Sin saber qué más hacer, tu mamá recurriría a él sabiendo lo mucho que significaba para ti, pidiéndole desesperada que te convenciera de seguir tu medicación para la ansiedad al pie de la letra, pues parecía no estar logrando el efecto adecuado en ti. "¿Q-Qué medicación?" sería lo primero que saldría de su boca, y después de escuchar la larga explicación de tu madre acerca de tu situación actual sentiría su corazón partirse en mil pedazos. ¿Por qué no me dijo nada nunca?, meditaría por los siguientes minutos, no muy seguro de cómo sentirse. Odiaba verte triste y no descansaría hasta estar seguro de que no habría de encontrarse con nada más que sonrisas en tu rostro.
Comenzando por esa misma tarde, pasaría a comprar incontables snacks que sabía que eran tus favoritos, además de cargar una docena de películas románticas conociendo lo mucho que disfrutabas maratonear sobre tu sofá. Trataría de hacerte pasar una noche agradable y relajada entre besos y caricias, eventualmente poniendo sobre la mesa el tema que no podía sacar de su cabeza por mucho que intentara. "Hablé con tu madre hoy," diría tranquilo mientras acaricia suavemente tu cabello, su dulce aroma impregnando el aire a tu alrededor. No pudiste evitar dirigirle una mirada de confusión al ver que se encontraba sacando de su bolsillo trasero una caja de pastillas recién compradas en su camino a tu casa, entregándotelas con una sonrisa débil. "Yo... quiero decirte lo decepcionado que estoy de que no me hayas confiado algo como esto, pero planeo dejarlo en el pasado si tu prometes que de ahora en adelante vas a cooperar y dejarme hacerte la mujer más feliz del mundo, ¿trato?"
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Min Yoongi
el momento en el que su celular vibró con el número de tu madre como remitente sabía que algo no estaba bien. A pesar de conocerte mejor que a nadie, jamás creyó la posibilidad de que estuvieras pasando por algo tan fuerte como la depresión. Pero las lágrimas de tu hermano a través de la línea no eran falsas y él no se iba a atrever a cuestionarlas.
Era imposible para él disimular que estaba preocupado, aún no podía entender cómo alguien que parecía feliz y alegre como tú podía esconder algo tan oscuro, sintiéndose algo herido al recordar que incluso lo habías mantenido ajeno a su conocimiento. Sabía que tenía que tratar el tema con calma, así que pasaron unos cuantos días para que finalmente se animara a hablar contigo. Cuando volviste a tu habitación después de lavar los platos de su cena, lo encontraste sobre la cama recostado, un gesto poco común en él adornando sus suaves rasgos. Al verte plantada frente a la puerta, te invitaría a tomar el lugar vacío a su lado dando unas pequeñas palmaditas sobre la almohada. Una vez a su lado, notarías en la forma que tiene de fruncir las cejas cuando algo lo está fastidiando. Trata de esconder el esfuerzo por articular palabras, estas finalmente saliendo de su boca en un tono bajo y pacífico, casi como un susurro.
"T/N, yo... no soy muy bueno con las palabras y quizás suene torpe y fuera de lugar, pero eres la mujer más hermosa que he conocido. Eres hermosa más allá de lo físico, en caso de que se te ocurra dudarlo. Te admiro tanto por ser fuerte, por saber entenderme y no quiero hacer nada más que estar a tu lado y protegerte. Desde que te conocí has traído luz a mi vida y de ahora en adelante voy a tratar de devolverte el favor. No dudes más de ti misma, muéstrame aquellas cosas 'desagradables' que tanto te molestan, sé que voy a amarlas sin importar nada y con el tiempo me aseguraré de que tú también lo hagas. No te escondas más, princesa." Al notar las lágrimas correr por tus mejillas se apresuraría a limpiarlas con su pulgar, atrayéndote hacia su pecho con el brazo que le queda libre. "Vamos a pasar por esto juntos, ¿de acuerdo?"
