Capitulo VIII

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Esto era un completo desastre.

Sinceramente no le encuentro gracia a todo esto.

La anciana Kaede, después de un mes de la muerte de Inuyasha, insiste en que debemos visitar su lápida y llevarle flores.

Esta es la tercera vez que los acompaño. Prácticamente toda la aldea viene a visitarla. Hasta le tienen una estatua a la entrada de la aldea.

Yo lo encuentro totalmente absurdo. Ni siquiera encontramos su cuerpo o restos de él como para poder enterrarlo.

Pero debía admitir que, cada vez que pasaba por aquí, sentía un pequeño alivio. Toda  la tristeza que sigo teniendo cada día se alivia y en parte me siento en paz.

Lo mismo sucede cuando visito lugares que eran importantes para nosotros, como el árbol sagrado. Aunque no lo hago muy seguido porque me trae recuerdos demasiados fuertes, de vez en cuando me siento en sus raíces o en una rama y veo nuestras fotos en el collar de corazón que le regalé una vez a Inuyasha.

El resto del mes, me lo he pasado en la cabaña de la anciana Kaede durante el día, por las noches salto al techo y  me recuesto en el para contemplar la noche y las estrellas.

Sango y Miroku ya tienen su propia cabaña y a veces me invitan a quedarme durante las noches, pero me niego porque no quiero incomodarlos. Sé que ellos ya iniciaron su relación de pareja cuando estuve los dos días fuera con Keho. Prefiero dejarles su privacidad.

Cuantas ganas tengo de volver a mi casa y volver a empezar todo de nuevo. Ir a la escuela, a fiestas con mis amigas, tener novio; aunque sabía que eso nunca sería posible porque nunca podría olvidar a Inuyasha; tener una vida.

Pero hace unos días, intenté traspasar el pozo… y no pude.

Mi madre debe de estar preocupada, aunque le dije que probablemente me tardaría más tiempo de lo normal en regresar, siempre lo hace. Lo único que me salva de sus regaños cuando llegaba a la casa toda magullada y rasguñada eran las disculpas de Inuyasha. Mamá lo adora. En realidad pienso a menudo que es lo que ella diría al saber que Inuyasha murió.

Sota también supongo que se entristecería mucho, el prácticamente adoraba a Inuyasha.

Todos en mi familia consideraban a Inuyasha parte de ella. Lo querían.

Inuyasha una vez dijo que mi familia sí que era una familia de verdad. Unida.

Yo le contesté que la de él también había sido una familia, aunque solamente estuviera con su madre. Le dije que no importaba cuantas personas tenga la familia, si no que el cariño. Yo estaba segura que su madre le entregó mucho amor y cariño.

La anciana Kaede, cuando entré desesperada a su cabaña exigiéndole una explicación al porqué no podía traspasar el pozo, me contestó que posiblemente sea que mi condición de hibrido no me dejaría volver a mi época. O que quizás la ausencia de la perla de shikon, como yo había llegado con el propósito de destruir a la perla, ya no tenía nada más que hacer en esta época y que al convertirme en hanyou me deja atrapada aquí.

Volver a mi época sería genial, pero un día pensé en lo bueno y malo que sería volver.

Entre las cosas buenas esta que volvería a ver a mi familia, hablaría con mi madre sobre todo lo que me ha pasado el último mes, en parte volvería a mi vida antigua.

Pero no del todo. La otra parte era esa. La otra parte de mi vida.

Entre lo malo estaba eso. No podría volver a mi época, no volvería a ver a mis amigas o a salir con ellas, tampoco seguiría con mis estudios.

Promesa: Nueva vida.Kde žijí příběhy. Začni objevovat