El desencuentro

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Aselen salió escapando de si misma, atormentada por dentro, sin miedo a la muerte, a encontrarse nuevamente y perdonar todo su dolor.

Siempre cuando el hombre se encuentra entre la cruzada de la vida y la muerte, es el momento en donde piensa como perdió su tiempo, y se da cuenta que se dejó ganar con el orgullo.

Aselen ya no podía retroceder nada, al contrario debía realizar  desde ese momento una nueva vida.

Unas zapatillas negras la ayudaron a salir de un par de escombros a su alrededor, estaba muy cerca de la montaña cuando sintió entre la pantorrilla y el tobillo un ardor, como un fuego mezclado de dolor, se tocó, y al mirase comenzó a salir sutilmente sangre que crecía a medida que daba otro paso, era una bala que había atravesado como raspando su pierna, descansó debajo del raquítico árbol casi sin hojas, se limpió con un poco de agua y se ató con una remera para detener un poco la sangre, aun estaba lo bastante lejos, debía seguir, continuar como pudiera el camino, el solo mirar la tierra seca la debilitaba, o era la sangre que perdía, no se si llegaría lejos, pero se conformaba con al menos haberlo intentionado. 

Él llegó a su casa en el anochecer cansado, con sed, con hambre, no podía creer que fuese la única casa intacta, solo parte de una  medianera había caído. 

La noche estaba lo bastante oscura y no pudo ver la carta, se recostó en su cama y sintió su perfume, su mente viajó a sus brazos, a sus besos, su piel, su sudor, su sonrisa, y se quebró culpándose de todo, por haberla perdido. 

Quedó en los silencios del recuerdo y las cartas de la mente lo asechaban con imágenes, se quedó rendido como si ya no tuviera aliento y durmió dos días, despertó debil sin poder levantarse y miró al pasillo y vio un niño desnudo de unos tres años que lo llamaba, como pudo se levantó y lo siguió, pero no había nadie y nada allí, en la mesa Aselen dejó un pedazo de pan y agua antes de partir, los tomó, se sentó a comer, bebió ... volvió a la cama mientras recuperaba sus fuerzas.

leyó una y mil veces aquellas palabras escritas en una hoja como si tomara su alma con su alma y sintió las fuerzas con mas fuerza, y emprendió  el viaje a la montaña a buscarla

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leyó una y mil veces aquellas palabras escritas en una hoja como si tomara su alma con su alma y sintió las fuerzas con mas fuerza, y emprendió  el viaje a la montaña a buscarla.

Pidió a Dios valentía, rezó de rodillas entre tantas plegarias, dando gracias 

Entre el amor y la muerteWhere stories live. Discover now