EL TEMPLO UZUMAKI DEL SUR

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—¿En serio? Bueno, qué les parece si los invito a tomarse algo para que me cuenten en detalle... todo lo que pasó ––dijo de forma seria el señor.

Hmp, lo siento, debemos irnos.

—Príncipe Sasuke —le puso su mano en su hombro, Kakashi —,respeta al comandante Danzō. Será un honor acompañarlo. ¿Tiene por casualidad té de ginseng?

—Claro que sí, incluso en la biblioteca privada hay una edición de Icha-Icha Paradise.

—¡Wow! Mi favorita. Desde luego será una visita agradable —decía el peligris mientras iba a la par con el comandante, dejando atrás a Sasuke que hacía corajes.

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Kurama seguía corriendo en busca del templo Uzumaki. A Sai de repente le empezó a rugir el estómago.

—Cálmate estómago, ahorita te busco de comer —dijo al momento que abría un costal y al sacudirlo, no salía nada —. Oigan, ¿quién se comió mi carne seca?

—Oh... ¿eso era comida? La usé para encender la fogata anoche, lo siento —dijo el rubio.

—¿Hiciste qué? ¡Oh! Por eso las llamas olían tan delicioso. En fin, mejor leeré un libro.

—Dudo que lo empieces a leer, rarito.

—¿Por qué?

—Porque ya casi llegamos.

—Naruto, antes de llegar, hablemos de los Shinobi Fūton pertenecientes al clan Uzumaki.

—¿Qué hay con ellos?

—Bueno... solo quiero que estés preparado para lo que puedas ver. El País del Fuego es muy cruel. Mataron a mi madre, a los padres de Sai y, quizá a tu pueblo.

—No porque no hayan visto a un Shinobi Fūton significa que el País del Fuego los mató a todos. Seguramente escaparon, de veras.

—Sé que es difícil aceptarlo...

—No es eso, Sakura. Los templos Uzumaki se encuentran en montañas altísimas, difíciles de alcanzar, y a menos que ellos hayan tenido un zorro de nueve colas como Kurama, dudo que el País del Fuego haya podido dar con ellos. ¡Vamos amigo!

Y al decir eso, Kurama volvió a desprender su chakra dorado y empezó a dar brincos gigantes hacia arriba de las montañas. Después de unos segundos, ya se encontraban en la cima de la montaña, donde se podía observar un templo (observen la imagen de la portada).

—¡Listo! Hemos llegado.

—Naruto, es increíble.

—Estamos en casa.

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—Y para cuando termine, la capital del País del Agua será nuestra. El Daimyō del Fuego ganará esta guerra —decía con orgullo, Danzō.

—Si mi padre cree que el mundo lo seguirá de buena gana, entonces es un necio —mencionó Sasuke.

—Tres años en el mar han hecho poco para moderar tu lengua. Y bien, dime cómo va tu búsqueda del Jinchūriki —pero Danzō no pudo terminar de hablar porque Kakashi sin querer le había tirado su colección de armas.

—Oh, lo lamento, eso fue mi culpa.

—Aún no lo hemos encontrado.

—¿Realmente esperas hacerlo? El Jinchūriki murió hace cientos de años atrás junto con los Shinobi Fūton —pero al decir eso el comandante, observó que Sasuke estaba demasiado callado —. A menos, claro, que tú tengas pruebas de que vive.

Naruto: el último JinchūrikiWhere stories live. Discover now