BOSQUE SUSURRANTE

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Durante días mi abuelo se internaba en el bosque para llegar a su trabajo como leñador a unos tres o cuatro atardeceres desde aquí.  Después de que mis padres fallecieron duraba más tiempo en el trabajo, regresando solo un par de veces a la semana y marchándose nuevamente con su perro. Pasquinel.

Un martes por el atardecer como era de costumbre, mi hermano y yo prendimos la estufa de leña para recibirle cuando el sol se ocultara. Sin embargo, esa tarde, era más lúgubre de lo normal, mi hermano no lo notó, pero eso no quitaba el hecho de que no me afectara.

Preparamos todo para su llegada, nos aseguramos que los animales estuvieran bien aprisionados por las cercas que rodeaban la finca, que la cena estuviera lista, entre otros oficios. Esperamos pacientemente mirando la oscuridad desde la venta, hasta que por fin, vimos una silueta con paso cansado y una pequeña luz que parecía desvanecerse en medio de la noche.

Siempre consideré que mi abuelo tenía secretos, casi nunca nos demostró migajas de afecto, pero esa noche, desde que vi su silueta presentí que todo iba a ser peor. Mi hermano tomó la delantera para acercarse a la puerta y levantar el picaporte. Mis músculos no pudieron resistir el embate de ansiedad sofocante y continúe tras el para refrenar su mano.

Noté recelo en su mirada mientras se decidía en abrir la puerta a pesar de mi advertencia "Espera, no abras, sucede algo extraño". Se quedó dubitativo observando mis ojos mientras la silueta esperaba con codicia en el portón.

El crujido de la puerta dio paso al frío y a la presencia de mi abuelo, que callado se dirigió a la cocina sin volverse a nosotros.

"Que hicieron de cenar?". Callamos por miedo a su represalias. Tomó de su costal un pedazo de carne abultada y la metió a la sopa.   

"Hay algo que sucedió hoy". Su voz ronca y grave despertó una curiosidad morbosa en nosotros por saber que le había acontecido. No dirigió su fuerte mirada a nuestra presencia, más bien, continuó mirando el agua hervida. 

"Estaba dormido junto a un gran eucalipto, llovía a cántaros, así que me refugie para pasar la noche. Pasquinel me despertó tirando de mi pantalón con su hocico, al ver que pasaba, noté que el canino iba hasta encontrar en donde asomarse para luego sollozar, gruñir y regresar ansioso a mi". Ocultó más su rostro en el sombrero.

"Algo que he aprendido es que los Canes no vacilan de esa manera a no ser que sea por algo". Solo se escuchaba su voz  y la maltrecha de carne dando vueltas en la olla.

"Tomé la maleta, empaque mis cosas y me largue de ahí. Cuando llevaba cerca de quince minutos caminando. Escuché desgarradores gritos del lugar donde estaba. Pasquinel se alteró así que decidí aligerar el paso". 

Mi hermano no estaba junto a mi.

"Llegue cerca de la casa de los Watterson y los gritos cesaron. Sin embargo, me desvié de la destapada principal para rodear la casa por el frente. Lo curioso es que parecía que hubiese al menos unas mil velas encendidas, no exagero. Su luz brotaba con ímpetu a través de la noche e iluminaban todo a su alrededor, así que ... Me escondí... me oculté en un matorral abultado. Justo en frente de la fachada".

La cocina comenzó a despedir un hedor indescriptible.

"Bajaba una sombra abultada y deforme por la destapada. Agudizando la mirada, noté que era un hombre que no tenía cabeza... la estaba buscando".

Tuve que cubrirme la nariz por el mal olor que se posó en toda la cocina.

"Dónde está pasquinel!?" Pregunté a la figura que no se inmutaba, permanecía en su asiento.

"La figura entró a la casa y aproveche su distracción para correr en dirección opuesta".

Los mismos Watterson nos dijeron que se irían lejos de aquí. replicó mi hermano con fuerza mientras empuñaba una escopeta a la figura.

"Muchacho, ellos fueron asesinados por lo que me seguía".

Mi adrenalina llegó a tope cuando el portón de la entrada comenzó a recibir fuertes golpes que no cesaban.

"TONY VALLEJO, se llamaba!".

Quedé completamente aturdido cuando sonó el estallido sin previo aviso de la pólvora contenida en las balas. Estas lo empujaron con fuerza, su cuerpo se tambaleó y  derribó la olla que contenía la carne putrefacta.

Vamonos!. Mi hermano jaló de mi brazo con desespero. Salimos al pasillo pero fuimos recibidos por el hombre decapitado; la reacción de mi hermano fue pronta derribandolo de un nuevo disparo. Desviamos nuestra salida pateando una ventana que se encontraba en la parte superior del baño.

"ACASO NO TENÉIS HAMBRE?!".

La madera resquebrajarse detrás de nosotros motivó otro disparo. Me apoyé con fuerza en la destruida ventana del baño. Mi instinto de supervivencia ignoró los cortes que produjeron arrastrarme bajo el vidrio para lograr salir y luego arrojarme al suelo.

"JACOB!!!!" Mi voz se perdió en vano dentro de la casa. No recibí respuesta.

Salí corriendo en medio de la noche con una sensación de hormigueo en todo mi cuerpo. Mi respiración entrecortada dificultaba la entrada de aire, produciendo una sensación de ahogo más agobiante. 

Me aseguré que estuviera lo suficientemente lejos para tomar aliento apoyándome en mis rodillas. Continué caminando hasta la carretera que daba a la ciudad que iluminaba con indiferencia a lo que ocurría.

No podía correr más, todo mi pecho ardía. Sin embargo, mis oídos captaron otro estallido proveniente en la dirección detrás de mí.

Jacob, susurré entre lágrimas.

No me fijé que estaba perdiendo sangre a cantaros. Me atemorice al pensar de que de alguna manera dejaría un rastro a lo que me seguía.

Caminé por la carretera durante horas, hasta que atisbe gritos que se acercaban como susurros que iban incrementándose. Mi mente ya no pensaba con claridad, las heridas de mis brazos ardían, no pude avanzar más. 

Caí de rodillas en medio del camino al divisar una sombra justo al frente mio, a unos doscientos metros. No me quedaba energía para continuar.

"Jacob... lo siento". Sentí la falta de sangre en mi cuerpo, pero mi voluntad me hacía continuar aunque sea, arrastrándome.

En el suelo, no pude moverme más. Aunque la sombra seguía a la misma distancia. Lloré cuando noté que a pesar de alejarme por tanto tiempo, volví a percibir el mismo olor putrefacto. 

"Harry...", un susurró que no pude creer. Era la voz de la señora Watterson, solo que deformada.

"Es hora de cenar".




MIEDOS PROFUNDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora