Sehrazat

178 7 0
                                    

Camino tras él hacia la habitación del hotel y sé que mi vida cambiará para siempre. Ya no seré la misma, pero no por pasar la noche con un hombre, sino por hacerlo a cambio de dinero. Esa será una mancha visible para mí, pero también para él...

Me pregunto por vez número mil si estoy haciendo lo correcto, recuerdo las palabras de don Burham y las lágrimas de su esposa y me doy cuenta de que no tengo salida.

No soy tonta, sé que podría haber dicho la verdad, y que quizá la empresa se habría apiadado de mí, pero no pude hacerlo. Eso sería reconocer que les había mentido y lo que más necesito en este momento es seguir trabajando para poder continuar costeando los gastos de mi hijo. Además del dinero de la operación, claro...

Llegamos hasta la puerta y él se giró para mirarme, como si esperara que yo me arrepintiese de todo y saliera corriendo. Qué desilusión sentí cuando me propuso este trato.

La realidad es que don Onur no se ha portado bien conmigo, pero siempre pensé que, en el fondo, se trataba de interés... es decir, que esa soberbia, esa acritud con que me trataba eran una especie de coraza porque yo le había comenzado a interesar... lamentablemente era mutuo... lamentablemente hasta hoy, porque a partir de mañana, yo seré la prostituta que aceptó acostarse con él su sucio dinero...

Tuve ganas de llorar a los gritos, pero me recompuse y lo seguí a través de la puerta. Él entró, y yo apenas di unos pasos, él se veía confiado, llegó hasta la ventana y giró para mirarme. En sus ojos se veía la misma desilusión por mí que yo tenía por él. 

Me ofreció tomar algo, pero me negué, lo único que me faltaba era hacer alguna tontería por haber tomado de más... él, sin embargo, se sirvió uno y me dio la espalda otra vez. Yo seguía parada allí, sin poder moverme, atemorizada, avergonzada, decidida a que todo termine lo antes posible.

-       Sí, es una noche negra...- dijo y luego de tomar unos tragos, giró para mirarme. Pero en realidad no lo hizo, y yo tampoco pude hacerlo. Nos quedamos en un silencio interminable que solo duró unos segundos y él me señaló con su cabeza el bolso que había sobre el sillón- ahí está la plata...

Dejé la cartera sobre la mesa y caminé unos pocos pasos en dirección del sillón, no podía levantar la cabeza, no podía mirarlo, me quedé allí esperándolo y él dejó su vaso y se acercó hasta que quedó de pie frente a mí. Estábamos lo suficientemente cerca como para sentirnos incómodos, pero las cartas ya estaban echadas...

Pude ver que él me miraba de cerca, no pude imaginarme lo que estaba pensando, pero sí supe que no era algo bueno. Lo vi levantar la mano y me quitó el chal que llevaba puesto. Su forma me hizo sentir algo incómoda, porque fue intensa, como si intentara, sin éxito, manejar su ansiedad.

Levanté solo un poco la vista y lo vi con sus ojos fijos en mi escote. Me sentí algo sucia, había elegido ese vestido porque sabía que a él le gustaría.

Después soltó mi cabello con suavidad, luego levantó la otra mano y cuando casi me tocaba, con intención de mover hacia abajo el tirante de mi vestido, lo detuve, casi por reflejo, él me miró un momento, dispuesto a hacer lo que yo quisiera y luego lo solté, de alguna manera aprobándolo para que siguiese, la salud de mi hijo era más importante que mi orgullo.

Él deslizó el tirante hacia abajo y no pude hacer nada más que verlo venir cuando hundió sus labios en mi cuello.... Pensé que no podría sobreponerme a eso, pero luego de besarme, él hundió nuevamente sus labios en mi hombro y cerré los ojos cuando una sensación de deseo y una revolución en mi estómago me hicieron poner en alerta.

Acomodó mi cabello cuando se separó. Lo sentía tan tierno y tan poderoso al mismo tiempo que quería gritar. Me pregunté como tendría que reaccionar, porque tampoco era cuestión de hacerle las cosas difíciles... me había comprometido a esto...

La primera de las Mil y Una NochesWhere stories live. Discover now