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06 ✧*̥ real life • instagram search

Esta ocasión no fue la excepción. No sólo estuvo más en contacto con sus seguidores haciendo directos de su recorrido por la convención, sino que también fue invitado para probar videojuegos nuevos y pequeñas cosas como esas le hacían sentir feliz, compartir con sus fans estas experiencias era lo mejor de gastarse el boleto de avión y las horas de viaje en venir al otro lado del globo.

Pero en particular esta vez se llevaba algo nuevo. Mejor dicho, dos cosas nuevas.

A pesar de ser muy distraído, jamás en sus veintinueve años cumplidos había extraviado algo con tanto valor dentro y menos en un lugar inmenso y con miles de personas. Esa era una.

La segunda, no hacía falta pensar mucho para saberlo, porque no era ya ningún secreto que conocer a Mara Fellner le había agradado mucho, incluso más de lo que quisiera admitir, eso lo había notado su mejor amigo el día de ayer. Mangel conocía tan bien a Rubén como la palma de su mano, que supo que su reacción al estar con ella ese pequeño momento no fue para nada usual en el castaño. Y después de insistir, insistir e insistir, logró que Rubén le confesara lo bonita que le parecía Mara y que ayer por la noche estuvieron conversando por WhatsApp.

Aunque Rubén no tenía muchas esperanzas, se había despertado el día de hoy con la sensación de querer encontrarse con ella aunque fuese por casualidad. Inició el día desayunando con sus amigos, haciendo directo, visitando los stands de Nintendo y otros juegos más. Pero efectivamente, poco a poco disminuía la oportunidad de encontrarse con Mara, porque su vuelo a España zarpaba a las seis treinta de la tarde y tenía que regresar pronto a su hotel para guardar su equipaje e irse al aeropuerto.

Ahora mismo solamente estaban esperando a su prima Sofía para irse, quien se estaba tardando mucho en comprar souvenirs. En un principio Rubén dudó en traer a la castaña consigo, pero ahora mismo ella atravesaba por un momento difícil y por el enorme cariño que le tenía, sólo quería verla sonreír.

—¿Por qué tarda tanto? —dijo Mangel con un hilo de voz cansado.

—Aún no decide qué color de taza llevarse a casa —respondió Rubius—, tiene una colección enorme de ellas y elegir la siguiente en su estante puede demorar horas.

Alex abrió la boca para decir algo pero fue interrumpido por Sofía Doblas, la irreverente castaña española de veintinueve años que siempre llevaba una sonrisa en el rostro. Traía dos tazas con logotipos y decoraciones alusivas a la convención, una de color rojo y la segunda de color amarillo.

La chica alzó los brazos en dirección a los tres chicos al mismo tiempo que una risa genuina se le escapaba, Rubén pensó en el tiempo que llevaba sin escucharla feliz—. ¡Ya estoy lista, pimpollos!

—¿Dos tazas? Dijiste que sólo llevarías una, mujer, se te van a romper entre el equipaje —exclamó Mangel. La verdad es que tan unido es con su mejor amigo, que terminó llevándose súper bien con Sofía también.

La castaña le sacó la lengua a modo de jugarreta —. Es que esta otra me la ha regalado Au...

—¡Heey que no quiero saber qué ondas te traes esta vez! —la interrumpió Rubius con un poco de regaño en su tono de voz. Siempre solía protegerla aunque fuese sólo unos meses menor que él.

—Ya es hora de irnos, chicos —avisó Alex al fondo mientras miraba la hora en su celular.

Los tres obedecieron y pronto se encaminaron hacia la salida. El castaño decidió que sus amigos y su prima tomaran la delantera mientras él avanzaba a pasos un poco lentos. ¿Por qué? Quizás no quería irse, no aún.