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- Creo que deberías ir a Atlanta. Es la única forma de saber qué hacer.
Beca había llamado a una de sus amigas, Jane, y casi escupió las palabras para contarle todo por lo que estaba pasando en ese momento. Jane estaba sentada en el sofá de la oficina de Beca, mientras la actriz caminaba por el lugar con una ansiedad que no podía controlar.
- No conozco a Chloe, pero si estás así por ella, ha de ser alguien importante.
- Estoy saturada de pensar en ella. Trato de olvidarme y regresa.
- Necesito una foto.
- ¿Qué?- Beca se detuvo en seco, clavó su mirada en Jane y cruzó los brazos.
- Muéstrame quién es ella. Necesito saber cómo es.
- ¿Para qué?
- Necesito materializar a la persona que has puesto en mi cabeza. ¿Tienes una foto?
- No. Es decir, no aquí.
- La buscaré en Instagram. Dime su apellido.- sacó su móvil y alzó una ceja mirando a Beca, esperando una respuesta.
- Beale. Chloe Beale.
- Vamos a ver...- la muchacha no quitaba la vista de su iphone, y Beca se sentó a su lado, llena de intriga en su mirada.
- Es la tercera.- ayudó la actriz, para que su amiga no explorase la lista entera de resultados. No había muchas publicaciones, y en las fotos que había publicado no aparecía ella.
- Wow.- Jane encontró una foto, casi al final del perfil.
- Es linda, ¿no?
- ¿Estás bromeando? Podría dejar a Mike por ella. Tiene unos ojos preciosos.
- Los más lindos del mundo.
- Debes ir a verla, ya. Si hay algo que puedas salvar de esa relación, debes averiguarlo.
- ¿Tú crees?
- Déjame decirte algo que espero no moleste.- hizo una pausa, se acomodó en el sofá y miró a Beca directo a los ojos.- Nunca habías tenido esa mirada antes, ni por Stephanie ni por nadie. Y serías una idiota si no lo intentas.
- ¿Y si ella no quiere verme?
- Te dijo que no quería verte una vez, y quizás tu error fue creer que era cierto. Pienso que aunque ella lo diga, no debes olvidarte de eso. Ahora ve, no pierdas más tiempo, ya deberías estar arriba de un avión. Yo me ocuparé de hacer que toda tu vida profesional no muera.
- Eres la mejor.
- Lo sé. Ahora quiero verte mover los pies hasta la puerta y marcharte.

Un bolso con pocas cosas acompañó a Beca esa vez. Jeans, camiseta básica blanca, una chaqueta azul, converse, y una gorra de béisbol para tratar de pasar desapercibida por el aeropuerto. Auriculares, un móvil con suficiente carga, un libro, y una bolsa de gomitas, sus favoritas en todo el mundo.
Cuando llegó a Atlanta, lo primero que hizo fue reservar una habitación en un hotel para dejar sus cosas, quitarse la gorra, las zapatillas, la chaqueta, y permitirse unos minutos de descanso. Los vuelos siempre la agotaban, nunca se había acostumbrado a volar a lo largo y ancho del país, aunque lo había hecho varias veces por temas laborales. Se sentó en la cama, con los pies arriba, y relajó su cabeza en el respaldo. Su vida en hoteles tampoco era algo a lo que podía acostumbrarse con facilidad. Prefería sentirse en casa, en su entorno, con sus propias comodidades. Los hoteles la hacían sentir sola. Y odiaba la soledad. Miró la hora en el reloj que colgaba en la pared, y supuso que Stacie estaría trabajando, Aubrey seguramente también, así que eso le daba una ventaja con Chloe, que no tendría excusas para no atender su llamada. Marcó el número de la casa, ya lo conocía de memoria, y esperó a ser atendida. Nada. Después de unos tonos, iba directo al contestador de llamadas, pero no quiso dejar ningún mensaje, y en su lugar se puso zapatillas, tomó la chaqueta que anteriormente había dejado sobre el posa pies al extremo de la cama, la tarjeta de acceso a su habitación de hotel, y el móvil. Si Chloe no quería atender el teléfono, al menos tendría que abrir la puerta del departamento, o escucharla hablar a través de ella.
Sin embargo, no hizo falta que llegara al departamento, ni siquiera tuvo que caminar más de tres calles hasta que la vio, esperando por un café en un carrito de la calle, donde, según ella, hacían los mejores cafés del mundo, sin excepción. Se acercó sin llamar demasiado la atención, y se puso de pie a su lado.
- Que sean dos.- dijo a la empleada, que no dejaba de sonreír ante su presencia.
- ¿Por qué Beca Mitchell vendría a comprar un café a mi carrito?- preguntó la muchacha, incrédula.
- Está señorita...- respondió Beca, y miró a Chloe.- Me ha dicho que son los mejores cafés del mundo. Así que tengo que confiar en su palabra.- estiró su mano para pagarlo y detuvo la mano de la pelirroja a mitad de camino. Sus ojos hicieron contacto por primera vez y Chloe suavizó la mirada.- Yo invito.
Luego de recibir los dos vasos con café, y luego de que Beca aceptara amablemente tomarse una foto con la empleada, empezaron a caminar por la calle que llevaba al departamento de Stacie.
- Sabes que no me gusta que pagues por mis cosas.- reprochó Chloe.
- Tómalo como una disculpa, si es que sirve.
- ¿Qué estás haciendo aquí?
- Vine a hablar contigo. Creo que hay muchas cosas que debemos aclarar, y no podía pasar más tiempo sin hacerlo.
- Beca, tú no me debes nada...
- Lo sé.- la interrumpió.- Tú y yo no nos debemos nada, pero necesito escuchar toda la versión de la historia desde tu perspectiva. Necesito saberlo todo. Por favor.
- Creo que caminaremos mucho entonces.
Chloe cedió, y eso, inevitablemente puso una sonrisa en el rostro de Beca a modo de agradecimiento.
La pelirroja empezó hablando de lo mal que se había sentido estando en rehabilitación aquella vez que la había visto por última vez, y cómo había tomado la decisión de no recibirla nunca más. Le confesó que no todo en la carta era cierto, y que en realidad había escrito decenas de ellas tratando de encontrar la más creíble, la más clara, la que terminara con todo de una vez. Y supo que había escogido bien cuando Beca no regresó.
Le habló sobre su alta, su intento de reinsertarse a la vida normal otra vez, y cómo había fallado a los pocos meses. Le confesó haberse sentido abrumada con la cantidad de información que recibía de ella por medio de redes sociales, y aunque había tratado de superarlo, nunca lo había hecho realmente. La veía en todas partes, las noticias hablaban de ella, las revistas tenían su nombre una vez al mes, las marquesinas en los cines llevaban su foto, y ella simplemente no podía superar lo mucho que la había lastimado. Su posterior salida de la casa de Stacie fue lo que terminó con lo poco bueno que le quedaba. Las noches que había pasado durmiendo en el tren, o a la espera de una cama en un alojamiento gratuito de la ciudad, todo eso era algo que no podía contarle sin sentir como recorría por su cuerpo el frío al que se había expuesto, y los peligros que la habían rodeado.
- Y en medio de todo eso, algunas noches cuando todo era un desastre, te buscaba en instagram y te escribía.- le dijo finalmente.- Pensaba que si, por si acaso, alguna vez leías mis mensajes, todo podría ser diferente. No quería que me odies, Beca, me aterraba la idea de que tú me odies.
- Yo no te odié, Chloe. Nunca. Estaba lastimada, claro, pero nunca te odié. Me fui porque me lo pediste, porque dijiste que mi presencia te hacía sentir débil, porque en verdad creí en eso de que ibas a estar mejor si yo me iba, que ibas a poder superar tus adicciones si yo no estaba, si no te lastimaba con mis viajes, mis ausencias prolongadas, y mis tiempos tan complicados. Me fui porque en verdad creí en lo que dijiste en esa carta, porque en verdad quería que estuvieras bien, sobria, sana. Quería que fueras feliz.
- Yo sólo quería liberarte de esta angustia constante de vivir con una adicta como yo.
- Sabes cuánto te amaba, y cuánto mas podría haber hecho por ti.
- No merecías tener esa vida.
- ¿Puedo saber qué decían todos esos mensajes?
- Creo que ya no valdría la pena. Lo sabes todo. Sabes que la carta no era cierta, que yo en verdad estaba haciendo todo por ti, y que te amaba, te necesitaba, eras lo único por lo que podía encontrar un motivo para salir adelante.
- ¿Y por qué te molestó tanto saber que había dejado el departamento para ti?
- Porque sentí que lo habías hecho a modo de consuelo.
- Es como si no me conocieras.- Beca frunció el ceño, y Chloe rápidamente habló otra vez.
- Sé que tú no eres así. Es sólo que volví a verte después de todos estos años, y otra vez sentía que te estaba perdiendo, y por eso fui hasta ahí. Me tomó por sorpresa, no supe manejarlo, y sólo me enojé. Ese departamento... Beca, tiene los recuerdos más genuinos y hermosos en toda mi vida. Es el único hogar que he tenido alguna vez. Pero lo era porque estábamos juntas, porque nos amamos con locura, porque me hiciste sentir especial, importante. Me hiciste sentir que podía ser alguien más que una adicta durmiendo en la calle. Y cuando hice terapia en el centro de rehabilitación aquella vez, descubrí que me sentía así por ti, pero que fuera de ti no podría nunca. Esa relación de dependencia que tenía contigo, eso fue lo que terminó condenandome a vivir como los últimos años. La calle me asustaba, la gente me asustaba, pero no tenía otra alternativa. De haber sabido que ese departamento era mío... Quizás no habría tenido que dormir sentada en la estación algunas noches.
- Lamento tanto todo lo que te ha pasado. En verdad. Pensé que sabías que era tuyo, que lo había dejado para ti. Pero había gente en mi equipo que no hacía bien su trabajo, y confié en ellos. Lo siento en verdad.
- Ni siquiera tenías que hacerlo, Beca. No tienes que pedir perdón por algo que no te correspondía hacer. Fueron mis decisiones las que me llevaron hasta ahí.
- Pero Stacie me dijo que estabas lográndolo. Que antes del accidente en verdad estabas intentándolo.
- Casi muero en una fiesta.- confesó.- De no ser por Stacie, no estaría aquí contando esta historia. Estuve días en el hospital, y luego de la desintoxicación fui por decisión propia al centro otra vez. Cuando salí, busqué una pensión, trabajé y me apunté para una beca en la escuela de cine. Es increíble no haber podido asistir a la entrevista.
- Tendrás otra oportunidad.
- A veces parece que ser feliz no está hecho para mí.
- No digas eso. Fue un accidente desafortunado, pero estás aquí, y eso es lo más importante. Casi mueres, dos veces, y estás aquí. Si eso no te dice algo, entonces no sé qué lo haría.
- ¿Tú por qué estás aquí?
- Bueno... No respondías mis llamadas, y necesitaba explicaciones. Además, eché a todo mi equipo de trabajo, y ahora no tengo ni una asistente para empezar a trabajar en un nuevo equipo, así que supongo que Atlanta es un buen lugar para descansar.
- ¿Por qué echaste a todo tu equipo?
- Necesito trabajar con gente en la que pueda confiar. Pensé que podía confiar en ellos pero no es así.
- No todo es color de rosa para ustedes los artistas, ¿cierto?
- Tuve buenos momentos fantásticos, y conocí gente realmente buena, pero no todo es tan fácil como parece. Hay gente que maneja mis redes sociales y me dice qué puedo publicar y qué no. Y tengo a otros diciéndome qué es lo que me conviene hacer cuando salgo en las noches, a dónde puedo ir para conseguir más cámaras, con quién puedo hablar para obtener atención, e incluso me han forzado a hacer amistades para las cámaras. Tener mi cara en las revistas o en los programas no es sencillo, hay todo un tema de fondo que llega a ser frustrante.
- Lo lamento.
- Está bien, yo lo decidí. Y como te dije, tiene momentos que no cambiaría por nada. Echar a mi equipo me pone en una encrucijada, pero también es una oportunidad para encontrar gente nueva, respirar nuevos aires, y quizás dar el salto de calidad que necesito para mi carrera.
- Tu papel en Historias Cruzadas fue un gran salto de calidad.
- Has visto todas, ¿no?
- Cada una de ellas.- Chloe se atrevió a mirarla, y dejó entrever una sonrisa.- Trabajaba en cualquier lugar con tal de conseguir dinero para comprar un boleto el día del estreno. El año pasado fueron cinco películas, muchísimo para cualquier mortal.- Beca dejó escapar la risa.
- Fueron muchas horas de trabajo.
- Tuve que hacer una promesa a mi terapeuta, para que me dejara salir a ver tus películas. Alguien me acompañaba, y regresábamos al centro de rehabilitación apenas terminaba. Pero esas horas eran mis mejores horas. Era mi momento de enseñarle a quien fuera mi acompañante, lo bueno y malo del cine, lo que me apasionaba de las cámaras, la edición, y claro, tu actuación. Estuviste brillante en todas y cada una de las cosas que hiciste, aunque no todas fueran de un libreto excepcional.
- ¿Cuál fue la peor?
- Esa comedia espantosa que hiciste con Adam Lambert. No sé en qué estabas pensando.
Beca rió con fuerza, y Chloe también lo hizo. Habían caminado lo suficiente como para que sus piernas se sintieran cansadas, y empezaran a pesar.
- ¿Has entrado al departamento?- preguntó la actriz y de pronto el clima fue otro.- ¿Has subido? ¿O sólo te quedaste en la planta baja?
- No tenía mi identificación, y luego no quise regresar. ¿Por qué?
- Porque todo está tal como lo dejamos esa última vez, y quería saber si todavía...- hizo una pausa, rió nerviosa, y luego sólo hizo silencio.
- ¿Quieres ir?
- Es tuyo. Tú tienes la decisión.
- ¿Quieres ir?- repitió.- Yo no podría tener una mejor compañía para entrar otra vez.
Beca accedió, y caminaron hasta el lugar en silencio. Las dos pensaban, pero ninguna se atrevía a decir ni una palabra. El edificio estaba a cinco calles de donde habían parado por última vez, cinco calles que conocían perfectamente, por las cuales habían caminado sin cansancio cuando vivían juntas. Bajo el sol, o el frío invierno. Cuando el color de los árboles daban vida al paisaje, o cuando todo se teñia de hojas secas en otoño. Atlanta era el lugar al que volvían siempre, sin importar la situación.
El encargado del edificio reconoció automáticamente a Beca, sin necesidad de que ella se presentara, aunque a Chloe le pidió su identificación para acceder a las llaves del departamento.
Llamar al ascensor, esperarlo, y subir a él parecía una cuenta regresiva para ambas. Era imposible no sentir que el corazón se les aceleraba, o que por momentos, incluso, dejaba de latir. Estaban a punto de abrir la caja de Pandora, y lo que había dentro sería, cuanto menos, una catarata de emociones y sentimientos encontrados.
Caminaron hasta la puerta del lugar casi por inercia. Sabían exactamente cuántos pasos hacer, y cuántas puertas debían pasar hasta encontrarse frente a la suya. Chloe giró la llave, y luego empujó hacia adentro. El contraste del pasillo oscuro con la claridad que había dentro del departamento era enceguecedor, tal como había sido siempre debido a las enormes ventanas que daban a la calle, y las paredes de un color blanco inmaculado. Chloe dio un paso adentro, y Beca la siguió. Todo estaba igual que esa última vez, nada había cambiado. El salón grande apenas entraban era la sala de estar, con sus sofás grises que en ese momento estaban cubiertos de una tela verde oscuro. Más atrás estaban de un lado la cocina con la mesa de bar, y del otro el comedor. Beca observó todo, incluso las pinturas en las paredes eran las mismas. Chloe descubrió que la vajilla estaba embalada, aunque los vasos y las copas permanecían dentro del mueble de madera justo al lado de las alacenas.
- ¿Tú embalaste todo?- preguntó.
- Antes de irme, sí.- Beca respondió y luego sacó la tela que cubría el sofá.- Quería mantener todo en buen estado, mientras decidía qué hacer con el departamento.
- ¿Por qué lo pusiste a mi nombre finalmente?
- ¿Recuerdas cuando te dije que nunca nadie había venido aquí alguna vez? Eso era cierto. Este fue sólo nuestro lugar, y no podía pensar en dejárselo a alguien más.
- ¿No te importaba pensar que yo pudiera venderlo o quizás traer a alguien más?
- Es tuyo, Chloe. Puedes hacer con él lo que quieras.
Chloe seguía explorando todo como si cada cosa que tocara le devolviera un recuerdo a la cabeza. Beca sólo la observaba, desde su lugar en el sofá. Recordaba la última vez que habían estado juntas allí, esa noche en que encontró a Chloe en el piso de la habitación. Recordaba los detalles, las botellas esparcidas en la alfombra, las píldoras en la cama, y aquel polvo blanco en la mano de la persona que más había amado en todo el mundo. Recordaba su sentimiento de culpa, su incapacidad para decir algo, y lo enojada que Chloe estaba.
Había regresado luego del ingreso de Chloe al centro de rehabilitación, pero nunca más había dormido en la misma cama.
- Lamento no haber regresado...- dijo mirando hacia afuera por la ventana.- Lo lamento tanto, Chloe.
- Fui yo quien te lo pidió.- la pelirroja se acercó y quiso asumir la culpa, pero Beca se encontraba muy afectada por la situación. No la miraba, tampoco parpadeaba, sólo estaba allí, mirando al exterior como si eso le diera alguna respuesta.
- Pero yo no regresé. Y toda la vida me va a acompañar ese sentimiento de culpa por haberte dejado aquí, por no haberte cuidado, porque por mi culpa caíste otras veces.
- Tú no tienes la culpa de nada.- se sentó a su lado y trató de encontrar su mirada.- Mírame, Beca, por favor. Jamás vuelvas a sentir que eres culpable de las decisiones que tomé en mi vida. Nunca había tenido algo más especial que todo lo que me diste, nunca nadie me había dicho que me quería, y tú lo hacías a diario. Crecí con violencia, no sabía de qué hablaba la gente cuando hablaba de familia, de amor, de muestras de afecto. Tú no tienes la culpa de que yo no supiera responder ante todo el amor que me diste. La droga, el alcohol, las fiestas, siempre fueron mi única salida. Tú no tenías la culpa, y no la tienes. Fui yo, siempre fui yo.
- Yo habría hecho lo que fuera por ti. Si me lo pedías, si tan solo me dejabas verte una última vez, habría dejado todo para que salieras adelante.
- Y eso es justamente lo que debía evitar. Eres una mujer maravillosa, talentosa, buena, y llena de sueños. Yo no podía quitarte eso. Lamento lo mucho que te lastimé pero tenía que hacerlo para que te fueras, para que pudieras vivir una vida normal, la vida que merecías.
- Has sido lo más genuino que he tenido en toda la vida. Y estoy aquí porque mi mundo aparentemente perfecto se derrumbó, y lo único que tenía en mente cuando me encontré sola en mi oficina, era verte a los ojos, y encontrar nuestra historia escondida por alguna parte. Yo... Literalmente salí corriendo en busca de un avión que me trajera aquí, y lo haría cuantas veces fuera necesario si tú me das un solo motivo. Uno solo es suficiente.
- No te engañes, Beca. No nos engañemos. Tu mundo es diferente al mío, siempre será diferente al mío, y no podemos evitarlo. Aunque yo te diera un motivo, no funcionaría. Nos lastimamos demasiado.
- Tuve que hablarte por más de un mes mientras estabas conectada a esas máquinas en el hospital, Chloe. Me dijeron que debía firmar un permiso para desconectarte, y no lo hice, porque sabía que esto no era en vano, que nuestros caminos se habían cruzado de nuevo por alguna razón, y que podíamos salir adelante. Te hablaba, y no sabía si tú escuchabas, pero lo intentaba. Te dije muchas cosas, y decir todo eso en voz alta me hizo entender que no me importa cuánto dolor nos causamos, o cuánto de nuestro pasado puede lastimarnos, correría hacia ti sin importar la circunstancia. Quiero que estés a salvo, pero quiero que sea conmigo, quiero ser yo quien te salve esta vez, Chloe. No estaría aquí si no pensara que nos debemos una oportunidad.
- Beca, yo...
- No he podido entrar a esa habitación desde esa vez que te encontré tirada al borde de nuestra cama.- señaló la puerta que permanecía cerrada.- No pude dormir en esa cama luego de aquella noche. Nunca pude hablar de ti con nadie, porque trataba de convencerme que te había olvidado. Pero no, nunca pude hacerlo. Sólo dame una razón, Chloe, sólo una y te prometo que haremos que esto funcione.
Chloe se levantó del sofá y caminó hasta la puerta, puso la mano sobre el picaporte y luego se detuvo. Recordó que había prometido no huir nunca más, prometió afrontar las situaciones que se le presentaran, por duras que fueran. Salir de ese departamento sería huir, y la persona que estaba intentando ser no se relacionaba con la cobardía. Sacó la mano del picaporte, y volteó a encontrarse con la mirada suplicante de Beca, que quizás no habría soportado verla irse sin respuesta. Y es que Beca no acostumbraba a abrir así su corazón, no era buena para escoger las palabras, pero había sido clara, honesta, increíblemente desvergonzada y audaz.
- Hay una razón por la que guardé tu número de teléfono en ese anotador que llevaba en la mochila cada vez que salía.- empezó diciendo.- Y es que de alguna forma esperaba que alguien te llamara si algo me pasaba, si no soportaba más tiempo de sobriedad y caía otra vez, si me quedaba dormida en la calle o me metía en problemas. Cuando era niña hacía todo por llamar la atención de mamá, y supongo que intenté lo mismo contigo. Pero tú no eres como ella. No, tú viniste corriendo a encontrarme, sin importar cuánto daño te hice, o el tiempo que había pasado. Tenías una vida, una novia, toda la fama que siempre soñaste, y sin embargo viniste a mí. Y te quedaste, y me cuidaste, y creíste que podía despertar. De no ser por ti, no estaría aquí. A ti sí te importa lo que me pasa. A ti siempre te importó lo que me pasaba. Pero yo nunca supe lo que se sentía que alguien corriera a atender mis necesidades, que alguien calmara mis pedidos desesperados de atención. Tú no eres mamá. Y odio estar tan marcada por esa historia, odio no saber responderte porque nadie me enseñó cómo hacerlo. Odio estar tan lastimada, tan dañada. Odio amarte con tanta intensidad y no poder darte todo lo que mereces.
- Es que sigues siendo tan terca y te niegas a escuchar...- Beca rió amargamente, y trató de ordenar sus palabras antes de seguir.- No quiero nada más que un motivo, haremos que el resto funcione.
- Siempre serás lo mejor que me ha pasado en la vida. Tú, este departamento, nuestras noches de invierno acurrucadas en ese sofá, y la manta de colores que cubría nuestros pies cuando veíamos una película. Pero...
- Odio tus peros.
- Tengo miedo.- confesó la pelirroja, y se atrevió a dar los pasos necesarios para estar otra vez al lado de Beca, en el sofá.- Tengo miedo de arruinar todo otra vez.
- No pienses en lo que puede pasar. Día a día, Chloe, ¿lo recuerdas? Tú y yo, día a día, paso a paso.
Una sonrisa asomaba el rostro de Chloe, que recordaba perfectamente esa frase, su filosofía de vida. Pensaba en todo lo que significaba darle otra oportunidad a esa historia. Beca era mucho más famosa para entonces, era blanco fácil de noticias, y había terminado una relación de años sin mucha explicación, había echado a todo su equipo sin aparente razón, y sería tema de todos los programas de chismes del país. Su exposición era fuerte, su influencia también. Le preocupaba no estar a la altura, no podes encajar, no soportar las críticas, y más aún, le preocupaba arruinar todo lo que ella había construído con tanto esfuerzo y sacrificio. Pero la Beca que estaba sentada allí, la que había volado a la ciudad solamente porque no atendía sus llamadas, la que la observaba con todo el amor del mundo, no era la Beca de los tabloides y la televisión. Era su Beca, la chica que había conocido en una fiesta a la que había sido arrastrada sin muchas ganas, y la que había dominado cada espacio dentro suyo, cada desorden que su infancia le había dejado.
La besó, y se sintió muy bien el contacto. Sus bocas se conocían de memoria. Nunca habían besado otros labios de la misma forma.
Beca tenía el motivo, ese que había estado buscando, y a Chloe sólo le quedaba confiar.

Hola!! Aquí en medio de exámenes finales me desaparecí un poco. Pero no quería dejar de actualizar para ustedes, porque quiero darle un desenlace a esta historia. Espero que sigan por ahí. Saludos! ❣️

(Re) Escribir nuestra historia.Where stories live. Discover now