–¡Lena!– Su madre tiró del brazo de Lena. –¿Qué estás haciendo? ¡Sam es una invitada en nuestra casa y es tu amiga!

–¡Buena amiga! Ella atacó mi… –Lena se mordió el labio, sin estar segura de cómo llamar a Kara frente a su madre.

–¿Tu pequeño juguete humano?– Sam suministró, sonriendo. Tan bajo que solo Lena podía escuchar, agregó, –si es que ella realmente es humana.

Así que no quiere que los otros Girah supieran lo que había sucedido en el departamento de Kara. Lena presionó su antebrazo contra la garganta de Sam. –Si alguna vez vuelves a ponerle un dedo encima, te juro que ...

–Déjala ir–, dijo el padre de Lena mientras salía al pasillo.

Lena dudó, aún mirando a los ojos de Sam. Se inclinó hacia delante y le susurró al oído: –Aléjate de nosotras, o dejaré que todos en el clan sepan cómo una humana te pateó el trasero.

–¡Ahora!–, Gritó su padre.

Lentamente, Lena la soltó y se alejó de Sam.

–Limpia ese desastre, por favor–, le dijo su padre a Sam, señalando la bandeja y la tetera rota en el suelo.

–Sí, señor–. Con una última mirada a Lena, Sam desapareció en la cocina.

Su disposición a seguir sus órdenes hizo pensar a Lena. Ella entrecerró los ojos hacia él. –Fuiste tú, ¿no?

Su padre la miró con una mirada tranquila. –No tengo idea de lo que estás hablando.

–Le ordenaste que atacara a Kara–. El pensamiento la hizo sentir mareada.

Él resopló. –Si quisiera que esa humana estuviera muerta, ella no estaría sentada afuera en el auto, todavía viva.

El miedo se apoderó de Lena. No debería haberla dejado sola en el auto. Su primer impulso fue darse la vuelta y correr hacia la puerta, pero se contuvo. Kara ya había demostrado que podía defenderse con la ayuda de su naturaleza, y tenía una amiga poderosa que la vigilaba. No necesitaba que Lena fuera a rescatarla.

–Lo que sea que hizo Sam, te aseguro que no tuvimos nada que ver con eso–, dijo su madre. Prometo que no dañaremos a tu... esa humana. Pero tienes que escuchar lo que tenemos que decir–. Su madre la miró con una expresión suplicante.

Incluso su padre la miró a los ojos como si no tuviera nada que ocultar. ¿Realmente no fueron responsables del ataque de Sam? Bueno, incluso si no hubieran enviado a Sam, tampoco parecían demasiado divididos al respecto.

–Está bien, escucharé, si prometes mantenerte alejado de Kara–. Incluso con la energia que la protegía, Lena no quería que Kara tuviera que mirar por encima del hombro por el resto de su vida, siempre en busca de los Girah intentando atacarla.

–Tu madre ya lo prometió–, se quejó su padre.

–Pero tú no lo hiciste.

Él rodó los ojos. –Bien. No la dañaré.

Eso todavía no descartaba enviar a otros a dañar a Kara. Lena abrió la boca para exigir otra promesa, pero su padre la interrumpió con un gesto impaciente de su mano.

–Suficiente. Ven–. La llevó al comedor formal.

Tres ancianos se sentaron alrededor de la gran mesa, bebiendo sangre de delicadas tazas de porcelana.

Lena se detuvo en la puerta y le envió a su madre una mirada de reproche.
–¿Llamaste a los ancianos?– Ella suspiró. Por supuesto que sí. Ella debería haberlo esperado; después de todo, habían sido los ancianos quienes habían hecho el ultimátum.

Su toque •SuperCorp• auWhere stories live. Discover now