CAPÍTULO 1

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Mi nombre es Pamela y tengo veinte y dos años; nací en el 12 de agosto en Cali. Pero seamos realistas ¿ A quién le importa eso? Es información vacia cuando no se encuentra así.

Me críe con un hermano mayor a mi, una diferencia de cuatro años había. Él me enseñaba todo lo que aprendía, me cuidaba mejor que un padre y, aún, su sentido del humor era mejor que cualquiera.

Recuerdo muchas cosas; una de ellas la salida al campo era tan grato y especial pasar cada minuto en un lugar rodeado de naturaleza. Nos bañábamos en el arroyo y mi madre enojada porque supuestamente yo era una niña y debía comportarme como tal; pero ahí estaba Marcos para defenderme y enseñarme que no hay género que le prohiba a alguien a realizar las actividades que le hagan feliz.

La relación con mi madre era muy tensa y, eso iba creciendo a medida que yo también lo hacía. Me quería prohibir muchas cosas tan solo por ser mujer como sus padres hicieron con ella; pero de algo se olvidó, que yo no era igual y que yo iba a buscar mi felicidad, y eso se encontraba en Marcos, mi hermano. Por este motivo, mi infancia fue lo mejor que hasta el día hoy recuerdo porque mi hermano me ayudaba a marcar y recordar lo bueno y dejar pasar lo malo.

¿Qué malo le podría pasar a un niño? Acaso ¿Tienen problema? Seamos sinceros, eso siempre sale de la boca de las personas idiotas que menosprecian el dolor ajeno aún el de un niño.

Si hay problemas en la niñez, y eso lo que necesito sacar de mi ser porque me ahoga, me debilita y me hace desvalorizar mi vida. 

Mi abuelo Mike abusó de mi desde que tengo memoria, yo no quería ir a su casa y muchas veces lloraba porque quería ir a visitar a mi abuela pero me daba asco lo que hacía con mi cuerpo, me hacía sentir un objeto y no una persona. Ahora mi pregunta nuevamente ¿Los niños tienen problemas? No, los adultos son el problema que en vez de creer lo que dicen los más pequeños los juzgan sin justas razones.

Recuerdo que un día estábamos viendo a la selección jugar para un mundial, era tan pequeña que no recuerdo el año. Iba ganando, la alegría en mi casa se sentía y no entendía el por qué, ya que nadie salía beneficiado como si el fútbol ayudaría a gente carenciada.

Terminó el partido y ¡Si! Ganamos. Yo no entendía ni tampoco quería hacerlo, estaba jugando con mis muñecas porque mi mamá decía que yo tenía que jugar con eso y no con autos.

Mi papá se fue al patio de mi casa y, al rato, mi madre se fue a visitar a su mamá. Si, quedé sola en mi casa junto con mi Mike; tuve miedo, se acercó y mirando que no lo vea mi padre bajó sus pantalones y me mostró sus genitales ¡QUE ASCO! ¿Lo pensaste? Yo lo pensé y tuve nauseas. 

Se acercó más a mi y comenzó a tocar mis partes intímas y yo le decía que eso estaba mal y que no debía hacerlo porque eso me enseñó mi mamá. ¿Sabes? Le importó un huevo y siguió, eso no pasó ese día, pasó durante años. 

Viví un calvario por años con temor a hablar porque sabía que se derrumbaría el mundo de varias personas y tuvieron prioridad otras personas antes que yo; decidí no destruir una familia y postergar mi felicidad.


BrillaréWhere stories live. Discover now