Kara la miró fijamente. –¿Vives en un teléfono celular?

Ella se encogió de hombros. –Cosas más extrañas han sucedido–. Imra la atravesó con una mirada de desaprobación. –Un djinn que quiere convertirse en humano, por nombrar una cosa.

Kara bajó la mirada. –Necesito tiempo, ¿de acuerdo? No es tan fácil como piensas.

Imra abrió la boca como para objetar, pero la cerró sin hablar. Finalmente, ella asintió. –Todo bien. Si quieres hablar de eso o no sé...– Ella se encogió de hombros y se levantó. Durante un largo momento, miró a Kara y luego dijo: –Ven aquí, quiero darte un abrazo.

Kara echó hacia atrás la silla de su oficina y se levantó. Los Djinn no se abrazaban; podrían simplemente unirse en la Gran Energía. ¿Imra extrañaba ese tipo de contacto con ella?

Imra abrió los brazos y Kara entró en el abrazo.

La energía fluyó entre ellas en un agradable zumbido. Le recordó a Kara el sentimiento cuando ella y Lena se abrazaron, pero también fue diferente. El toque de Lena hizo que su corazón saltara y sus hormonas bailaran una samba. Sostener a Imra era lo que ella imaginaba que sería una hermana: no era emocionante empujar y tirar de dos tipos diferentes de energía vital que se encontraban y se desataban. Era más como un flujo suave... una sensación de sumergirse en una tina de agua tibia.

Cuando Imra la soltó y dio un paso atrás, ella sonrió. –Estar cerca así es ... diferente. Pero también un poco agradable.

Kara sonrió a cambio. –Sí, lo es.

Imra respiró hondo. –De acuerdo, me tengo que ir. Cuídate–. Ella saludó y desapareció.

Por un momento, Kara se paró junto a su escritorio, sacudiendo la cabeza. Incluso después de siglos, Imra lograba sorprenderla de vez en cuando.

El chirrido de su teléfono celular la sacó de sus reflexiones. Ella atendió la llamada en el segundo timbre. –Danv..

–Hola, soy yo, Lena. ¿Tienes un minuto?

Ella sonaba muy seria. Y generalmente no llamaba a Kara al trabajo. –¿Estás bien?

–Uh, sí, estoy bien. ¿Y tú?

Por una fracción de segundo, quiso contarle sobre la aparición de Imra, pero luego se dio cuenta de que no podía. –Excelente. Ocupada con el trabajo, pero aún así es agradable saber de ti.

–No quiero retenerte por mucho tiempo, pero me preguntaba ...

Cuando pasaron los segundos sin que Lena continuara, Kara preguntó en un tono suave: –Dime qué está pasando.

Lena se rió entre dientes. Ella sonaba nerviosa. –Lo siento, yo... quería preguntarte si tú, bueno, si tienes algo de tiempo esta noche. Tengo algo que me gustaría darte.

–Oh, Lena, que amable de tu parte. Ojalá pudiera, pero esta semana es una locura. Dos de mis casos importantes van delante de un juez el viernes. Hasta entonces, apenas tendré tiempo suficiente para un sándwich rápido, y mucho menos cualquier otra cosa.

–Veo. No hay problema. De Verdad.

Aunque Lena sonaba como si entendiera, Kara pensó que podía escuchar la decepción en su voz. O tal vez es solo que desearía poder verla. –No tengo mucho tiempo, pero ¿estaría bien si te enviara mensajes de textos?– Por lo general, intercambiaban mensajes de texto solo por las noches, cuando Kara estaba en casa. 

–Por supuesto–, fue la respuesta inmediata.

Kara sonrió. –Excelente. Te mantendré informada si me mantienes actualizada sobre cómo te va.

Su toque •SuperCorp• auOnde histórias criam vida. Descubra agora