Unico.

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Se cuenta que hace muchos años atrás existió un violinista con un talento tan maravilloso que era abrumador. Se decía que tal violinista bajaba cada noche al infierno para calmar a las almas atormentadas…

El mismísimo mal pedía sus servicios cada noche sin falta, por tal razón el joven dormía con un esmoquin y su violín en mano.

-¿Aún no decides?- preguntaba con malicia mientras fumaba al pie de la cama.
-No me iré al infierno sólo para hacer que tu trabajo sea mucho más fácil-

La misma pregunta y diferente respuesta cada noche, la misma rutina, según cuentan los ancianos del pueblo.

Samuel era un joven con gran carisma y amable con todos, pero el todo poderoso le había otorgado un don tan hermoso y tan destructivo, puesto que cada vez que el bajaba al infierno una parte de su alma moría, al igual que el.

Samuel se limitaba a ejecutar su instrumento por el día, ya que si algún hombre escuchaba el sonar del instrumento moriría por la desgarra te tristeza que se instalaba en su cuerpo y terminaría suicidándose.

Así pasaron los años y el joven samuel poco a poco perdía la vida.
Una noche al no poder dormir, la oscuridad comenzaba a tener forma.

-Te he esperado esta noche… ¿acaso no calmarás las almas esta noche?-
-Estoy enfermo y viejo, mis cuerdas están desgastadas-
-samuel ¿has pensado en la propuesta que te he hecho hace mucho tiempo?-
-Quiero vivir… no iré al infierno-

Samuel se calzó un traje y posicionó su instrumento a un lado suyo e intentó dormir. Si bien samuel moriría pronto, pero tocaría una última vez para las almas atormentadas…

Al poco tiempo Samuel se encontraba entre un inmenso calor, se posicionó para poder ejecutar de la mejor manera, los gritos desgarradores de fondo poco a poco se apaciguaban.

Cuatro cuerdas desgastadas hacían sonar la canción mas triste, tres cuerdas… dos… una… nada…
Los gritos desgarradores comenzaban nuevamente…

-Samuel, has hecho tu trabajo de la mejor manera posible…-
-Es la última vez-
-¿es la última?- una sonrisa maliciosa apareció en la cara del mal.

Después de unos días el cuerpo del viejo Samuel fue encontrado en su casa, abrazaba a su instrumento y una sonrisa estaba dibujada en su rostro.

Se cuenta que desde que el viejo Samuel murió no se ha encontrado un joven que tenga el talento como el de Samuel, sin embargo se dice que cada noche a lo lejos se escucha una canción triste… los ancianos le apodaron La sonata del diablo.

Sigue tocando las viejas cuerdas en el apabullante calor del infierno...

El violinista del diablo.  OneshotWhere stories live. Discover now