Reencuentros.

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La primavera se había adelantado aquel año, incluso así, todos pudieron sentir la frescura del ambiente mezclarse con una gélida brisa que recordaba la reciente partida del invierno infernal que la ciudad había sufrido en aquella ocasión.

Las personas entraban y salían de diferentes salones, rememorando viejas vivencia y compartiendo con acompañantes ajenos, todas las experiencias que los llevaron a formarse como las personas que eran a día de hoy.

Sonrisas, risas y algunas lágrimas nostálgicas.

Felicidad, añoranza y envidias.

Los reencuentros educativos siempre eran la comidilla del pueblo, para todos era sorprendente el ver lo mucho que cambiaban los problemáticos del barrio con el pasar de unos cuantos años. Los gritones, los callados, los populares y los abusados.

Todo aquel que pasó alguna vez por el instituto de Namimori, estaba sujeto a sufrir grandes cambios al llegar a su vida de adulto.

Especialmente aquellos que fueron parte de la peor generación posible; Aquella donde Sawada Tsunayoshi fue estudiante del instituto.

La gente se aglomeró en el gimnasio, disfrutando de pláticas y algunas bebidas con una cantidad mínima de alcohol. Rememoraban los acontecimientos más impresionantes de su adolescencia, momentos donde fueron mordidos hasta la muerte, donde se vieron envueltos en problemáticas peleas o los inusuales castigos que Adelheid imponía.

La mención del prefecto y aquella chica problemática, indudablemente los hizo a todos preguntarse qué sería de ellos. Con Hibari Kyoya enteramente obsesionado con todo lo referente a la ciudad, fue una completa sorpresa que de un día para otro simplemente desapareciera como si la tierra se lo hubiera tragado.

En el momento, todos atribuyeron su ausencia a la inminente ida a la universidad y tomaron aquello como una muestra de lo más asombroso de llegar a la edad adulta. Los sueños de independencia creaban en ellos grandes expectativas que fueron rotas a la hora de cumplir con el deber.

Tokio resultaba agobiante, los estudios en el extranjero complicados y al final lo más factible siempre fue permanecer en Namimori.

Aunque pocos lo hicieron.

Entre pláticas, también se hicieron diferentes alusiones a Gokudera Hayato, Yamamoto Takeshi y Sasagawa Kyoko. Indiscutiblemente, esos tres eran los más esperados de la noche. Si de jóvenes siempre generaban revuelo únicamente con sus presencias, no querían ni imaginar qué sería llegados a la edad adulta.

Donde todos los atributos finalmente estaban marcados, para ambos sexos. Hombre y mujeres.

No hay que mentir, siempre hay algún malicioso a la espera de ver a los populares gordos, feos y miserables.

Un ejemplo de ello, no era nadie más que el nada lindo de Osamu. Quien, luego de ser rechazado por Kyoko en una de sus muchas confesiones, no hizo más que enfurruñarse con ella. Tal y como Mochida hizo en su momento, siendo imitado por una legión completa de furibundos abusones que no hicieron más que tomarla contra el muy afamado Tsunayoshi.

Dame-Tsuna, en realidad.

¿La razón? Ser contraproducentes, la negativa de Sasagawa a salir con alguno de sus pretendientes radicaba en que la mayoría se portaba agresivo hacia su amigo y el solo hecho de que aquel perdedor tuviera el derecho de llamarse su amigo era demasiado motivo para cabrearse.

Como sea.

Para desgracia de los malintencionados corazones de algunos, Sasagawa Kyoko llegó acompañada aquella noche por su hermano mayor y su mejor amiga (así como cuñada y madre de su sobrina de dos años), Kurokawa Hana. Cuando esos tres ingresaron al gimnasio, ninguna mirada se apartó de ellos.

Reencuentros.Where stories live. Discover now