— ¿Estás seguro?

   Suelto una bocanada de aire y asiento.

   —Sí.

   —Bien, entonces acomoda tus ideas, cariño —estira uno de sus brazos y cierro los ojos ante las caricias que me da en el cabello con ternura—. Sabes que no tienes que cargar con tus cosas solo, ¿verdad? Para eso nos tienes a nosotros, tus padres, y cualquier cosa te vamos a apoyar y a respaldar. Eso nunca lo tienes que dudar.

   ¿Me van a apoyar con cualquier cosa mamá? ¿Incluso cuando quiero estar con el novio de mi mejor amigo a sus espaldas?

   —Gracias —respondo con un hilo de voz, sintiéndome medianamente mejor. Tomo la botella de jugo de la barra y la agito entre mis manos, después de que mi madre me da un beso con lápiz labial sobre la frente—. Son los mejores.

   —Lo sé, cariño —sonríe, contagiándome sin querer de su calidez—. Tu padre se quedó en el turno de la tarde. Me dijo que no lo esperáramos a cenar, así que ya puedes irte. Te llamaré más tarde.

   —Estaré en mi habitación.

   Salgo de la cocina, recorro la sala y subo las escaleras hacia mi habitación. En el trayecto me pregunto qué clase de relación tendrá Jeno con sus padres; si serán como nosotros, que siempre nos contamos cualquier cosa (aunque yo ahora mismo este rompiendo la regla) o si les importa poco lo que pase con su vida. Como creo que actúan la mayoría de las veces, a juzgar por lo que me contó el propio Jeno. 

   Tan rápido como lo pienso, lo descarto. Es increíble la cantidad de veces que me atrapado a mí mismo pensando en él. Cualquier excusa es buena para hacer una analogía con Jeno. Busco cualquier pretexto para traerlo a mis recuerdos y aferrarme a él.

   Algunas veces soy tan surrealista que creo que todo está bien y que la sensación de vacío en el pecho es mera coincidencia. Que al dormir todo va a mejorar y que nada de esto pasó en realidad. Jeno sigue siendo el desconocido que durante dos años mantuvo una relación con mi mejor amigo y que yo saludo ocasionalmente cuando los veo salir juntos. Nada más.

   Justo después, viene la peor parte; la cruda realidad. Esa que me dice que soy un embustero y que deje de mentirme. Por mucho que intente negarlo las cosas no fueron como yo hubiera querido.

   ¿Cómo fue que terminé en este punto para empezar? Es contradictorio y hasta absurdo que el chico que nunca tomé en cuenta en dos años, de un momento a otro se volviera tan adictivo y necesario para mí. En éstos tres días de ausencia intenté sentirme satisfecho con mi decisión, convencerme a mí mismo que era lo mejor, que no extrañaba nada de todo lo malo que estábamos haciendo.

   Pero, ¿realmente las cosas salieron bien? ¿Quedé libre de toda culpa? No lo sé, ojalá tuviera esa respuesta. Porque luego pienso, ¿Cómo es que se borra de la piel a alguien? ¿Cómo es que se deja de pensar en una sola persona durante todo el día? A lo mejor Jeno jamás tuvo la intención de alimentar mis estúpidas fantasías, de hecho yo tampoco tuve intención de hacerlo, pero de alguna manera pasó y el que terminó pagando las consecuencias de ello, soy yo.

   Me dejo caer sobre la cama y entierro la cara en la almohada, deseando ahogar mis incomodos pensamientos. Se supone que abandoné todo esto para poder tener calma, no para comerme la cabeza con cada recuerdo que evoque de él, de manera inconsciente.

   Busco a tientas sobre las sábanas mi teléfono celular y comienzo a revisar Instagram, intentando distraerme, aunque sé que igual voy a fracasar. Una foto de Jisung midiendo la cabeza de Chenle me hace esbozar una pequeña sonrisa. Su amistad es tan bonita que tienden a parecer algo más.

Extraño |NoMinWhere stories live. Discover now