Capítulo 2. El chantaje

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El último día de curso, Norma y yo fuimos a recoger las notas con el corazón en un puño

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El último día de curso, Norma y yo fuimos a recoger las notas con el corazón en un puño. Todavía faltaba la selectividad, pero teníamos que saber de qué partíamos. Norma iba más nerviosa que yo, porque era más cabra-loca. Bueno, lo cierto es que a mi lado hasta un Lunni era más alocado...

Recogí las notas, y al abrirlas una sonrisa de satisfacción y descanso afloró en mi cara. Todo aprobado con excelentes.

Norma también estaba contentísima, lo había aprobado todo, ¿Con qué nota? Eso era lo de menos. Nos abrazamos riendo.

—¡Ritz! Que nos vamos a la playa... —me dijo sin poder contener la emoción, con los ojos brillantes.

—Siento ser aguafiestas; todavía nos queda la Sele...

—Va, tonti... que te la sacarás sin pestañear, llevas estudiando como una burra toda la vida. Y a mí con un... nada, me vale.

—Norma... —la advertí —, ni se te ocurra pensarlo.

—Estoy buena, éstas dos —se agarró los pechos — abren todas las puertas que necesito. Y sino, estarán Quique o Fran o... cualquiera...

Me enfadé. Lo decía medio en broma y lo sabía, pero no toleraba esa actitud.

—No empieces con esas chorradas, ¿Te crees que la belleza te va a durar siempre? Si te apetece vivir de tu cuerpo, hazlo, pero no abandones la cabeza y menos para subyugarte a ningún tío.

Estaba exagerando, Norma jamás se iba a dejar dominar por nadie, todo lo contrario, más bien todos caían rendidos a sus pies. Pero me enfadaba que buscara justificar sus ganas de fiesta y de vivir la vida en lugar de responsabilizarse con argumentos banales que la cosificaban.

—Eso es imposible —dijo sin perder la sonrisa —, porque para esto estás tú: Responsable, Incansable, Trabajadora y Académica.

—Norma, deja la acronimia... Sabes que tengo razón.

—Y tú, que yo también.

Me rendí resoplando. Con Norma era así. Por eso la quería. Siempre tenía planes, ideas, experimentos... cosas que hacer. El tiempo para estudiar era eso con lo que rellenar los huecos libres. Hasta el momento le servía para aprobar y con eso ya se contentaba.

Después de hacer la selectividad y como Leo aún tenía clases, disfruté de algo poco habitual, tiempo libre. Me veía con Norma y con Christian y hacíamos planes para el verano. Los tres contábamos con disfrutar del último verano antes de la universidad, si las notas lo permitían.

A finales de junio salieron las notas. En esta ocasión yo iba más nerviosa que Norma, que tranquila no iba, la pobre. Yo necesitaba mucha nota para entrar en la facultad y no quería tener que estudiar todo el verano para subir la media. Norma tampoco las tenía todas consigo. Sabía que la política de estudiar el día antes del examen tenía las horas contadas y temía haber excedido el cupo.

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