Parte I - Raíces.

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La maldad viene en muchas formas, distintas épocas y variada intensidad

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La maldad viene en muchas formas, distintas épocas y variada intensidad... pero su fin último es el mismo... El caos total...

—Laurent Quincy—


Aun lo recuerdo como si fuera ayer

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Aun lo recuerdo como si fuera ayer.

Corrían tiempos oscuros para la humanidad; las masas, ignorantes y analfabetas se retorcían en sus insípidas y banales existencias, llenas de creencias ciegas que alimentaban su fe enferma y eran gobernadas por el "poder divino" de aquellos que tenían sangre azul.

Galia, como alguna vez fueron llamadas las tierras manchadas de sangre en las que nací, comenzaba a alzarse como un reino unitario y la guerra que causaba esa "unidad" llenaba de putrefacción todo lo que tocaba y rodeaba sin excepción alguna.

En medio de todo yo era tan solo un niño nacido en malos tiempos; estaba condenado desde el momento mismo de mi nacimiento, por haber nacido como el hijo "bastardo" de una mujer viuda y solitaria, señalada de practicar la brujería. No existía una explicación aceptable para los pueblerinos sobre mi existencia y desde un principio fui condenado al dolor. Tuve que ver morir a mi madre cuando tenía tan solo cinco años, sentenciada por el clero a ser quemada por sus supuestos vínculos con Lucifer al haberme dado vida; el fuego le consumió frente a mis ojos y sus agónicos gritos recorrieron cada centímetro del pueblo hasta apagarse.

Desde allí fui tratado como un animal y me vi obligado a sobrevivir bajando siempre la cabeza, marcado con un pecado del cual no era culpable y fui esclavizado por aquellos que creían tener el poder divino bajo sus manos, los nobles del pueblo, que creían domar a un hijo de Lucifer.

Para diferenciarme aún más fui marcado como el ganado, con un símbolo que le dejaría claro a todos quien era: Una profana cruz inversa que llevaría en mi piel hasta la tumba; además el color rojo fue relegado a mi persona, como marca aún más visible de mí supuesta naturaleza, un absurdo color que le recordaba al mundo quien era.

Cada día era una eterna agonía en la que maldecía internamente mi existencia; deseaba no haber nacido nunca, haber muerto en la oscuridad de mi madre y seguir siendo uno de esos "no nacidos" que flotan en alguna eternidad, esperando el momento de nacer, el momento de ocupar un cuerpo, o quedarse allí por siempre, flotando en la eternidad más primigenia. Pero el destino había sido otro para mi madre y para mí, condenándonos a arder en la muerte y en la vida.

Calcifer, El Origen del Mal✔ (BL)Where stories live. Discover now