EPÍLOGO

7.2K 234 33
                                    

 EL AMOR VERDADERO NO TIENE FINAL

—Vamos amor, sólo un esfuerzo más— Edward se veía tan dulce tomando mi mano mientras nuestro hijo nacía. Si no me estuviera doliendo tanto le pediría un beso. Ahora sólo tenía las uñas clavadas en sus brazos mientras trataba de no chillar. Y a él parecía no importarle las profundas marcas que le estaba dejando.

Tomé aire, tratando con todas mis fuerzas de pujar… y de no gritar. Ay maldita sea, Edward dice que no se debe maldecir pero esto duele como… no debo decir palabras soeces.

—Eso es, lo tenemos. Lo ha hecho muy bien Bella. Señorita Young hágase cargo del bebé— la voz del doctor Uley, o Sam como quería que lo llamara, sonaba tranquila.

— ¿Qué fue?— pregunté mirando a Edward. Al fin había dejado de sentir esa dolorosa sensación de estar partiéndome en dos. Estaba sudada, despeinada y muy cansada pero no podría pegar un ojo sin saber si mi bebé era un él o ella.

— ¿Sam?— preguntó Edward.

—Es una hermosa niña— podía sentir la sonrisa en su voz.

Una niña, una hija mía y de Edward. Recosté mi cabeza en la almohada muy feliz.

— ¿Amor estás bien?— escuché alarmarse a Edward y abrí los ojos para darle tranquilidad a pesar que el sueño me ganaba.

—Sí, estoy bien, sólo algo cansada.

—Lo sé, eres grandiosa… te amo— me besó, quise continuar con aquello pero entonces escuchamos un gran chillido que hizo que nos separáramos y sonriéramos. Nuestra hija tenía mucha fuerza.

—Se oye tan llena de vida— murmuré.

—No veo la hora de llevármelas a casa— volvió a darme otro beso, pensé en el rostro de felicidad que tendría Esme cuando lleguemos. Viviríamos con ellos mientras reuníamos capital en el nuevo proyecto de decoración que habían iniciado Edward y su madre. Por ahora él estaba asistiendo a una escuela de paisajismo y le iba bastante bien.

Los ojos se me cerraban, apenas era consciente que estaban terminando de asearme.

—Aún no debe dormir señora Bella, aquí le traigo a la pequeña. Necesito el nombre para escribirlo en su muñequera— Emily, la novia del doctor Sam me alcanzó aquella cosita rosada envuelta en una cobija. Era adorable, tenía los ojos abiertos y miraba en todas direcciones buscando algo.

La tomé con suavidad, el dolor que sentía desapareció por un momento.

—Reneé— dije pensando en mi madre. –Esme—volví a hablar, ahora pensando en la madre de Edward. No sabía por cual nombre decidirme.

— ¿Reneesme?— preguntó Edward.

— ¿Los dos nombres juntos? ¿Te suena bien?— lo miré su rostro tenía una gran sonrisa.

—Ok, Señorita Reneesme Cullen— dijo Emily colocando un diminuto brazalete en la mano de mi bebé.

— ¿Se quedará con ese nombre?— pregunté sorprendida por la rapidez de la pediatra.

—Es provisional, pueden cambiarlo luego— volvió a irse.

—Hola Reneesme, soy tu mami— le dije acercándome a besar su pequeña frente.

—Tienes la madre más hermosa del mundo— agregó mi esposo. Le sonreí.

Qué bien sonaba llamarlo así. Y ya teníamos casi 4 meses de feliz matrimonio.

Nos casamos en casa de sus padres, en una íntima y preciosa ceremonia, que desde luego mi mejor amiga Alice organizó. Fue la única vez que he visto a mi padre en este tiempo. No supe de qué forma se enteró, ni como se presentó así, de pronto. Sólo para llevarme de su brazo los metros que me separaban de la escalera al altar. Fueron los pasos más felices que he dado. Luego de terminar la ceremonia y sin despedirse se marchó. Y por lo que sabía estaba saliendo con Sue, su secretaria. Ahora estaban de viaje. Quisiera que conociera a su nieta. Y que me perdone algún día. Edward dice que no me odia pero que todavía no es el momento propicio.

El Jardinero - Terminado-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora