Quinta parte

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  • Dedicado a Val Nelia
                                    

Finalmente entro en la habitación, recogiendo antes la toalla que no me preocupo en colocarme. No hay ninguna luz salvo la que se filtra de la farola de la calle, creando una atmósfera especial. Huele a él; el cuarto es amplio y sigue la línea sobria de decoración y tonos, la cama es grande, mucho. Miro la enorme cristalera que queda horizontal a esta, parte de las persianas están bajadas excepto una. No veo a Kheer en la penumbra, así que avanzo hasta la ventana cuya persiana sigue alzada, me quedo parada, tensa y a la expectativa cuando le veo en el reflejo acercándose hasta mi, se detiene a pi espalda. Noto su aliento y mi cuerpo se tensa preparándose para lo cree va a suceder. Sobre la mesita ha dejado el vino y las dos copas. Me quita la toalla muy despacio, trago sin poderlo evitar; sigue parado pero no me toca y mi piel cosquillea deseando que haga algo por calmarla, hasta que lo hace. Desliza las yemas de los dedos desde mis hombros hasta mis caderas, y la misma descarga me recorre. Separa mis piernas con un movimiento de su pie y me muerdo los labios para no gemir. 

Sin previo aviso, y con un movimiento certero me inclina hacia atrás, no sé en que momento a cogido la botella de vino, pero le veo verter unas gotas en el hueco de mi cuello y estas, se empiezan a deslizar hacia abajo. Kheer se inclina hacia mi, su lengua se cuela en mi ombligo ascendiendo por el reguero que ha dejado el alcohol, colándose entre mis pechos y esta vez si que no puedo evitar gemir, dándome cuenta que sin que él haya echo nada ya me he rendido a a sus manos. Mi entrepierna palpita húmeda, siento los labios de ahí abajo hinchados y sensibles.

Me coge en volandas y me sienta en una silla que no había apreciado, sin romper el silencio Kheer dirige mis muñecas a la parte trasera de estas y me las aprisiona con las esposas y mi pulso se desboca y las alarmas de mi mente saltan. Los labios se abren solos y él posa uno de sus dedos sobre ellos.

—No voy a hacerte ningún daño, tranquila —murmura desde atrás hablando cerca de mi oído.

Sus manso descienden trazando mi contorno, recorren mis piernas desde los tobillos a las caderas y entonces las separa de un tirón en las rodillas. Jadeó, mis pencos se endurecen, siento como los pezones apuntan al vacío, y mi respiración se vuelve rápida y pesada, a medida que la sangre empieza a circular cada vez más caliente. La tensión se acumula en mi vientre, se retuerce y gira en un nudo de angustia, temor, excitación y perversión sin que yo pueda evitarlo. Todo pulsa a mi alrededor y los sentidos despiertan con violencia. Una fina patina de sudor empieza a perlarme la piel y trató de adivinar su siguiente movimientos, tensa y convertida en fuego líquido. Apenas me roza, no me toca peor deseo sentir sus manos, saber que me hará, estoy indefensa, a su merced y eso me desconcierta porque entremezcla dos líneas peligrosas, el deseo y la ansiedad, el miedo y al desconfianza en un juego íntimo y devastador que esta causando estragos en mi sistema.

Siento cada latido, aliento y roce del aire erotizándome, convirtiéndome en algo sin nombre, tanto que vibro y gimo en alto cuando algo suave y liviano como una pluma empieza a trazar un movimiento ascendente desde mi cadera, pasando por la cara interna del muslo, el vientre y marca un remolino en uno de mis pechos.

—Solo siente Vega, tan sensible… ¿lo deseas cierto? No luches contra tus impulsos, solo déjate llevar, a veces no hace falta demasiado, solo imaginación o una situación para disfrutar de lo que la piel puede ofrecer. ¿Tienes la sensación de que puedes romperte en dos solo con una toque o una sola palabra, cierto?

Una especie de quejido que me suena ajeno, sale de mi, la electricidad me envuelve como un amante más, su voz me domina de un modo que no llego a comprender y el roce de su aliento sobre los labios me altera, así como la lenta y lánguida caricia con la que me recorre el brazo.

—Responde —me ordena con un tirón de sus dientes en mi labio inferior haciendo que siseé —¿lo deseas Vega?

Tengo la sensación de que la cabeza me da vueltas, no me he atrevido a abrir los ojos en todo ese rato, en que apenas me ha recorrido con parsimonia como si fuese un enorme tigre. Soy consciente de cada parte de mi cuerpo, de como se eriza y le busca siguiendo la estela de su calor. Poco a poco, abro los párpados y le miró a esos ojos desafiante.

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