— ¡Cómo mierda quieres que te ayude, si el preñado aquí eres tú!

— ¡Silencio!

GuangYao golpeó levemente la mesa que se hallaba entre ellos intentando frenar los gritos ajenos; como respuesta, sólo consiguió que su acompañante rodara los ojos y resoplara, jugando con un cuchillo que había encontrado en aquel recinto.

— No tienes idea de lo complicada que es ésta situación. Qué vas a entender tú de eso.- acusó GuangYao mientras se desplomaba contra el asiento mullido de su padre, revolviendo con una mano aquella bolsa de manera inconsciente.

— Le estás dando tantas vueltas al asunto que hasta ya se te nota. Qué asco.

Ambos se miraron, desafiantes. Xue Yang se limitó a reclinarse en uno de los asientos frente al escritorio y a desviar la mirada cargada de disgusto hacia otro lado, al vacío. En ese momento, Jin GuangYao aprovechó la oportunidad para cerciorarse de lo que aquel canalla le había dicho, si es que era verdad. Sintió la sangre abandonar su rostro súbitamente cuando estiró la tela delicada de sus túnicas y comprobó un bulto sutil creciendo en su bajo vientre.

— No podré entender mucho de la hipocresía con la que se manejan, pero escucha: mientras más tardes en anunciar ese embarazo tuyo, más dudas vas a generar acerca de la paternidad de esa cosa que llevas dentro. Ni yo sé quién es el padre. Y creo que tú tampoco.

— Maldición, yo no pedí esto.

La risotada potente de Xue Yang no se hizo esperar, burlándose de él. GuangYao enterró su rostro cansado entre sus manos, su expresión acongojada descomponiéndose con cada segundo que oía la risa ajena partiéndole los tímpanos. Ya ni siquiera tenía fuerzas para reprenderlo y decirle que cerrara la maldita boca de una vez.

— Eso te pasa por dejarte coger por cualquiera.

— ChengMei...te repito, no me estás ayudando.

— ¿Por qué no te lo quitas? Aún debes estar a tiempo, supongo.

— Ya es tarde.

GuangYao dijo aquello con el rostro aún oculto entre sus manos, pues sabía bien que si Xue Yang lo hubiese mirado directamente, habría notado la mentira filtrándose entre sus palabras desvergonzadas. Lo cierto era que Jin GuangYao sabía acerca de aquel embarazo casi desde el comienzo, y había intentado hacérselo saber a Lan XiChen en reiteradas oportunidades, pero las circunstancias del momento sumadas a su cobardía innata lo habían frenado. Ni siquiera sabía cómo podía reaccionar el ahora líder de secta Lan a semejante noticia. En primer lugar, ellos no tenían una relación estable ni seria frente a sus propias sectas ni a las demás, por lo que probablemente la noticia iba a caer como un balde de agua fría para todos, incluso para su propio padre. En segundo lugar...el temor más grande de Jin GuangYao, como bien lo había expresado Xue Yang, era ver la duda en el semblante de Lan XiChen.

Éste sabía que hasta hacía relativamente poco, GuangYao mantenía relaciones íntimas con Nie Mingjue...y ni él mismo estaba seguro de la paternidad real del niño que llevaba en su interior.

Lo cual lo descomponía y lo obligaba a hundirse en un mar de depresión y ansiedad que lo dejaba en completa parálisis. Y así habían pasado no uno, sino ya cuatro meses desde el momento de aquella revelación.

— ChengMei...

— ¿Si?

— ¿No quieres tener un hijo, verdad?

— Me cago en tus muertos.- sin esperar la respuesta ajena, Xue Yang se levantó del asiento de un salto y robó la bolsa de dulces que GuangYao había dejado sobre su regazo, confiado.- Ni se te ocurra, estúpido. Puedo incluso hasta leerte la mente.

Fictober XiYaoWhere stories live. Discover now