—Felicidades Jaemin, sacaste una A.

   ¿Qué? ¿De verdad? ¡No me lo puedo creer! Ésta es la primera A que saco en todo el jodido curso. Debo estar soñando.

   —Gracias —digo un poco atónito, aunque con entusiasmo, tomando el trabajo entre mis manos y admirándolo como si fuera una verdadera obra de arte.

   —Tu idea de visitar un zoológico me encantó —una expresión llena de orgullo aparece en su rostro—. En todo el tiempo que llevo dando clases solo un alumno lo había hecho. No recuerdo su nombre, pero sin duda fue uno de los mejores de la clase.

   Jeno, pienso en automático. Pero por obvias razones no digo nada. Me limito a darle las gracias y retirarme del escritorio, sosteniendo el proyecto contra mi pecho con tanta fuerza que se arruga.

   Tengo que darle las gracias. No sé cómo, no sé dónde. Pero definitivamente tengo que hacerlo. Parte de ésta calificación es gracias a Jeno y sus maravillosas ideas. Merece tener tanto los créditos de ésto, como yo.

   — ¿Cómo te fue?

   Renjun extiende sus brazos para que le preste mi trabajo y yo dudo un micro segundo entre dárselo o no, ¿podrá recordar que Jeno hizo lo mismo en el suyo? No lo creo, mi amigo es tan descuidado para los detalles, que seguro apenas y recuerda que Jeno ya tomó esta clase. O de su existencia, en todo caso. Así que se lo paso, recibiendo inmediatamente felicitaciones de su parte.

   — ¡Ah! Esto es increíble, Jae. Te sacaste una A.

   Renjun, es probablemente el chico más listo de todo nuestro salón. Lo que es decir mucho; considerando que Chenle es un geniecillo de primera. Pero mi mejor amigo lo rebasa. Siempre tiene las mejores calificaciones. Que me felicite entonces tan alegremente, me hace sentir motivado.

   —Gracias, Ren —esbozo una sonrisa sincera—. Literalmente gracias. Tú me ayudaste a buscar las fuentes.

   —No fue nada —le resta importancia, encogiéndose de hombros—. Tú también le pusiste empeño. Hasta visitaste el zoológico.

   —Ah... sí.

   La profesora lo llama inesperadamente y aquello me salva de vivir una incomodidad más en el día. Su calificación es igual de buena que la mía y ambos nos felicitamos mientras acordamos ir a la cafetería de la escuela en cuanto acabe la clase, por un batido de vainilla para celebrar.

   Poco a poco la tensión entre nosotros comienza a disiparse. Por algunos minutos sólo... sólo quiero olvidarme de que soy un traidor. Hacer de cuenta que no tengo nada que esconder.

   Nada de lo que sentirme avergonzado.

   Todo está bien. Nada está fuera de control. Quiero disfrutar eso de lo que tanto me he estado privando en los últimos días.

   La amistad de Renjun.

   — ¿Quieres un batido de vainilla, Jae? Yo invito —pregunta con una sonrisa mientras recorremos la cafetería. Desde que salimos del salón no ha dejado de sonreír.

   —Sí, y una galleta con chispas —le regreso la sonrisa, buscando una mesa libre para sentarnos—. Voy a buscar lugar, te hago señas cuando lo encuentre, ¿de acuerdo?

   —Está bien.

   Avanzo entre los ruidosos e hiperactivos estudiantes que están a medio descanso o sin hora de clase, y llegó a una de las mesas desocupadas, casi hasta al fondo. Los ventanales de la cafetería revelan el clima y estoy casi seguro de que una tormenta se acerca. Ojalá haya clemencia y se desate cuando ya esté en casa.

Extraño |NoMinWhere stories live. Discover now