6. Callejón Diagon

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-Si te preguntas por qué huele mal, madre, es que acaba de entrar una sangre sucia, o bueno, tres -anunció Draco Malfoy.

-¡No hay ninguna necesidad de emplear ese lenguaje! -lo reprendió Madame Malkin saliendo de detrás del perchero a toda prisa, con una cinta métrica y una varita en las manos-. ¡Y tampoco quiero ver varitas en mi tienda! -se apresuró a añadir, pues al mirar hacia la puerta vio a Harry y Ron allí plantados con las varitas en ristre apuntando a Malfoy.

Annie abrazó a Issa, colocándola a un lado.

-Déjenlo, no vale la pena -susurró Hermione.

-¡Bah, como si se atrevieran a hacer magia fuera del colegio! -se burló Malfoy-. ¿Quién te ha puesto el ojo morado, Granger? Me gustaría enviarle flores.

-¡Basta ya! -ordenó Madame Malkin, y miró a sus espaldas en busca de ayuda-. Por favor, señora…

Narcisa Malfoy salió de detrás del perchero con aire despreocupado.

-Guarden las varitas -exigió con frialdad a Harry y Ron-. Si vuelven a atacar a mi hijo, me encargaré de que sea lo último que hagan.

-¿Lo dice en serio? -la desafió Harry. Avanzó un paso y miró con fijeza a la mujer cuyo arrogante rostro, pese a su palidez, recordaba al de su hermana. Harry ya era tan alto como ella-. ¿Qué piensa hacer? ¿Pedirles a algunos mortífagos amigos suyos que nos liquiden?

-¡Harry! -susurró Annie.

Narcisa Malfoy esbozó una desagradable sonrisa.

-Veo que ser el preferido de Dumbledore te ha dado una falsa sensación de seguridad, Harry Potter. Pero él no estará siempre a tu lado para protegerte.

-¡Ostras! -exclamó Harry, mirando con sorna alrededor-. ¡Ahora no lo veo por aquí! ¿Por qué no lo intenta? ¡Quizá le encuentren una celda doble en Azkaban y pueda ir a hacerle compañía al fracasado de su marido!

Draco, furioso, se abalanzó sobre Harry, pero tropezó con el dobladillo de la túnica. Ron soltó una carcajada.

-¡No te atrevas a hablarle así a mi madre, Potter! -gruñó.

-No pasa nada, hijo -intervino Narcisa, poniéndole una mano de delgados y blancos dedos en el hombro para sujetarlo-. Creo que Potter se reunirá con su querido Remus antes de que yo vaya a hacer compañía a Lucius.

Harry levantó un poco más la varita.

-¡No, Harry! -gimió Hermione y le tiró del brazo para bajárselo-. Piensa… No debes… no te metas en líos.

-Hazle caso a la sangre sucia, Potter -escupió Malfoy.

-¡No le hables así! -exclamó Issa.

Malfoy largó un silbido que hizo a Annie tensarse y su mano viajó hasta donde guardaba la varita.

-¿Haciendo servicio comunitario con huérfanos que nadie quiere, Roberts?

-No te atrevas a hablarle así -musitó Harry.

Madame Malkin titubeó un momento y decidió comportarse como si no pasara nada, con la esperanza de que realmente no llegara a pasar nada. Se inclinó hacia Draco, que todavía miraba con odio a Harry, y dijo:

-Me parece que tendríamos que acortar la manga izquierda un poquito más, querido. Déjame…

-¡Ay! -chilló Draco, y le dio un golpe brusco en la mano-. ¡Cuidado con los alfileres, señora! Madre, creo que no quiero esta túnica…

Se quitó la prenda por la cabeza y la arrojó al suelo, a los pies de Madame Malkin.

-Tienes razón, hijo -coincidió Narcisa, y le lanzó una mirada de profundo desprecio a Hermione-, ahora veo la clase de gentuza que compra aquí. Será mejor que vayamos a Twilfitt y Tatting.

Annie y el Misterio del PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora