gladiador. Sentía una sensación extraña. Se preguntaba si podía sentir amor por alguien a quien no conocía pero a la vez conocía mejor que nadie. Imaginó que, en otras circunstancias, aquello que pensaba era imposible.

—¿Qué ha pasado? —preguntó Miku.

Carrie no era capaz de responder. Nick a duras penas lo intentó.

—Tenemos que contarte algo muy importante —dijo—. Pero ahora vámonos.

Entre los dos consiguieron levantar a Carrie, que apretaba la katana de su otra yo con fuerza. Sonó el teléfono de Miku. Habló en japonés.

—Es Daiki. Acaba de llegar a Nueva York.

Nick asintió.

—Explícale dónde está el piso.

Carrie miró a ambos. Entonces cayó a la cuenta de que todavía no había ido a ver a Emma. Tendría que sacar tiempo antes de empezar. Se tocó ambos colgantes. Cerró los ojos mientras pensaba que todo se había vuelto más peligroso que nunca.

*****

Cuando sonó el timbre, se levantó Nick. Al ver al japonés, ambos se fundieron en un largo abrazo. Carrie y Miku les observaban desde la mesa de la cocina. Daiki después abrazó a la otra protectora, y finalizó con un abrazo muy afectivo a Carrie.

—Me alegra ver que estáis todos bien –dijo, tomando asiento junto a los demás.

—Cerraste el portal —apuntó Carrie—. Gracias por protegerme. Tú y Miku trazasteis en poco tiempo un buen plan.

Miku sonrió. Luego miraron a Nick.

—También tenemos que contarte algo... —continuó la rubia—. Imagino que Miku ya lo sabrá.

Miku asintió y Carrie intercambió una mirada con Daiki. Nick se mantenía expectante.

—El sensei se marchó ayer —dijo la rubia dificultosamente.

Nick miró sin entender.

—Falleció de repente —completó Daiki.

—Antes de marcharse dejó la nueva arma selladora de portales, y le dijo a Daiki que ganásemos la guerra que se avecina —añadió Carrie.

Nick se masajeaba la sien despacio, luchando por no derrumbarse.

—Incineramos su cuerpo, como se suele hacer con los protectores —finalizó el japonés.

Nick soltó el aire. Miku, sentada a su lado, le colocó suavemente una mano sobre su espalda.

—Y ya que hablamos del arma... —arrancó Carrie—. No sella los portales.

—¿Cómo? —preguntó Daiki.

—Bueno, creemos que... —Carrie intercambió una mirada con su tío, que seguía impactado por la noticia de la muerte de su mentor—. Realmente no lo creemos. Lo hemos visto.

—¿El qué? —preguntó concisa Miku.

—El portal que crea el arma modificada te lleva a las otras seis realidades paralelas que existen.

Miku y Daiki se miraron con desconcierto.

—Al cruzar nos encontramos en un mundo como este, pero con el tiempo bloqueado. Los demonios cruzaban por portales repartidos por toda Nueva York. Allí nos encontramos con alguien como yo.

Jikan. La guardiana del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora