Capitulo 2. De las garras de la muerte, a la libertad

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            —Su oficina quedó clausurada y la DEA está investigando las actividades de este hombre.  Hasta los jefes de la chica están desaparecidos, parece que él no era el único metido en ese lío.  Vaya fiscal que la condena, teniendo delitos peores.

            —Como hombre, dejaba mucho que desear, si les pegaba a sus parejas para luego tener intimidad, se notaba que tenía problemas serios  con su masculinidad.  Ni los gays, con todo respeto, se portan así.

            —La información la conseguí por medio de Curt Cantrell, el que está a cargo de la investigación.   Le comenté lo de Kara, accedió a prestar toda la ayuda posible.  Habían impedimentos procesales, enemistades manifiestas y no fue recusado.  Como si alguien tuviera interés en que fuera condenada y de paso asesinada dentro de la cárcel, total, allá existe el código de silencio.

            —Gracias a Dios, llegamos para evitar cosas peores —afirmó, convencido —¿Qué te dijo Maryland, hay algún abogado recién graduado en sus filas?

            —Dos.  Una pareja.  Alejandra María Valdés y Federico Antonio Bernal Pandales, uno es del grupo Centuriones y la otra es de Reacción Inmediata.  Ambos son especialistas en derecho penal.  Nos ayudarán con lo que no sabemos.

            —Yo iré al despacho del tipo que murió a ver si encuentro algo sobre el caso de esta chica, tendremos que ir reconstruyendo a pedazos este caso para reabrirlo. 

            Y regresaron al Tower House con lo poco que recuperaron del expediente, para ver a los dos abogados que les ayudarían. Federico y Alejandra María eran buenos amigos desde la facultad,  cuando estallo el escándalo que dio origen a los movimientos para combatir al tirano, no dudaron en enfrentar a sus propias familias para ingresar a los Cascos Alados, ahora con Panamá en democracia, iniciarían su carrera como profesionales, ese sería el primer caso que tramitarían.

            —Conocemos el caso, Gracia es compañera nuestra desde que esto inicio. Y sabemos que fue una injusticia, que afortunadamente para nosotros, tiene remedio.

            —Toman el caso.

            —Por supuesto que sí.  Empezaremos a estudiarlo esta misma noche. —Con ansiedad en la mirada, Alejandra inquirió — ¿Cómo sigue Kara?

            —Está respondiendo al tratamiento, pero todavía está delicada. No ha recuperado el sentido aún. —aliviado, Eric continuó. —Por el momento, la fiebre cedió.

            —Confíen en nosotros,  sabemos que usted es abogado, pero las leyes nuestras no son el sistema judicial norteamericano a base de precedentes judiciales de corte acusatorio y adversarial.

            —Lo sé, licenciado Bernal. Por eso los buscamos, para apoyarnos y no cometer errores al presentar los recursos, de manera que la reapertura no se nos caiga.

            —Creo que necesitaremos algunas otras pruebas  para hacer más fuerte el argumento para pedir reapertura de sumario.  Incluso tendremos que llevarla a declarar, ese viejo endemoniado acosaba a todas las adolescentes que vivían en esa casa, para colmo no les creían cuando lo acusaban.

            —Un pillo con suerte, Ale, eso fue, hasta que Kara se decidió a defender su virtud, apuesto que si hubiera sido ella la asesinada, ni por juicio pasaba ese cabrón.

            Aidan sonrió. Por lo visto, todas las aladas eran de ojos marrones oscuro, chocolates o negros, terciopelo acariciador por donde sacase la cabeza.  Y mujeres valientes que se rifaban la vida por lo que creían justo.

TERCIOPELO NEGRO.Where stories live. Discover now